De chica no estaba segura de qué quería estudiar. Carolina Hadad sabía que le gustaba ayudar a los demás y que necesitaba seguir una carrera que le diera trabajo en un lapso medianamente corto, y así, un poco de casualidad, llegó a la programación. Se graduó de Analista en Computación en la Universidad de Buenos Aires, luego se especializó en “Innovación por la Igualdad” en un fellowship de la Universidad de California en Berkeley y ahora trabaja como consultora en temas relacionados a la tecnología.
“Para mí, lo que siempre fue importante es poder ayudar a las personas con lo que hago o poder tener un impacto positivo en el mundo”, dice. “Tuve la oportunidad de crecer un montón en mi profesión, conocí muchas cosas que me llevaron al lugar donde estoy ahora donde no trabajo programando, y no me veo trabajando en programación, pero sí siento que la tecnología es una herramienta para potenciar las cosas que hago”, afirma Carolina Hadad.
La tecnología puede usarse con muchos fines, pero esta joven de 32 años decidió enfocarse en implementarla para potenciar proyectos sociales. “Si pensás en las grandes figuras de la tecnología, seguro se te vienen a la mente hombres blancos, privilegiados, que viven en Estados Unidos y fundaron una empresa e hicieron mucha plata. Pero la verdad es que la tecnología y la programación son herramientas que pueden usarse para cualquier cosa, y a mi me interesa usarla para ayudar a otros”, explica.
Pero hay un gran problema en el mundo tecnológico, que es el mismo que hay en muchos otros, y se trata de la desigualdad. Algunas de las causas de esto son la falta de visibilidad que tienen estas profesiones. El hecho de que no todos en Argentina tienen acceso a una computadora o al internet, o la singularidad de pensar en estos trabajos como espacios de hombres. De allí surge uno de los motivos por el cual solo hay un 16% de mujeres estudiando informática en nuestro país, según un estudio de Chicas en Tecnología, la organización que co-fundó Hadad. Todo esto hace que el universo de la programación y la tecnología esté en manos de unos pocos privilegiados.
“La tecnología que usamos y que consumimos transforma nuestra vida, cada pieza de tecnología que usamos, cada app, cada página web, es una solución a un problema que alguien decidió pensar. Si no tenemos diversidad de voces a la hora de identificar los problemas y de resolverlos, sin duda estos no se resuelven de una manera que pueda llegar a todos.”, afirma. Carolina Hadad agrega: “Un ejemplo súper concreto, se dio con la aplicación de salud de los teléfonos Iphone. Cuando salió, te permitía medir un montón de cuestiones de salud como peso, medida, pasos y demás, pero no algo tan común, útil y necesario, como la menstruación. ¿Cómo puede ser que se hayan olvidado de eso?”.
Otro caso impactante, se dio en el inicio de Google Fotos. “¿Viste que pones en el buscador, por ejemplo, “plaza” y te muestra fotos de plazas? Cuando salió esta app, catalogaba a los afrodescendientes como gorilas.” Es decir, uno buscaba “gorilas” y aparecían fotos de personas de piel oscura. “¿Cómo pudo ser que nadie se haya dado cuenta hasta que la app estuvo publicada? Evidentemente, porque falta representatividad de personas a la hora de programar las soluciones y de pensar las soluciones”, dice.
Hadad además de una profesional informática, es mamá, está en pareja y reparte sus tiempos con el papá de su nene para poder trabajar y cuidar a su bebé. Cuando tiene ratos libres, usa sus redes sociales para expresarse, en general, sobre tecnología. En Twitter y en Medium, @carohadad en ambos, habla sobre género, maternidad, inclusión y desigualdad. Y, a veces, hace encuestas en broma sobre si está bien ser argentino y twittear en inglés.
Su experencia, conocimiento y ganas de ayudar la llevaron a encarar un nuevo proyecto del cual, asegura, está muy contenta. Recientemente, fue nombrada como Coordinadora de Proyectos en el Laboratorio de Innovación de Fundación Huésped, lo que le da la oportunidad de seguir potenciando con tecnología proyectos sociales.
Comentarios