Archivo

Las idas y vueltas de un Boca arrollador

El campeonato pasado el Mundo Boca no podía hablar de fútbol, ya que todo giraba alrededor de las diferencias entre Martín PalermoJuan Román Riquelme, y sobre la supuesta conspiración que había para sacar al diez del equipo.  La comisión directiva había contratado a Julio César Falcioni, y en su esquema, Riquelme no tenía lugar. Falcioni asumió en Boca y pidió a Walter Ervitti Con el ex jugador de Banfield entre los once, el esquema era 4-4-2. Nada más para objetar. Todo indicaba que Riquelme había perdido terreno  con el entrenador, y sus días en el club de la rivera estaban contados. Hubo muchas idas y vueltas, hasta que la Bombonera hizo bandera. Los hinchas de Boca no se bancaron que Riquelme quedara afuera del equipo. El mal rendimiento de Ervitti y la falta de resultados pedían la cabeza de Falcioni. Encima, Palermo no la metía.

De a poco, a base de goles, Riquelme se empezó a ganar un lugar. Un lugar que cuidó tanto como a la pelota. Riquelme jugó y rindió, Boca se encamino. Dejó de perder, y volvió a acordarse de lo que era ganar seguido. Palermo se retiró y Falcioni fue acreedor del derecho a dirigir a uno de los equipos más importantes del país, por lo menos, un semestre más. Después de un clausura 2011 para el olvido, arrancó el Apertura, y sucedió algo inesperado: transcurridas diez fechas, Boca es el único puntero, con cinco puntos de ventaja con respeto al segundo, que es Atlético Rafaela. Que los dirigidos por Falcioni ocupen ese lugar en la tabla no es casualidad, es causalidad. Una pretemporada excelente en Brasil logró que Clemente Rodriguez vuelva a ser el de Estudiantes, también sirvió para que Riquelme se ponga en forma, tanto física como futbolísticamente.

Boca ahora juega con un 4-3-1-2 que por momentos de divide en dos bloques: Los que atacan y los que defienden. Siempre son más los jugadores que están atrás de la pelota que los que están adelante. Eso demuestra el trabajo que hay en defensa y la efectividad que hay en ataque, porque cada vez que Boca tiene una chance clara, la cambia por gol. Agustín Orion demostró que es un arquero de equipo grande, le hicieron dos goles en diez partidos y las pocas veces que le llegaron respondió bien. La defensa se arma a partir de Rolando Schiavi. El central le devolvió a Boca la solidez y la experiencia que tanto le faltaba, y lo que la dupla conformada por Matías Caruzzo y Juan Insaurralde jamás pudo transmitir. Al lado del exjugador de Newell's se encuentra, justamente, Insaurralde. Ambos jugaron en la Lepra y le dieron altura a la defensa, un prioridad para Falcioni; Por los laterales juegan Facundo Roncaglia Clemente Rodriguez, el que va por la derecha prioriza la defensa, y las pocas veces que pasa intenta sorprender, mientras que el que va por la izquierda pasa más al ataque, convirtiéndose en un cuarto volante y busca asociarse con Riquelme, el único insustituible del equipo. En el medio, también se arma todo de atrás para adelante. Leandro Somoza es quien intenta darle equilibrio a la mitad de cancha, recibiendo ayuda constante de Walter Ervitti y de Diego Rivero, ya que los dos carrileros también se cierran para ayudar en la marca y, de esta manera, pueden pasar los laterales para sorprender.

Si no la toca Riquelme no vale. Cuando Boca tiene la pelota, cuando Boca ataca, la pelota siempre pasa por el diez. Él es el encargado de distribuirla para todos los sectores de la cancha. Levanta la cabeza, la pisa, mira y da un pase entre líneas a algún compañero para intentar generar una situación de peligro, y a veces, las genera el mismo, a través de una pelota detenida o por una jugada individual. El jugador más cuestionado del semestre pasado, el que muchos dirigentes quería limpiar, el que Falcioni no hacía concentrar, es el alma del equipo más sólido del torneo, es quien agarra la pelota cuando las papas queman, es el que le saca la presión a todos. En ofensiva, antes se jugaba para que Palermo hiciera goles, para que se pueda convertir en el máximo goleador de la historia del club, ahora se juega para que la metan todos. Lucas Viatri es el goleador del equipo con tres tantos, pero también convirtieron Dario Cvitanich, Pablo Mouche, Diego Rivero, Nicolás ColazoClemente Rodriguez, Rolando Schiavi, Erviti y Riquelme. Es verdad, Boca, juega al ritmo de Riquelme y tal vez, a veces, abuse de la presencia del diez y se transforme en una dependencia, pero eso no quiere decir que ahora Boca no sea el equipo más claro y contundente de Argentina. No juega como a todos les gustaría, y por momentos no es muy vistoso, pero Boca a este ritmo va derecho al título, defendiendo a lo Falcioni y atacando a lo Riquelme

Twitter: @Ibarraguille

El campeonato pasado el Mundo Boca no podía hablar de fútbol, ya que todo giraba alrededor de las diferencias entre Martín PalermoJuan Román Riquelme, y sobre la supuesta conspiración que había para sacar al diez del equipo.  La comisión directiva había contratado a Julio César Falcioni, y en su esquema, Riquelme no tenía lugar.

Falcioni asumió en Boca y pidió a Walter Ervitti Con el ex jugador de Banfield entre los once, el esquema era 4-4-2. Nada más para objetar. Todo indicaba que Riquelme había perdido terreno  con el entrenador, y sus días en el club de la rivera estaban contados.

Hubo muchas idas y vueltas, hasta que la Bombonera hizo bandera. Los hinchas de Boca no se bancaron que Riquelme quedara afuera del equipo. El mal rendimiento de Ervitti y la falta de resultados pedían la cabeza de Falcioni. Encima, Palermo no la metía.

De a poco, a base de goles, Riquelme se empezó a ganar un lugar. Un lugar que cuidó tanto como a la pelota. Riquelme jugó y rindió, Boca se encamino. Dejó de perder, y volvió a acordarse de lo que era ganar seguido. Palermo se retiró y Falcioni fue acreedor del derecho a dirigir a uno de los equipos más importantes del país, por lo menos, un semestre más.

Después de un clausura 2011 para el olvido, arrancó el Apertura, y sucedió algo inesperado: transcurridas diez fechas, Boca es el único puntero, con cinco puntos de ventaja con respeto al segundo, que es Atlético Rafaela.

Que los dirigidos por Falcioni ocupen ese lugar en la tabla no es casualidad, es causalidad. Una pretemporada excelente en Brasil logró que Clemente Rodriguez vuelva a ser el de Estudiantes, también sirvió para que Riquelme se ponga en forma, tanto física como futbolísticamente.

Boca ahora juega con un 4-3-1-2 que por momentos de divide en dos bloques: Los que atacan y los que defienden. Siempre son más los jugadores que están atrás de la pelota que los que están adelante. Eso demuestra el trabajo que hay en defensa y la efectividad que hay en ataque, porque cada vez que Boca tiene una chance clara, la cambia por gol.

Agustín Orion demostró que es un arquero de equipo grande, le hicieron dos goles en diez partidos y las pocas veces que le llegaron respondió bien. La defensa se arma a partir de Rolando Schiavi. El central le devolvió a Boca la solidez y la experiencia que tanto le faltaba, y lo que la dupla conformada por Matías Caruzzo y Juan Insaurralde jamás pudo transmitir. Al lado del exjugador de Newell’s se encuentra, justamente, Insaurralde. Ambos jugaron en la Lepra y le dieron altura a la defensa, un prioridad para Falcioni; Por los laterales juegan Facundo Roncaglia Clemente Rodriguez, el que va por la derecha prioriza la defensa, y las pocas veces que pasa intenta sorprender, mientras que el que va por la izquierda pasa más al ataque, convirtiéndose en un cuarto volante y busca asociarse con Riquelme, el único insustituible del equipo.

En el medio, también se arma todo de atrás para adelante. Leandro Somoza es quien intenta darle equilibrio a la mitad de cancha, recibiendo ayuda constante de Walter Ervitti y de Diego Rivero, ya que los dos carrileros también se cierran para ayudar en la marca y, de esta manera, pueden pasar los laterales para sorprender.

Si no la toca Riquelme no vale. Cuando Boca tiene la pelota, cuando Boca ataca, la pelota siempre pasa por el diez. Él es el encargado de distribuirla para todos los sectores de la cancha. Levanta la cabeza, la pisa, mira y da un pase entre líneas a algún compañero para intentar generar una situación de peligro, y a veces, las genera el mismo, a través de una pelota detenida o por una jugada individual. El jugador más cuestionado del semestre pasado, el que muchos dirigentes quería limpiar, el que Falcioni no hacía concentrar, es el alma del equipo más sólido del torneo, es quien agarra la pelota cuando las papas queman, es el que le saca la presión a todos.

En ofensiva, antes se jugaba para que Palermo hiciera goles, para que se pueda convertir en el máximo goleador de la historia del club, ahora se juega para que la metan todos. Lucas Viatri es el goleador del equipo con tres tantos, pero también convirtieron Dario Cvitanich, Pablo Mouche, Diego Rivero, Nicolás ColazoClemente Rodriguez, Rolando Schiavi, Erviti y Riquelme.

Es verdad, Boca, juega al ritmo de Riquelme y tal vez, a veces, abuse de la presencia del diez y se transforme en una dependencia, pero eso no quiere decir que ahora Boca no sea el equipo más claro y contundente de Argentina. No juega como a todos les gustaría, y por momentos no es muy vistoso, pero Boca a este ritmo va derecho al título, defendiendo a lo Falcioni y atacando a lo Riquelme

Twitter: @Ibarraguille