Llegó como el “vuelto” de Carlos Sánchez. Martín Aguirre, ex Olimpo, no convencía a nadie. Su llegada no despertada ilusiones como sí lo hacían las de Fernando Cavenaghi, Alejandro Domínguez y el propio uruguayo, pero el Pelado, propiedad de Godoy Cruz e hincha confeso de River, confirmó que el buen campeonato que había realizado con el Aurinegro no era una causalidad.
A fuerza de corazón, pierna fuerte, despliegue y empapar la camiseta, rápidamente fue mirado con más atención por los hinchas de este River que se debate entre el Paladar Negro y el ganar como sea para volver pronto. Lo bueno de Aguirre es que demostró servir para ambos estilos de equipo. Aporta gol y se sabe defender con la pelota cuando River juega bien y raspa y no te regala un centímetro de césped cuando la ecuación es otra.
A Aguirre nadie le regaló nada, si hasta fue el primer fusil que Almeyda optó por cambiar cuando debió meter mano. Y Almeyda se equivocó. Es complicado cometer errores pero es totalmente gratificante subsanarlos. Al menos así se podría concluir. El inexperto DT de River había movido el equipo luego del empate ante Quilmes y River lo sintió. Probó Con Cristian Ledesma (justamente frente a Deportivo Merlo) y no anduvo. Ese, frente a Merlo, también fue el último partido de Nicolás Domingo. Contra Gimnasia, River hizo el mejor partido del torneo, con el Chori de Enlace y un sólo cinco: Cirigliano.
Ya con Ferro, River repitió el esquema pero le faltó poder de gol. La lesión de Rogelio Funes Mori y la salida de Alejandro Domínguez abrieron dos huecos en el equipo. Adentro Andrés Ríos y el regreso de Martín Aguirre. Con el Pelado y Cirigliano se vio el mejor medio de River. El Millo aplastó a Atlanta por 7-1 y Aguirre marcó el primero. Ante Huracán, entonces, el equipo no se tocó. Empezó perdiendo el equipo de Almeyda, pero desde el corazón de Aguirre lo dio vuelta. Doblete del Pelado y 2-1 ante el Globo, de visitante. Claro, Aguirre jamás debió salir del equipo.
En la primera jornada, ante Chacarita, ya demostró lo que tenía. Muchísima enjundia, un gran corazón y, también, demostró ser un volante que coqueteaba con el gol. Ya en la segunda jornada, en Mendoza, el Pelado mojó. Tras una jugada similar a su primer gol de Atlanta: Estiletazo de Sánchez para Cavenaghi, el Torito se las ingenia para definir y Aguirre pescó el rebote. Con ese gol, River pasó al frente.
Aguirre también lució bien frente a Desamparados de San Juan. El Millo ganó 3-1 y no hizo mucha falta lo del Pelado. Ante Quilmes, en un partido que River sufrió mucho, Aguirre dejó a Cavenaghi cara a cara con el gol. El primero de él. Después llegó el 2-2 con los de Varela y Aguirre salió. El medio lució mucho más light y hasta parecía que el equipo había perdido actitud. Ojo, no es que Aguirre simboliza eso en River, pero sí es indudable que es un luchador, que empuja al equipo y que además, tiene gol y sabe con la pelota. (Mirar la jugada del palo de Ríos contra el Globo, por caso).
Con Aguirre en cancha, River suma un elemento más en su presión y un volante más con gol, además de Sánchez y Ocampos. Aguirre se complementa con Ezequiel Cirigliano y además luce incansable. Quizás necesita bajar un poco las revoluciones a veces, pero es indudable que con él en cancha River gana mucho más de lo que pierde.
Ahora la polémica se instaló en torno a la partida, o no, de Cirigliano a la Selección. En caso de perder a Ciri, Almeyda debe buscarle reemplazante. Pero no debe tocar a Aguirre. Ya lo hizo y tan bien no le fue. Quizás el Pelado que está dando sus primeros pasos como DT haya aprendido la lección y eso también es valorable.
Aguirre se ganó su titularidad, tanto como Cavenaghi, Ocampos, Sánchez y, quizás, Arano. River es un mejor equipo cuando él está en cancha. Eso es indiscutible. Aguirre es el eslabón perdido entre un River y otro River. Uno es un equipo partido, casi light, mientras que otro es más voraz y no te regala un centímetro. ¿Ya adivinaron en cual juega Aguirre, no?
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