“Un Tornado Dulce”, escrito por Sergio Sánchez y Lalo Ugarte, y editado por Marea Editorial, no es solo un libro sobre Gabo Ferro; es una exploración profunda de su legado como artista total: músico, poeta, historiador y performer, entre otras características que podrían adjetivar sus búsquedas.
Desde su título, que rescata un verso de “Volver a Volver”, se refleja la complejidad de un creador que transitó entre la visceralidad y la ternura, entre lo explosivo y lo sensible. Gabo era un tornado dulce: una fuerza que arrasaba los escenarios con su honestidad brutal y su osadía, pero que también sabía construir un espacio de calidez, carisma y generosidad con quienes lo rodeaban.
Una obra profunda
El libro, resultado de un trabajo exhaustivo, busca dar cuenta de todas las aristas de Gabo. Desde sus inicios en los años 80, marcados por el under teatral y su vínculo con figuras icónicas del Parakultural como Batato Barea y Alejandro Urdapilleta, hasta los últimos discos donde desplegó una poética profundamente atravesada por lo social y lo político, el relato avanza entre descubrimientos y redescubrimientos.
En la narrativa se destaca su participación en la banda hardcore Porco, con la cual realizó un mítico show final que quedó registrado como uno de los momentos intensos de su carrera, una especie de punto de quiebre entre el Gabo más conocido y el que circulaba por el under de los ochentas.
Luego, su paso por el grupo de poesía Verbonautas, donde compartió escenario con figuras como Palo Pandolfo, enriquece aún más su visión como la de un artista que supo integrar la música y la poesía de manera única. Los autores logran una mirada integral, construida desde los testimonios de artistas, músicos, dramaturgos y diseñadores que compartieron el camino con él. Este enfoque evita caer en lo anecdótico para priorizar su obra como hilo conductor, siempre en diálogo con su vida y su contexto histórico.
El libro devela facetas menos conocidas, como sus proyectos musicales inéditos durante el período en que se alejó de los escenarios, como Sexa, o su incursión en el teatro contemporáneo con propuestas que desafiaban su propio lenguaje artístico. También pone en relieve cómo Gabo canalizaba sus intereses académicos –como su investigación histórica sobre cuerpos, sexualidades y anormalidades en el siglo XIX– en proyectos como Loca, donde revisó el repertorio tanguero de los cancionistas de los años ‘20 y ‘30.
Un tornado profundo y amplio
A lo largo de sus páginas, “Un Tornado Dulce” también aborda la dimensión política de Ferro, un aspecto ineludible en su obra. Desde el provocador título de su primer disco solista, “Canciones Que Un Hombre No Debería Cantar” (2004), hasta canciones como “Costurera Carpintero” y “Cuerporeclamo”. Su mirada sobre los cuerpos y las identidades no binarias lo posiciona como un adelantado a las discusiones de género que hoy ocupan un lugar central. En su arte, Gabo desafiaba las normativas, celebrando la multiplicidad y la fluctuación de las identidades como un derecho inalienable.
El contexto histórico también atraviesa el libro: las marcas de la dictadura, el estallido creativo de los 80, el desencanto de los 90 y las transformaciones de las últimas décadas aparecen como telón de fondo en un relato que no pierde de vista la dimensión humana de Gabo. Cada etapa de su vida se plasma en un relato cargado de pasión y detalles: desde el visceral grito de Porco hasta la belleza lírica de “El Veneno De Los Milagros”, su colaboración con Luciana Jury.
La palabra de sus autores
En última instancia, este libro no es solo un homenaje, sino también una invitación a redescubrir a un artista único cuya obra sigue siendo un refugio y un desafío. Con un enfoque que entrelaza la biografía, el análisis artístico y el contexto político, “Un Tornado Dulce” confirma que Gabo Ferro fue mucho más que un músico: fue un creador cuya voz y cuerpo transformaron cada escenario en un espacio de libertad, resistencia y poesía.
“Un Tornado dulce, una flor…” además de ser parte del título del libro es parte de la canción “Volver a Volver” ¿Por qué decidieron ese título?
SS: El título surgió espontáneamente allá por 2022 después, aproximadamente, de dos años de trabajo. En un momento estábamos barajando nombres posibles para el libro y a mí se me ocurrió Un Tornado Dulce –de hecho, titulé de manera inmediata de ese modo la carpetita con material, textos, archivo y apuntes del libro que tengo en mi compu. En ese momento, el nombre nos gustaba, pero por alguna razón no nos terminaba de cerrar. Sin embargo, lo dejamos provisorio como para definirlo cuando el libro estuviera cerrado y con el correr del tiempo, creo que el nombre se fue imponiendo y lo dejamos así. Creo que fue una buena decisión porque, de hecho, es algo que gusta mucho entre los lectores del libro. Creo que es un nombre atinado y representativo, ¿Por qué? Porque es una buena síntesis de la personalidad de Gabo: un artista visceral, directo, osado, explosivo incluso, con cierta acidez y honestidad brutal en sus declaraciones públicas, pero a la vez suave, carismático, cordial, generoso, sensible, auténtico, cálido y brillante como su sonrisa.
Escribir a cuatro manos siempre es un desafío que precisa al menos de acuerdos mínimos ¿Cómo fueron manejando entre ustedes ese diálogo?
SS: Lo de escribir a cuatro manos es algo que también se dio de manera natural y no hubo conflictos en cuanto al contenido, el estilo o el abordaje. Con Lalo hemos conversado algunos puntos de vista o enfoques sobre los textos, pero no hubo ningún asunto en el que hubiera un disenso pronunciado o ruido. En general, nos poníamos de acuerdo. En cuanto a la escritura, no nos enroscamos: nos dividimos los textos, los periodos y las obras (ya sea un libro de ensayo histórico o poesía, un disco o una ópera). Por ejemplo, Lalo se ocupó más de los primeros tres capítulos –el Gabo pre Porco, el Gabo durante Porco, la época de Verbonautas, su vínculo con el Parakultural, su paso por el profesorado de Historia y sus primeros discos solistas- y yo me aboqué más a la segunda parte de su obra, de 2009 en adelante. Por supuesto, fuimos y vinimos con los textos, no fue algo tan lineal o esquemático. En general, Lalo me pasaba sus textos y yo los editaba; le daba alguna devolución y le sumaba contexto, información o algún testimonio. Y viceversa. Así fuimos trabajando.
Más allá de la dimensión pública de Gabo, que tiene un trabajo exhaustivo de recopilación y análisis, el libro apostó a dar cuenta de la dimensión privada de Gabo ¿Fue esto de alguna manera una tensión a la hora de empezar a escribir el libro? ¿Cómo fueron dándole lugar a cada una de las dimensiones?
LU: Al principio decidimos no poner nada de su vida privada. Fue imposible. Su obra y su vida se mezclan. Discos como “Amar, temer, partir”, la banda Porco, sus letras y poemas nos obligaron a hablar de parte de su vida, aunque nunca fue el centro de la investigación. Un lector una vez me dijo “tenían el riesgo de hacer la biografía del Freddie Mercury argentino y no” … La verdad es que ni lo pensamos. Los datos de su vida aparecieron si su obra lo demandaba.
SS: A nosotros periodísticamente no nos interesaba tanto ese aspecto -y, de hecho, Gabo no hablaba de su vida íntima en las entrevistas. No sé si fue una tensión, pero sí fue una decisión periodística el enfoque. Por eso, no entrevistamos a amigos o familiares, salvo algunas excepciones como Silvio Fariña (amigo de toda la vida y ex pareja). El eje de las entrevistas estuvo puesto en los personajes o artistas que tuvieron que ver directamente con su obra: músicos, poetas, ingenieros de sonido, iluminadores, actores, actrices, poetas, dramaturgos, periodistas, diseñadoras gráficas, fotógrafos y quien había sido parte de su vida artística. La intención principal fue contar la vida de Gabo -sus intereses, valores, inquietudes, preocupaciones, recorridos, temores- a partir de su obra artística y pública entendiendo su obra como punto de partida para tratar de contar cómo Gabo entendía al mundo y qué cosas lo inquietaban
Este develar de la dimensión íntima para quienes conocemos sólo su faceta pública resulta en muchos aspectos sorprendente y reveladora ¿De alguna manera ustedes también se terminaron sorprendiendo en todo el recorrido que hicieron y encontrando cosas inesperadas? ¿Con qué cuestiones puntuales?
SS: Una de las cosas que descubrimos o revelamos en la investigación, quizás, es que el supuesto silencio absoluto o apartamiento completo de la música durante los años en que se alejó de la escena musical y se metió a estudiar el profesorado de historia -entre 1998 y 2004- no fue tal. Durante esos años, Gabo había tenido algunos acercamientos a la música con Claudio Lafalce, como el proyecto de música electrónica Sexa, aunque ese material permaneció inédito. También nos sorprendió la cantidad de obra que realizó, incluso muchas de las que no teníamos idea de su existencia, como “Elijo la soledad”, unipersonal de Paola Barrientos sobre textos de Conrado Geiger, poesía de Idea Vilariño y música en vivo de Ferro. Su relación con el teatro under también es un aspecto interesante del libro. A mediados de los noventa -1993, 1994 – Gabo tomó algunas clases de teatro primero con Mosquito Sancineto y luego con Rubén Szuchmacher. El movimiento artístico del Parakultural era una referencia para Gabo y admiraba a actores como Batato Barea y Alejandro Urdapilleta. En el libro, escribimos: “En las puestas escénicas de los shows de Porco y las lecturas con Verbonautas se refleja la influencia del under de los ‘80. Su histrionismo, su sarcasmo, la ironía, ese desfile escatológico que quebraba el arte desde la explosión y la sorpresa tuvo como condición de producción la escena irreverente y contracultural de los ‘80”. Su relación con el cuerpo –un aspecto central en su obra- la empieza a trabajar en esos años y profundiza esa búsqueda a partir de 2009, cuando participa en Four Walls (o La niña del enfermero), un cuento coreográfico de Carlos Trunsky sobre una partitura de John Cage, con dirección musical de Haydée Schvartz. Esa puesta significó un nuevo desafío para Gabo Ferro, un terreno inexplorado: el de la música contemporánea. A partir de ahí se pensó distinto en el escenario.
En el libro hay una búsqueda por encarar varias facetas de Gabo (músico, cantante, compositor, poeta, performer e historiador) dándole un lugar preponderante en cada momento a cada una de ellas ¿De alguna manera esta idea de un “sujeto total” como una especie de hombre del renacimiento fue una de las hipótesis para empezar a trabajar?
SS: Sí. En primera instancia hicimos un relevamiento de todas las obras y publicaciones de Gabo Ferro. Y se nos cruzó por la cabeza la idea de desglosar o dividir el libro en el Gabo poeta, el Gabo historiador, el Gabo músico, el Gabo actor, etc. Rápidamente desestimamos esa idea y nos dimos cuenta de que Gabo era todo eso por lo que el desarrollo y escritura del libro tenía que ser en orden cronológico, no diferenciado en facetas o disciplinas. Si bien Gabo Ferro era más conocido por su faceta de músico –la música es la relación más directa cuando se piensa en Gabo-, entendimos que las disciplinas que abordaba estaban en diálogo e interacción constante: la poesía, el teatro, la historia, la música, la performance. Durante todo su recorrido como artista –en su vida/obra-, Gabo iba incorporando elementos y ampliando su lenguaje artístico. Su paso por el teatro, la ópera contemporánea y la performance le permitieron desarrollar más su corporalidad, su cuerpo altamente significante. Y eso se notaba, por ejemplo, en los conciertos de su última década de vida (2010-2020). Su paso por la academia, por ejemplo, no solo se refleja en sus libros de ensayo histórico –como Barbarie y civilización (2008) o Degenerados, anormales y delincuentes (2010)-, sino en el proyecto Loca, en el que revisita el repertorio tanguero de las cancionistas de los años ’20 y ’30 del siglo pasado, como Libertad Lamarque, Ada Falcón, Tita Merello, y Azucena Maizani. Y su incursión por la poesía –con Verbonautas y la edición del Recetario…, por caso- le permitió entender que lo que más le interesaba como compositor era la literatura de la canción: el texto, la palabra, la enunciación. “El cuerpo es poesía, el resto es verso”, dice una de sus canciones. En síntesis, si bien Gabo tenía muchas inquietudes artísticas, es en el terreno de la canción en donde termina de sintetizar o canalizar todas las disciplinas que abordaba. Llevaba hacia ese terreno todas sus herramientas, campos de estudio y saberes.
El libro no duda en explorar la dimensión política de Gabo y en especial su poética ligada a las cuestiones de género, ¿Cuál les parece que fue su aporte en este sentido?
SS: Si bien Gabo no hizo, tal vez, un aporte sustancial sobre política de género, sí se animó a reflejar en su canción algunos asuntos desatendidos por muchos de sus colegas. En todo caso, Gabo se adelantó a ciertas discusiones o temas en torno al feminismo y a las políticas de género. Su primer disco solista, de hecho, se llama Canciones que un hombre no debería cantar (2004), un título bastante provocador para la época. Allí se encuentra, por ejemplo, el aire de chacarera “El amigo de mi padre”, que en uno de los versos dice: “Mi padre era mejor padre/ cuando su amigo venía/ cuando a su amigo veía”. En el segundo disco, Todo lo sólido se desvanece en el aire (2006), encontramos canciones como el vals tanguero “La cabeza de la novia cayó de su velo” que habla de una relación amorosa entre “la novia y la obrerita” (“Vigiladas en el hilván rezaban/ y se amaban escondidas en el probador”). En ese trabajo, también está incluida la canción “Costurera carpintero”, que de algún modo pone en tensión los estereotipos de género: “Cuando crezca seré/ un prodigioso carpintero /Un hombre poderoso de mirada serena/ Con cuerpo de niña curiosa y atenta. / Colmaré mi antojo y construiré/ Para mí mismo mis propias muñecas/ Solo con mis dedos lijaré su piel/ Para que guardemos la resina fresca”, dice la primera estrofa de esa canción. En esos discos, Gabo ya estaba hablando sobre las disidencias de género, varios años antes de la aprobación de la Ley de Matrimonio igualitario (sancionada en 2010) y la Ley de Identidad de género (sancionada en 2012). Luego, en su último disco editado, Su reflejo es el lobo del hombre (2019), aparece una canción titulada “Cuerporeclamo”, en la que Gabo se mete en la discusión sobre la autopercepción y la identidad no binaria o disidente. La percepción del cuerpo y la sexualidad -entiende- no se agotan en categorías binarias como hombre/mujer, homosexual/heterosexual. La identidad de género es múltiple: fluctúa. “Yo tengo un cuerpo, tengo un cuerporeclamo/ Reclamo mi espacio/ Mi cuerpo es como mi mundo, fluctúa/ Tu cuerpo es como tu mundo, se cae”, canta Gabo Ferro. En la última entrevista que le hice, en noviembre de 2019, me dijo: “¿Qué pasa con los sujetos que llevan su cuerpo a un lugar problemático para el ojo de la normatividad? El cuerpo puede ir por donde quiera todo el tiempo, ejercer la libertad que no nos contaron que podemos ejercer. Y no solo desde lo afectivo, sino también desde lo físico”.
En sus dos últimos discos con canciones propias “El Lapsus Del Jinete Ciego” y “Su Reflejo Es El lobo Del Hombre” hubo desde lo poético una búsqueda de dar cuenta del momento social y político ¿Qué impacto les parece que tendría esta época en la obra de Gabo?
LU: Uff… que pregunta difícil. Creo que toda su obra, desde Porco en adelante, da cuenta del contexto político. Gabo era un intelectual cabalmente atravesado por el contexto. La verdad que hoy todo -en términos políticos, económicos y sociales- es tan abrumador, patético e improbable, que no se me ocurre que hubiese hecho Ferro. Seguramente habría desplegado su arte de manera documental como nadie, nos hubiese hecho pensar… o tal vez hubiese preferido el silencio… no sé. Hoy su obra es un salvavidas para muchos.
Se me ocurre y arriesgo que anarco pacifista declarado. hubiese discutido sobre los conceptos de libertad y anarquía con estos mamarrachos libertarios.
Al igual que Palo Pandolfo y Rosario Bléfari, Gabo Ferro fue un artista que supo encontrar distintos lenguajes a lo largo de su vida con un recorrido que pasó por la represión de los setentas, la vuelta y desilusión de la democracia, el nefasto neoliberalismo de los noventas y los aciertos y errores de estos últimos años ¿Cuánto influyó en Gabo Ferro haber sido parte de todo este recorrido? ¿Pudieron plasmar esta respuesta en el libro?
LU: Las secuelas de la dictadura son marcas que tenemos todos. Desde ya a Gabo también. Creo que las marcas de los 80 y la postdictadura fueron más determinantes en su obra. Esto se ve en los primeros capítulos del libro. Por un lado, la libertad de los primeros 80 y el contacto con los popes del under teatral marcan su opacidad y profundidad performática. Por otro lado, el desborde de los 90 y el contexto del HIV también marcaron cierta obsesión analítica y creativa en torno a la sangre y los fluidos. Creo que en ese discurrir se puede elaborar una respuesta, aunque no sea implícita.
La obra de Gabo tiene muchas facetas y sonoridades ¿Qué disco o discos les parecen que dan cuenta mejor de la potencia de su obra?
A mí me vuelan la cabeza los tres primeros “Canciones que un hombre no debería cantar” (2005) “Todo lo sólido se desvanece en el aire” (2006) y “Mañana no debe seguir siendo esto” (2007). Creo que condensan, en ese comienzo, toda la fortaleza del Gabo cantautor. Mención aparte merece el disco con Luciana Jury, “El Veneno de los milagros”, que es de una belleza y poesía inconmensurables.
Mariano “Lalo” Ugarte (Buenos Aires, 1978) es licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA) y se desempeña como coordinador del Área de Música del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Fue redactor de los suplementos Sí! y Espectáculos de Clarín y colaborador de Tiempo Argentino y Revista Acción. Es autor de Antes del Rojas, ¿qué?, Emergencia. Cultura, música y política y Del Centenario al Bicentenario. Sonidos, tensiones y genealogía de la música argentina. Produjo los discos Por Algo Será. Música x Derechos Humanos y Se trata de nosotras.
Sergio Sánchez (Lomas de Zamora, 1986) es licenciado en Periodismo (UNLZ) y se especializa en música popular argentina y latinoamericana. Es periodista de las secciones Cultura y Espectáculos de Página/12, del suplemento NO de ese diario y formó parte del programa de FM La Tribu Sonidos Clandestinos. Ha colaborado en medios como Tiempo Argentino, El Cruce y Diario Z. Actualmente colabora en Agencia Tierra Viva y en el portal de música popular De Coplas y Viajeros.
Foto portada: Bernardino Ávila – Página12
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