Hace siete años la Selección argentina de Básquet alcanzó la gloria máxima en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Pero el viaje de este grupo excelente de jugadores comenzó mucho tiempo atrás. Para ser más precisos en el Mundial Sub 22 de Australia en 1997. Algunos de los nombres que aparecieron en ese torneo fueron Juan Ignacio “Pepe” Sánchez, Fabricio Oberto, Leonardo Gutiérrez, Andrés Nocioni y un tal Emanuel Ginóbili. Dirigidos por Julio Lamas, aquel equipo consiguió un excelente cuarto puesto, y sobre todo empezó a formar un grupo de personas excelentes.
El camino fue largo. Un titulo después de 14 años en el Sudamericano de Valdivia 2001, ya comandados por Rubén Magnano y la confirmación de que algo grande estaba en camino con el titulo en el Torneo de las Américas disputado en Neuquén. En ese torneo la selección mostró lo mejor a nivel juego, conocimiento, estrategia, talento y solidaridad.
El proceso continuó con el subcampeonato obtenido en el Mundial de Indianápolis 2002, donde Argentina derrotó al Dream Team 87 a 80, cortándole el invicto de 16 años. Un equipo que contaba con Paul Pierce, Jermaine O’Neil, Michael Finley, Ben Wallace, Reggie Miller y otras estrellas de la NBA, no pudo contra el gran trabajo del equipo de Rubén Magnano, que contó con un excelente partido de todos los jugadores: Manu Ginóbili, Wolkowyski, Nocioni, Pepe Sánchez, Oberto y Scola. Pero en la final, con un arbitraje pésimo que perjudico a la Selección, Argentina cayó frente a la ex Yugoslavia, quedándose con la medalla de plata.
Sin embargo, la gloria y la revancha llegó dos años después en el torneo más importante que tiene el básquet a nivel selecciones. El equipo comandado por el mejor jugador de la historia del básquet argentino, Manu Ginóbili, confirmó lo realizado dos años atrás en el Mundial. El proyecto mantuvo la misma base, pero con jugadores mucho más maduros y con más roce a nivel internacional. Andrés Nocioni, Luís Scola, Fabricio Oberto y Carlos Delfino fueron varios de los destacados junto a “Manu” y “Pepe” Sánchez.
A pesar de la excelente fase final del conjunto argentino, las cosas no fueron fáciles para la Selección. El camino arrancó con un triunfo frente al campeón mundial, Serbia, en un encuentro donde Ginóbili sobre la chicharra con una “palomita” histórica a falta de 3 segundos selló el marcador por 83 a 82, teniendo la revancha tan deseada tras el Mundial.
Luego llegaron las victorias frente a China y Nueva Zelanda y las dos derrotas frente a España e Italia, dejando a la Selección en el tercer lugar del grupo A. Esto obligó a Argentina a enfrentar en cuartos de final al local, Grecia. No obstante, el conjunto albiceleste se impuso 69 a 64 y clasificó a las semifinales para luego volverse a ver las caras con Estados Unidos.
El encuentro era la gran revancha del Dream Team luego de aquella paliza en su casa. La actuación de Argentina fue perfecta y en especial de Manu Ginóbili, que con 29 puntos demostró ser el mejor jugador FIBA del momento. Fue 89 a 81 y clasificación a la final por la medalla de oro.
El básquet argentino necesitaba la confirmación de este equipo con un logro mayor. Y finalmente el oro llegó con el triunfo en la final a Italia, con otra demostración suprema de buen juego, 84 a 69 con 25 puntos de Luis Scola. Como no podía ser de otra forma, Manu Ginóbili con un 70 % de campo, 19 puntos por partido de promedio y un torneo maravilloso, fue elegido como Jugador Más Valioso del campeonato. Los doce jugadores que quedaron para siempre en la historia del deporte argentino fueron Wolkowyski, Nocioni, Scola, Pepe Sánchez, Oberto, Ginóbili, Hermann, Gabriel Fernández, Montecchia, Sconochini, Leo Gutiérrez, y Carlos Delfino.
El 28 de agosto del 2004, fue la coronación de la “Generación Dorada”, la generación de los mejores jugadores de la historia argentina.
Aca el resumen de aquella final contra Italia, para disfrutar sencillamente:
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