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Colón y el virgen-gate

La absurda historia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y la cancha de Colón parece no llegar a su fin. Hoy, por primera vez desde que los jugadores reconocieron su responsabilidad por la destrucción de la figura religiosa, el equipo de Mario Sciaqua será local ante su público. Hace casi 10 años, en diciembre de 2001, la estatua fue bendecida por las autoridades eclesiásticas y emplazada en el estadio Brigadier Estanislao López, en un acto al que asistieron más de 7 mil hinchas sabaleros. La particular novela de su desaparición comenzó el pasado 7 de septiembre, cuando la Virgen fue removida de la parte superior de la platea Oeste, donde se encontraba desde que había sido donada por el uruguayo Jorge Fossatti. Tras el gran revuelo que generó su ausencia, la comisión directiva del Negro emitió un comunicado, aclarando que la escultura no había sido removida de manera permanente, sino que sería restaurada y bendecida, para luego reubicarla. Además, la publicación en el sitio oficial aclaraba que el costo del procedimiento correría por cuenta del plantel profesional. Por más de un mes no hubo noticias al respecto y, en consecuencia, los socios empezaron a impacientarse. Corrieron rumores de que la imagen había sido robada y de que algunos futbolistas la habían desechado por considerar que les traía mala suerte en los partidos. La Basílica de Guadalupe organizó una misa de desagravio y se manifestó preocupada, en un conflicto que ya había tomado una relevancia insólita y que nada tenía que ver con lo deportivo. Finalmente, el escultor Saúl Miller presentó un trabajo visiblemente distinto al original, por lo que, pasados los días, se quebró y debió aclarar que la estatua había sido reconstruída y no restaurada. Recientemente, Ariel Garcé, uno de los principales apuntados por los hinchas, reconoció su culpabilidad, en un escrito presentado a la justicia. El ex River aclaró que, junto a algunos de sus compañeros, notaron que la figura se encontraba en mal estado, producto del paso del tiempo, y que tenía “rajaduras, agujeros y pedacitos faltantes”. Por eso, decidieron, previa autorización del presidente Germán Lerche, solventar su reparación. Sin embargo, en el traslado, la Virgen se destruyó por completo. Ante la deseperación y angustia que le generó la situación, Garcé cuenta que les comunicó a los dirigentes y a sus compañeros lo que había ocurrido y, entre todos, optaron por reemplazar la destrozada escultura. Esto despertó la furia de miles de devotos y la Iglesia dio a conocer su malestar por medio del Monseñor José María Arancedo, quien declaró: "Los fieles viven con desolación este acontecimiento". En definitiva, más allá de las declaraciones cruzadas y cuestiones religiosas que parecen no tener límites, resulta importante recordar que Colón tiene un equipo de fútbol, que recibirá en pocas horas al puntero Boca y, pese al particular contexto, si lo derrota quedará a tan solo 4 puntos de la cima en el torneo Apertura.

La absurda historia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y la cancha de Colón parece no llegar a su fin. Hoy, por primera vez desde que los jugadores reconocieron su responsabilidad por la destrucción de la figura religiosa, el equipo de Mario Sciaqua será local ante su público.
Hace casi 10 años, en diciembre de 2001, la estatua fue bendecida por las autoridades eclesiásticas y emplazada en el estadio Brigadier Estanislao López, en un acto al que asistieron más de 7 mil hinchas sabaleros.
La particular novela de su desaparición comenzó el pasado 7 de septiembre, cuando la Virgen fue removida de la parte superior de la platea Oeste, donde se encontraba desde que había sido donada por el uruguayo Jorge Fossatti.
Tras el gran revuelo que generó su ausencia, la comisión directiva del Negro emitió un comunicado, aclarando que la escultura no había sido removida de manera permanente, sino que sería restaurada y bendecida, para luego reubicarla. Además, la publicación en el sitio oficial aclaraba que el costo del procedimiento correría por cuenta del plantel profesional.
Por más de un mes no hubo noticias al respecto y, en consecuencia, los socios empezaron a impacientarse. Corrieron rumores de que la imagen había sido robada y de que algunos futbolistas la habían desechado por considerar que les traía mala suerte en los partidos.
La Basílica de Guadalupe organizó una misa de desagravio y se manifestó preocupada, en un conflicto que ya había tomado una relevancia insólita y que nada tenía que ver con lo deportivo.
Finalmente, el escultor Saúl Miller presentó un trabajo visiblemente distinto al original, por lo que, pasados los días, se quebró y debió aclarar que la estatua había sido reconstruída y no restaurada.
Recientemente, Ariel Garcé, uno de los principales apuntados por los hinchas, reconoció su culpabilidad, en un escrito presentado a la justicia. El ex River aclaró que, junto a algunos de sus compañeros, notaron que la figura se encontraba en mal estado, producto del paso del tiempo, y que tenía “rajaduras, agujeros y pedacitos faltantes”. Por eso, decidieron, previa autorización del presidente Germán Lerche, solventar su reparación. Sin embargo, en el traslado, la Virgen se destruyó por completo.
Ante la deseperación y angustia que le generó la situación, Garcé cuenta que les comunicó a los dirigentes y a sus compañeros lo que había ocurrido y, entre todos, optaron por reemplazar la destrozada escultura.
Esto despertó la furia de miles de devotos y la Iglesia dio a conocer su malestar por medio del Monseñor José María Arancedo, quien declaró: “Los fieles viven con desolación este acontecimiento”.
En definitiva, más allá de las declaraciones cruzadas y cuestiones religiosas que parecen no tener límites, resulta importante recordar que Colón tiene un equipo de fútbol, que recibirá en pocas horas al puntero Boca y, pese al particular contexto, si lo derrota quedará a tan solo 4 puntos de la cima en el torneo Apertura.