Finalista en la Copa Argentina, alejadísimo del descenso, a un punto de Newell´s, líder y mejor equipo del fútbol argentino. Pizzi cambió radicalmente los números y la intención futbolística de San Lorenzo, pero algunas decisiones sumadas a flojos partidos le siguen valiendo reproches, que cada vez son menos pero continúan a pesar de la buena imagen que deja el Ciclón.
Al ex Central se le criticaron muchas cosas, y fue modificando varias de ellas hasta ir encontrando solidez en el equipo y respuesta en sus futbolistas. Todavía le queda pendiente algo: el Matador gusta y gana de visitante, pero de local no es ni la mitad de lo peligroso que es fuera de su casa. En ese mar de dudas, y acompañado de un público impaciente, es esclavo de sus propias virtudes.
La chance vendrá por partida doble, porque el Azulgrana tendrá dos partidos al hilo en el Nuevo Gasómetro ante Gimnasia y Tigre. Si vence al Lobo, siempre que la Lepra no supere el domingo al Bicho, quedará como puntero del campeonato. Está en juego la cima, pero principalmente la confianza de un plantel que tiene buenas armas, pero que poco le han servido para derribar los muros que le plantan los rivales cuando visitan el Pedro Bidegain.
Y hay otro desafío: se acabó la rotación. Afuera de la Sudamericana y a más de dos semanas de su último compromiso en Copa Argentina, Juan Antonio podrá repetir los once por primera vez. Mantiene firme la confianza en Correa a pesar de su bajo nivel, y apuesta nuevamente con Verón como único punta.
San Lorenzo tiene muchas variantes, y es imposible que no quede afuera alguien en igual nivel que los que van de entrada. Más le ganó la pulseada al recuperado Kannemann, Buffarini se mantiene de cuatro, etcétera. A casi nadie le gustó Álvarez, Jara y Stracqualursi no rindieron, la marca en zona anduvo más mal que bien. Muchas cosas se criticaron, y quizá en varias de ellas el hincha tenía razón, pero, le pese a quien le pese, el Ciclón hoy pelea dos certámenes.
¿Si Pizzi cometió errores? Seguro, pero no tiene que tapar sus aciertos: San Lorenzo sabe a lo que juega y se ganó el respeto perdido. Le falta eso, asentar un equipo que por primera vez se repite y hacerse fuerte en su casa. Y si la punta viene como regalo, los detractores del exitismo tendrán que callar sus quejas.
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