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La nostalgia y el fútbol: Garrincha

Manuel Francisco dos Santos, Garrincha. No lo vi jugar y sin embargo lo extraño. Me hablaron de Pelé, no llegué a ser contemporáneo al mejor Maradona, Di Stéfano me quedó lejos y a Cruyff sólo lo disfruté en vídeos. Por el fútbol pasaron una incalculable cantidad de nombres, pero yo lo extraño a él, porque me encariñé con su historia y me quedé horas mirando videos en youtube para remontarme al pasado y hacer de cuenta que lo había vivido. Su adicción al alcohol lo terminó matando, lo alejó del fútbol, lo llevó a una muerte en soledad a los 49 años. Fumó desde los 10 y tuvo catorce hijos reconocidos, las mujeres llegaron por su billetera y no por su belleza, él sabía que era así, pero igual era feliz. La pelota fue su única compañía hasta el final de los días, por más de que ya no la podía tocar.  Hoy recordamos a Garrincha, la alegría de Brasil, la alegría del Pueblo. Dice la historia, que esta vez no miente, que Brasil fue a jugar un amistoso a Italia para enfrentarse a la Fiorentina como preparación para la Copa del mundo de 1958. Allí estuvo Mané Garrincha, quien fue protagonista de uno de los goles más recordados de los últimos cien años en Florencia. Entró al área, dejó a un defensor en el suelo y pasó a dos más; apareció el arquero, quien también quedó desparramado en el piso;  al levantar la cabeza  se dio cuenta que todavía le quedaba pasar a un jugador, fue para allá y volvió para acá, pum, el defensa se golpeó la cabeza contra el palo; cuando volvió a aparecer el arquero le tiró un caño y definió con el arco vacío. Gol. Garrincha agarró la pelota, agachó la cabeza y se fue caminando a la mitad de la cancha. Italianos y Brasileros se unieron en un aplauso ensordecedor. Meses después, Brasil fue campeón del mundo, con Pelé, Didí, Vavá, Zagallo y el autor del gol qué todos hubiéramos querido ver. De Garrincha decían que era feo, veloz y torpe, por eso su apodo, el nombre de un pájaro del Mato Grosso que tenía esas características. Mané tenía los pies girados ochenta grados para adentro, su pierna derecha era seis centímetros más larga que la izquierda y tenía la columna vertebral torcida. Ni una operación lo pudo acomodar.  Si Maradona no se hubiera drogado quizás hubiera sido mucho más jugador, ¿y Garrincha?. El psicólogo del seleccionado brasilero, Joao de Carvalahaes, dijo: “es un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo”. Ja. Con él en cancha, Brasil ganó 52 partidos, empató 7 y perdió una sola vez. Además, ganó dos Copas del mundo, en la de Chile 1962 fue el máximo goleador y fue elegido el mejor jugador del campeonato. Al cien por ciento era robo. Quienes los vieron afirman que fue en mejor gambeteador de la historia, corría en zigzag y su cambio de velocidad era irreproducible. La primera pelota que tocó en su prueba en Botafogo terminó en un caño a Nilton Santos. La infancia le dio un apodo, fue Garrincha. Brasil fue más generoso  cuando hacía referencia a él, decían: “la alegría del pueblo o el Charlie Chaplin del fútbol”. Durante el mundial del Chile, un poeta lo eternizó: “Ángel con piernas zambas”. De un pajarito inútil pasó a ser un ángel. Así lo veían todos al futbolista que fue velado en el Maracaná ante ciento de miles de personas de personas un 20 de enero de 1983. Garrincha no jugaba para él, lo hacía para la gente. Botafogo salvó las arcas solo por Mané, porque la gente pagaba lo que sea, los estadios se llenaban por verlo, sin importar los problemas en sus articulaciones y tendones, ni siquiera las inyecciones le evitaban el dolor. Sus meniscos estaban rotos hace rato, no se quería operar y estaba convencido de que las hierbas medicinales de la selva lo iba a curar, sin embargo jugaba y deleitaba a los presentes. No sé si era por la camiseta, por su amor al fútbol, pero siempre jugaba para la gente. La tarde de su entierro, el que habló fue Pelé: “Garrincha era una increíble jugador, uno de los mejores que he visto nunca. Podía hacer cosas con el balón que no he visto nunca. Sin Garrincha no hubiera podido ser tres veces campeón del mundo”. Para Pelé fue un amigo, para el fútbol uno de los diez mejores de todos los tiempos. En 1921 Epitácio Pessoa, en ese entonces Presidente de Brasil, dispuso que a la Copa América que se iba a disputar en Buenos Aires no vayan jugadores de piel morena, por razones de prestigio. De tres partidos, los blancos solamente ganaron dos. ¿Qué hubiera sido del fútbol brasilero sin los morenos?. La historia de los vecinos llevará por siempre el apellido de Garrincha, Pelé, Romario, Leonidas, Friedenreich e incluso el de Carlos Alberto, quien se blanqueaba la cara con polvo de arroz para poder jugar. Los años pasaron, el racismo no quedó nunca a un lado, pero el fútbol y los triunfos llegaron gracias a los pies de los morochos. La historia de Garrincha se repitió en muchos futbolistas, primero eran pobres, luego ricos y al tiempo otra vez pobres. El alcohol y las mujeres fueron protagonistas principales de sus vidas. El dinero se fue quedando si valor, pero Mané, como muchos de ellos, quedaran por siempre en el recuerdo, no por lo que hicieron en su vida privada, sino por lo que le dieron al fútbol dentro de la cancha. Pasaran los años, las generaciones, pero siempre alguien va a hablar de ellos. Hoy Rock and Ball tiró paredes con quien fue la alegría del Pueblo. Garrincha.

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Manuel Francisco dos Santos, Garrincha. No lo vi jugar y sin embargo lo extraño. Me hablaron de Pelé, no llegué a ser contemporáneo al mejor Maradona, Di Stéfano me quedó lejos y a Cruyff sólo lo disfruté en vídeos. Por el fútbol pasaron una incalculable cantidad de nombres, pero yo lo extraño a él, porque me encariñé con su historia y me quedé horas mirando videos en youtube para remontarme al pasado y hacer de cuenta que lo había vivido. Su adicción al alcohol lo terminó matando, lo alejó del fútbol, lo llevó a una muerte en soledad a los 49 años. Fumó desde los 10 y tuvo catorce hijos reconocidos, las mujeres llegaron por su billetera y no por su belleza, él sabía que era así, pero igual era feliz. La pelota fue su única compañía hasta el final de los días, por más de que ya no la podía tocar.  Hoy recordamos a Garrincha, la alegría de Brasil, la alegría del Pueblo.

Dice la historia, que esta vez no miente, que Brasil fue a jugar un amistoso a Italia para enfrentarse a la Fiorentina como preparación para la Copa del mundo de 1958. Allí estuvo Mané Garrincha, quien fue protagonista de uno de los goles más recordados de los últimos cien años en Florencia. Entró al área, dejó a un defensor en el suelo y pasó a dos más; apareció el arquero, quien también quedó desparramado en el piso;  al levantar la cabeza  se dio cuenta que todavía le quedaba pasar a un jugador, fue para allá y volvió para acá, pum, el defensa se golpeó la cabeza contra el palo; cuando volvió a aparecer el arquero le tiró un caño y definió con el arco vacío. Gol. Garrincha agarró la pelota, agachó la cabeza y se fue caminando a la mitad de la cancha. Italianos y Brasileros se unieron en un aplauso ensordecedor. Meses después, Brasil fue campeón del mundo, con Pelé, Didí, Vavá, Zagallo y el autor del gol qué todos hubiéramos querido ver.

De Garrincha decían que era feo, veloz y torpe, por eso su apodo, el nombre de un pájaro del Mato Grosso que tenía esas características. Mané tenía los pies girados ochenta grados para adentro, su pierna derecha era seis centímetros más larga que la izquierda y tenía la columna vertebral torcida. Ni una operación lo pudo acomodar.  Si Maradona no se hubiera drogado quizás hubiera sido mucho más jugador, ¿y Garrincha?. El psicólogo del seleccionado brasilero, Joao de Carvalahaes, dijo: “es un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo”. Ja. Con él en cancha, Brasil ganó 52 partidos, empató 7 y perdió una sola vez. Además, ganó dos Copas del mundo, en la de Chile 1962 fue el máximo goleador y fue elegido el mejor jugador del campeonato. Al cien por ciento era robo.

Quienes los vieron afirman que fue en mejor gambeteador de la historia, corría en zigzag y su cambio de velocidad era irreproducible. La primera pelota que tocó en su prueba en Botafogo terminó en un caño a Nilton Santos. La infancia le dio un apodo, fue Garrincha. Brasil fue más generoso  cuando hacía referencia a él, decían: “la alegría del pueblo o el Charlie Chaplin del fútbol”. Durante el mundial del Chile, un poeta lo eternizó: “Ángel con piernas zambas”. De un pajarito inútil pasó a ser un ángel. Así lo veían todos al futbolista que fue velado en el Maracaná ante ciento de miles de personas de personas un 20 de enero de 1983.

Garrincha no jugaba para él, lo hacía para la gente. Botafogo salvó las arcas solo por Mané, porque la gente pagaba lo que sea, los estadios se llenaban por verlo, sin importar los problemas en sus articulaciones y tendones, ni siquiera las inyecciones le evitaban el dolor. Sus meniscos estaban rotos hace rato, no se quería operar y estaba convencido de que las hierbas medicinales de la selva lo iba a curar, sin embargo jugaba y deleitaba a los presentes. No sé si era por la camiseta, por su amor al fútbol, pero siempre jugaba para la gente.

La tarde de su entierro, el que habló fue Pelé: “Garrincha era una increíble jugador, uno de los mejores que he visto nunca. Podía hacer cosas con el balón que no he visto nunca. Sin Garrincha no hubiera podido ser tres veces campeón del mundo”. Para Pelé fue un amigo, para el fútbol uno de los diez mejores de todos los tiempos.

En 1921 Epitácio Pessoa, en ese entonces Presidente de Brasil, dispuso que a la Copa América que se iba a disputar en Buenos Aires no vayan jugadores de piel morena, por razones de prestigio. De tres partidos, los blancos solamente ganaron dos. ¿Qué hubiera sido del fútbol brasilero sin los morenos?. La historia de los vecinos llevará por siempre el apellido de Garrincha, Pelé, Romario, Leonidas, Friedenreich e incluso el de Carlos Alberto, quien se blanqueaba la cara con polvo de arroz para poder jugar. Los años pasaron, el racismo no quedó nunca a un lado, pero el fútbol y los triunfos llegaron gracias a los pies de los morochos.

La historia de Garrincha se repitió en muchos futbolistas, primero eran pobres, luego ricos y al tiempo otra vez pobres. El alcohol y las mujeres fueron protagonistas principales de sus vidas. El dinero se fue quedando si valor, pero Mané, como muchos de ellos, quedaran por siempre en el recuerdo, no por lo que hicieron en su vida privada, sino por lo que le dieron al fútbol dentro de la cancha. Pasaran los años, las generaciones, pero siempre alguien va a hablar de ellos. Hoy Rock and Ball tiró paredes con quien fue la alegría del Pueblo. Garrincha.

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