Así, como cuando miles de trabajadores coparon la Plaza de Mayo para pedir por el regreso del General Perón, los hinchas de San Lorenzo se manifestaron en multitud por cuarta vez para reclamar la devolución de los terrenos de Avenida La Plata. Cuarenta mil, para algunos 60, para otros 100 y para la Policía 110 mil fanáticos, lo cierto es que la plaza estuvo desbordada.
Gente que llega de todos lados. De barrios de la Capital, del Conurbano, de ciudades más alejadas, de otras provincias, de países vecinos, y hasta un ¿loco? que sube orgulloso al escenario para que el pueblo azulgrana sepa su hazaña: cayó desde Sudáfrica exclusivamente para la marcha. Previo, la muchedumbre hace escala en su sede social, pegadita a donde estaba el Gasómetro y donde hoy está Carrefour, que recibe la silbatina de toda la cuervada que arranca su caravana con bandera en el hipermercado incluida: “Carrefour no abre más”.
La multitudinaria procesión se inicia y Plaza de Mayo espera. Avenida San Juan es testigo de cientos de micros desbordados que llevaban gente hasta en sus techos. Bombos, cánticos, banderas, pirotecnia, ilusión. Motos, autos, camionetas, padres, abuelos, hermanos, niños y hasta bebés. Los Santos vienen marchando. Uno de los momentos más delicados de la historia del club y hacen oídos sordos en su reclamo de justicia. Llegan los peregrinos que terminan de llenar una plaza que ya estaba poblada y ahora colapsó. El acto comienza, los chiches de fuego descansan y los Cuervos se preparan para escuchar y disfrutar.
Plaza de Mayo recibe a los guardianes en plena lucha. A metros, la Legislatura que tendrá el veredicto final. Toman la palabra los hacedores e impulsores del proyecto al que ya todos conocen. La gente canta tapando al micrófono mientras se esperanza porque hay buenas noticias: “Dentro de cuatro meses se vota el proyecto, y no tenemos dudas que será por unanimidad en favor de San Lorenzo”. Al toque, la sorpresa: un video con el himno azulgrana de fondo, mostrando las mejores imágenes del Gasómetro y las glorias que por allí pasaron. Las escenas de los militares no se salvan del repudio: “El que no salta, es militar”, entona el pueblo.
El pedido de San Lorenzo es claro: hay que reparar la estafa que se sufrió. Si el Estado en su rol socializador alguna vez ayudó a River, Boca o Racing a hacer sus estadios, ¿por qué no puede ayudar al Ciclón en su lucha, que además fue coaccionado por la Dictadura? Los Cuervos no piden dádivas, sólo que le devuelvan lo que es suyo y recibir el mismo apoyo que alguna vez se le dio a otros clubes. El destino quiso que San Lorenzo sin ayuda de nadie haga dos canchas. Ahora van por la tercera, otra vez en Boedo, y esta vez sí necesitan una mano.
Las entonaciones en honor al barrio y los gritos por volver ahogaron a los miles presentes. El presente futbolístico e institucional no tienen cabida en la reunión, la gente está ahí por otra cosa. Una hora y media o dos, se hicieron las nueve y el acto da por terminado. Lentamente la multitud se va, cantando y saltando al igual que cuando llegó. Los leales auzulgranas piden justicia y prometen ir hasta las últimas consecuencias, aunque saben que están más cerca que nunca. Cómo no, con semejante apoyo.
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