Eran las 11:15 de la mañana cuando comenzó la conexión por zoom. De un lado me encontraba yo desde el living de mi casa con mi computadora, el celular y un cuaderno con vagas anotaciones de guía. Del otro lado, Santiago Marino estaba cambiando de lugar una raqueta de tenis que tenía en su escritorio. Pero no me había contactado para hablar de tenis o de River, otra de sus pasiones. Lo llamé porque me pidieron que entrevistara a alguien de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA como parte de un trabajo práctico de la materia Taller de Redacción y Géneros periodísticos de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Rápidamente pensé en Santiago, no solo porque fue mi profesor de Políticas y Planificación de la Comunicación en 2023, sino también porque es investigador, Doctor en Ciencias Sociales, Magister en Comunicación y Cultura y Licenciado en Comunicación por la UBA.

Le escribí al mismo mail al que le einviaba mis trabajos explicandole que quería charlar con él sobre las políticas públicas de medios del gobierno de Javier Milei y que, si me autorizaba, me gustaría publicar la entrevista y no quede solamente en un trabajo práctico perdido en el fondo de los anaqueles digitales del campus virtual. Casi automáticamente respondió con la mejor predisposición de participar. Así llegamos, mientras comienzo la grabación del zoom, a una conversación sobre políticas de comunicación y la situación del sistema de medios en la actualidad.

-Este viernes fue el primer día del periodista sin Télam. ¿Qué significa estos tres meses que llevamos sin Télam tanto para la labor periodística como para el derecho a la información de la población?

Santiago Marino: –La verdad es que el desguace de Télam es un problema por varios planos. En primer lugar por el rol que cumple Télam en el mercado de medios argentinos. Es un empleador muy significativo, tenía una cantidad de empleados muy grande y una capacidad productiva muy grande de una serie de servicios que era el único que los daba; y que permitía una capilaridad como agencia de noticias en todo el territorio nacional que no tiene ningún otro medio por la capacidad de sus trabajadores y trabajadoras en términos de desarrollo de contenidos periodísticos, de la capacidad de desarrollo del tipo de productos audiovisuales, fotográficos, etc. Y también porque eso permitía que muchos medios, no solo de provincias que tienen menos recursos sino también de CABA, cubrieran acontecimientos y eventos con periodistas en el lugar.

También eso implica un retroceso en términos de libertad de expresión porque es una voz menos y es una demostración de cómo el gobierno argentino desprecia al periodismo como figura y sobre todo al rol del Estado, que eso es más claro en toda su gestión. Así que realmente es muy dramático. Se corresponde con una política sistemática de desguazamiento del Estado en general y del sistema de medios públicos en particular. Los está extendiendo hacia Radio Nacional también con el cierre de varias emisoras de distintas provincias. Lo está extendiendo hacia la TV Pública que la está convirtiendo en una especie de canal de archivo salvo cuando el Ejecutivo quiere comunicar algo. Porque en ese sentido son igual de gubernamentales que todos los gobiernos anteriores. El acto partidario en el que el presidente presentó un libro, supuestamente de su autoría, e hizo un espectáculo cuasi circense, fue transmitido por la TV Pública. Con lo cual es una demostración de que tienen lo peor de lo anterior, mantiene lo peor de la tradición y tiene una  serie de novedades respecto de este desarrollo complejo de reducir fuentes de trabajo y perspectivas con capilaridad. Insisto en la idea de eso, en la capilaridad que pierde el sistema.

-Al cierre de Télam le siguió el surgimiento de la web Somos Télam comandada por los trabajadores de la agencia de noticias. ¿Se puede llegar a hacer desde la organización sindical un trabajo similar al que hacía Télam?

SM: –Es muy complejo hacer lo que hacía Télam porque necesita una infraestructura y un financiamiento que solo el Estado puede desarrollar. Por algo solamente el Estado lo hacía. De hecho, en este gobierno en el que el discurso es que “el mercado va a hacer todo lo que se necesite”, eso es falso porque el mercado necesita el rol de Télam y ningún actor privado comercial está dispuesto a desarrollar la inversión que hace Télam. Por ejemplo, con esa capilaridad, la cobertura territorial a la que hacía referencia. La reacción de los trabajadores es comprensible, valorable, celebrable, necesaria de ser acompañada porque implica pelear por sus fuentes de trabajo y tratar de garantizar la continuidad de un servicio pero no hay manera de que eso se sostenga en el tiempo.

-Justo sobre esta idea de que el mercado no va a hacer esa inversión pienso en Ramiro Marra, que no es funcionario pero es una voz oficial de La Libertad Avanza, diciendo “para qué necesitamos Télam si tenemos Twitter”…

SM: –Más allá de las anécdotas y expresiones personales, me parece que lo que eso demuestra es que el gobierno en casi todas las áreas y específicamente en la de comunicación, que es la que uno conoce, hay una combinación de los siguientes factores: Hay una ideologización muy marcada que es casi una feligresía. Es una profesión de fé que tiene que ver con el supuesto éxito de las ideas libertarias que se combina con el desprecio por el Estado y el desconocimiento absoluto. Hay un desconocimiento muy profundo que por supuesto en otras áreas genera un impacto mucho más instantáneo, podríamos decir. Por ejemplo, el manejo de los alimentos que hay personas que se mueren en base a eso. En la comunicación y la cultura no se mueren automáticamente pero los efectos negativos de esa combinación son muy profundos. Insisto, no es solo desconocimiento pero hay desconocimiento, no es solo ideología pero hay ideología y hay desprecio. La manifestación del legislador de la Ciudad que citás es un ejemplo de esto que refiere.

-En cuanto a política pública de internet, históricamente en Argentina no se le dió demasiado lugar a la hora de pensar política de medios. Pero también ocurre que el gobierno anunció que no se producirán más contenidos para las webs y redes sociales de los medios públicos. ¿Cómo repercute esto sobre lo que ya venía ocurriendo en materia de Internet?

SM: -Primero, yo no estoy de acuerdo con que en Argentina no se tuvo en cuenta a Internet como un ámbito para desarrollar desde el Estado la producción de contenidos. De hecho, la cuenta de Youtube de la TV Pública durante mucho tiempo tuvo los contenidos más vistos en la Argentina cuando tenía Fútbol Para Todos, por ejemplo. En segundo lugar, creo que los perfiles y las cuentas de algunos medios de propiedad estatal fueron muy usados por las audiencias, por ejemplo con los consumos de contenidos creados por Paka Paka o Encuentro. Ahí había una conceptualización bien clara de las situaciones de consumo de las audiencias. En tercer lugar, diría que eso es otra demostración del desconocimiento, desidia e ideologización. Está esta idea de que todo lo que hace el Estado está mal, de evaluar todo en términos economicistas pero desde el desconocimiento. Porque, en términos economicistas, producir y poner a circular contenidos vía plataformas reduce drásticamente los costos operativos para la distribución de los contenidos. Y es una dificultad que el Estado pierda esa instancia de la distribución de contenidos vía plataformas porque las audiencias se han mudado al consumo en plataformas y porque creo que el Estado tiene muchas cosas para decir ahí. No el gobierno, el Estado tiene la obligación de llegar a distintas audiencias por estos espacios. Pero, de nuevo, es una muestra de desconocimiento, desidia… realmente muy complejo.

-Retomando esto que decía que se apunta a la privatización de la TV Pública y Radio Nacional, en otros procesos privatizadores estos medios esquivaron la privatización. ¿Por qué ahora sí hay posibilidad real de privatizarlos?

SM: –Bueno, todos los procesos tienen que ser comprendidos desde su contexto. En 1989, cuando el gobierno nacional hace la reforma del Estado y privatiza los canales de televisión, tenía cuatro canales en sus manos, con lo cual privatizar Canal 7 era una exageración. Además, creo que hay una diferencia. Este gobierno no es neoliberal, tiene otra característica particular. Este gobierno niega al Estado. El neoliberalismo tiene algunas regulaciones, algunas acciones para el Estado, aunque conciba que el mercado es el agente administrador más eficaz de los recursos. Esto es otra cosa. Eso en primer lugar. Luego, ¿por qué ahora habría plafón para esa discusión? Creo que lo que hay ahora es un caballo en un hospital. El gobierno envió un proyecto de 600 artículos intentando modificar la estructura y el funcionamiento económico de todas las áreas del país. Y no estoy de acuerdo con la crítica tan sostenida a lo que se ha logrado mediante negociaciones desde el Congreso porque creo que bastante se ha logrado frente a una iniciativa tan profunda. Luego sí hay sesión, acuerdos y un apoyo muy profundo de sectores que no integran el gobierno aparentemente, como sería el Pro.

También habría que revisar críticamente en algún momento cuáles son los logros efectivos que ha establecido el funcionamiento de los medios públicos tal cual los conocimos en los últimos años porque yo no veo que haya movilización social para defender a los medios públicos y eso sucede por algo también. Es una cuestión sobre la que tendríamos que reflexionar quienes hemos apoyado y entendemos la centralidad del rol de los medios públicos en el funcionamiento del sistema.

-Más allá del avance sobre los medios públicos, hay también un acuerdo para que los partidos de Argentina en la Copa América se transmitan por la TV Pública. ¿No hay una contradicción en el gobierno en esta idea de desguazar los medios públicos y al mismo tiempo anunciar contenidos nuevos?

SM: –No hay contradicción en el sentido de que hay un uso populista de los medios públicos. A pesar de que parezca lo contrario, es un uso absolutamente gubernamental y populista. En ese sentido, como hay una obligación para cumplir la ley, creo que se combina con esta lógica de utilización de la TV Pública.

De todas formas, yo no lo llamaría acuerdo porque es una estrategia comunicacional. Este gobierno es todo una estrategia comunicacional para ocultar los cambios y efectos del proyecto económico y sociocultural. Porque mientras se propone desguazar la TV Pública, se plantea que se logró un acuerdo. En realidad lo que hay es el cumplimiento estricto de una normativa, no mucho más ni mucho menos que eso.

-En este avance sobre los medios públicos, ¿cree que tiene que ver la visión que hay particularmente en  Argentina de que los medios públicos no son del Estado sino medios oficialistas del gobierno de turno?

SM: –La posibilidad de avanzar sobre la privatización tiene que ver con un proyecto político. Lo que hace esta trayectoria de los medios públicos, siempre administrados en términos gubernamentales, es que eso tenga plafón social y político, que tenga cierto nivel de apoyo. Eso sí lo veo.

-Saliendo de los medios públicos pienso en una de las primeras medidas que tomó el gobierno que fue recortar a cero la pauta oficial. ¿Cómo repercute esto en el mercado de los medios de comunicación?

SM: –Aclaración uno: eso alcanza solo a la pauta del Poder Ejecutivo. El Estado sigue pautando con las empresas que tiene. Los organismos descentralizados y las empresas pautan, lo que no hace el gobierno es difundir el destino de esos fondos ni los criterios. Banco Nación, Aerolíneas Argentina e YPF son empresas del Estado y pautan. En segundo lugar, repercute en todo el sistema en general. Están mejor capacitados para enfrentar esa pérdida de un mecanismo de financiamiento muy relevante los medios grandes, obviamente, porque estamos hablando del anunciante que controla más o menos el 10% de la torta publicitaria argentina.

En el marco de un trabajo estudiantil de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el docente, investigador y Doctor en Ciencias Sociales analizó las políticias públicas del gobierno en materia de comunicación y el avance sobre la privatización de TV Pública y Radio Nacional.

-Pensando en esto de que el gobierno apunta, quizás a mediano plazo, a la privatización de los medios públicos y que necesita el aval del Congreso para lograrlo, ¿Qué futuro le ve a los medios públicos en esta senda que se está tomando?

SM: –Creo que hay mucha incertidumbre de lo que va a pasar incluso con el proyecto económico y político del gobierno si no consigue la aprobación de la Ley Bases o cómo reaccionaría ante un escenario negativo del Congreso. No lo sabemos porque no conocemos cómo funciona este gobierno en derrota. Sabemos cómo funciona este gobierno en victoria y los valores que cuadran su desarrollo, eso por un lado. Por el otro, está claro lo qué pretende hacer el gobierno con los medios públicos que es venderlos, hacerlos desaparecer. Además, denigrarlos y denostarlos. Y tercero, lo que está claro es que a donde vamos necesitamos más medios públicos, no menos. En el escenario convergente se necesitan medios públicos potentes que destinen fondos para la existencia de contenidos plurales y diversos, eso sin ninguna duda.