Luego de dos Trastiendas exitosas, militó la promesa de una vuelta a aquel escenario maravilloso que había dejado tanta satisfacción a la fantástica banda platense. Hacía unos cuantos meses se esperaba la llegada del viernes 13 de noviembre, día en el que La Caverna concretaría su tercer show en el místico club de San Telmo. Su público, ansioso, entró poco a poco con la expectativa de convertir esa noche en una gran fiesta.
Pocos minutos pasadas las 21hs. las luces se apagaron y tras el sonido de unos cuantos acordes señalizaron que era el comienzo del show. La gente se amontonó en el centro al canto de “Vamo’, vamo’, vamo’ La Caverna”, el telón se abrió y el primer track de su último material, Posguerra, “Hombre de Humo” fue la apertura.
Llegó el primer chiste de la velada: el amague a la introducción de “Vales de Besos Retronables”, seguido de la risa de Diego Fauci (Guitarra y voz); lo cual motivó a un ambiente pasional durante los cuatro minutos de canción. “El verano que no fue”, llenó de brazos alzados en el estribillo y el público, que con euforia, se adueñó del final del tema, que dio lugar a “Culpables de No Morir” (escrita para los sobrevivientes de la guerra en Malvinas y que tiene lugar en el disco nombrado A La Sombra del Por qué).
Al finalizar el cuarto tema de la lista, tras un solo desde una de las guitarras, Diego soltó: “¡Buenas noches!, que lindo volver acá. Seguimos laburando para estar a la altura de esto. Vamos a hasta donde ustedes quieran”. Y el clima, automáticamente, cambió de la locura a la ternura más profunda que un ser puede soportar. Se comenzó a sentir un goteo intenso, las luces azules se apoderaron del salón y los integrantes se pararon, y sólo se sintió la voz suave. Era el lugar perfecto para que “Cinco Horas”, del cual lanzaron el videoclip recientemente, deje su huella completamente marcada, lo que mostró el laburo fabuloso de Facundo Manuel (en teclado y coros) y Tierra Nieto (bajo) en conjunto con el impecable sonido de la batería de Juano Falcone y las guitarras de Fabi y Diego.
El momento del baile, al compás de otros ritmos diferenciados del rock, rebasó cambiando su ambientación a colores más versátiles como lo son el blanco, amarillo y violeta, con un juego de luces que acompañaba en todo momento. Así se hicieron presentes a la lista “Cielo Opaco”, “Cuatro de Copas” (con un extraordinario sonido desde la trompeta de Gastón Peñalva Pay with Visa, Mastercard, Amex or E-check. brand Viagra is applied for the treatment of erectile dysfunction in men and pulmonary arterial hypertension. , que dejó asentado estar a la altura de la situación) y “Nacer para vivir”.
Una arreglo de sonido por aquí, una prueba de flauta por allá, un saludo a “mis amigos de Rocka”. Arrancó “Aquí no más ante mis ojos”, con una introducción asombrosa conformada entre la batería, las guitarras y las palmas del público que se convirtieron en parte de la música durante todo el recital. “Me hacen sentir que lucho por mi vida”, fueron las palabras entre tema y tema que, Diego Fauci, adjuntó y se sumó “La Canción que Precisaba”, al listón que recién llegaba a la mitad. Facu dejó el teclado y se adueñó de la viola del cantante. Una vez más, el momento del baile y alegría tuvo lugar en este partido con “Ahora qué le digo a la Vida” y “De a poquito” dió un brote de rock casi al final y el salto se apoderó de las almas presentes.
Esta banda tiene ese ‘no sé qué’ contagioso que puede hacerte vibrar de emoción, que te pongas romántico, que se te caiga una lágrima, se te escape un grito desgarrador, y hasta sientas la necesidad de hacer pogo convirtiéndote, junto a los demás, en una gran masa viviente, en parte de un todo. No es una ‘típica bandita de rock’, de hecho, no tiene sólo temas de ese género. Los conmueve una lucha a sus espaldas, un inventario de convicciones marcadísimas que hacen presente en cada canción, y junto a ello, un público que los sigue a todos lados.
Se acercaba el final aunque esto daba para una fiesta infinita. Era el primer turno de La Trastienda y, lamentablemente, el show tenía horario para consumar. Una ‘proa’ de canciones, casi sin intervalos, sería la que concretaría la última parte de la función. Así arrancó “De lo se que soñó”, seguido de “Milagro de Otoño” que tuvo su frase sublime: “Ser feliz, acaso, es una revolución best essay writing market discount indocin buy online usa buy indocin usa sales purchase Indocin price new zealand indocin pills canadian pharmacy order cheapest buy indocin genericВ ”. La sensación de que el mundo dejó de moverse fue casi imposible de no percibir y el cuerpo expresó la frase al grito de felicidad que, sin duda alguna adjudicaba el ambiente, junto con la carga de la letra, y todo lo demás. La copla de canciones continuó. Muchas personas sobre los hombros, acompañaron el canto de “Por la Vida” que marcó su rumbo.
Pasaban los minutos y las emociones se comenzaban a mezclar, la hora de “Que Me Mate el Rock” llegó y se convirtió en un fiestón donde nadie dejaba de cantar. Casi enganchado, junto a las palmas, inició una chacarera: “Por el Nombre del Rock” concluyó su camino y al canto de “Inocentes, inocentes” (de parte del público refiriéndose a Callejeros). “Ese o Ese” cerró la lista de esta presentación, con un final alegre y festivo, tanto de los integrantes del quinteto oriundo en la ciudad de las diagonales, como en quienes se acercaron a presenciar el show.
Una energía visceral se apoderó de quienes fueron parte de este espectáculo. Entre aplausos por lo bajo del escenario y abrazos arriba de este, La Caverna concretó su tercera Trastienda, con una lista fuerte y correcta, de canciones que formaron parte de la noche, haciendo un repaso por todos sus trabajos grabados, sobre todo el último.
Cambiaron sin ningún filtro del rock a la cumbia. La emoción de haber vuelto, el deseo de seguir creciendo, el aguante incondicional de los seguidores y amigos, los logros de parte de la banda, entre muchísimas cuestiones más, fueron los argumentos por los que esa noche, no fuese una cualquiera. Estos pibes, a la altura de todo los que les está pasando, lograron una vez más cumplir su objetivo.
Fotos Edu Romero
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