Pasaron varios días desde la ceremonia de clausura de los Juegos Panamericanos. Sin embargo, siempre es más fácil analizar los resultados deportivos una vez que las aguas se calmaron. Si bien tuvimos un par de derrotas inesperadas. La delegación argentina consiguió más medallas doradas de lo que se esperaba. El balance es altamente positivo.
La máxima alegría de estos Juegos fue, sin lugar a dudas, el oro de los chicos de handball. Los dirigidos por Eduardo Gallardo llegaron por primera vez en la historia a los Juegos Olímpicos y se sacaron la mufa ante Brasil –el conjunto verdeamarelho le ganó la final en ’03 y ’07-. Además, el #chinodelpingpong o, mejor dicho, Liu Song hizo emocionar a todos con sus gritos y sus saltos.
A su vez, las artes marciales nos dio una gran cosecha. El taekwondo y el judo nos regalaron dos medallas doradas, una de la mano de la peque –ojos hermosos- Pareto y de Sebastián Crismanich. También el agua se hizo presente a través del remo, el esquí acuático, las aguas abiertas y el yachting cosechó casi la mitad de las preseas de oro.
Desgraciadamente también hubo puntos negativos. Las Leonas no alcanzaron el máximo puesto del podio y para ellas eso es un fracaso. Duro, pero real. No obstante, la Selección Argentina de Hockey femenino seguro tendrá revancha en Londres y nos olvidaremos de este traspié. Otros que dejaron una muy mala imagen, fueron los muchachos del Tenis. Todavía nadie entiende como Eduardo Schwank y Horacio Zeballos tuvieron tan flojas actuaciones. No sólo en sus partidos de singles, sino también en el dobles, por momentos pareció que a ninguno de los dos les importó este torneo.
Se habla que Jennifer Dahlgren y el Seven tendrían que haber dado un poco más. En el caso de la lanzadora de martillo llama la atención la pobre marca, aunque a favor de ella existe el argumento de que ya estaba clasificada para Londres 2012 y pudo haber tomado este torneo sin tanta motivación. Por el lado del rugby, hay que decir que llegaron a la final del torneo y que perdieron contra un equipo compuesto por jugadores que disputaron el Mundial de Nueva Zelanda. Ergo, calificar esta derrota como un fracaso rotundo parece ser exagerado.
La actuación argentina en estos juegos fue histórica. No sólo porque fue la quinta mejor performance en recolección de medallas. Sino también por el momento en el cual se logró este desempeño. Sólo se obtuvieron más medallas en los juegos del ’51, ’55, ´95 y ‘99. Justamente los Panamericanos del 51 y los del 95 los organizó Argentina y, como suele suceder, el país anfitrión se prepara más de la cuenta para su propia competencia. Por eso no es extraño, que en ambas ocasiones haya alcanzado los primeros puestos en el medallero.
Por otro lado, en los Juegos que sucedieron a los que se realizaron en Argentina, los atletas llegaron con una base de entrenamiento muy alta proveniente de la preparación previa a los juegos en el país. Es decir, los competidores estaban en un nivel alto con respecto a sus posibilidades, lo que tuvieron que hacer es aceitar y mantener ese trabajo. En ambos casos, no hubo que hacer inversiones riesgosas, sólo mantener lo mínimo indispensable. Por eso, se puede pensar que los logros en Winnipeg ´99 y México ´55 llegaron por decantación y no gracias a la existencia de una política deportiva. Como si lo fue en este caso.
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