El pasado lunes, la cuenta de Instagram de Divididos publicó un video del mítico Festival de Música de 1969 con la leyenda: “¡Conexión cósmica! En el año 1969 en un festival llamado Woodstock, Alvin Lee de Ten Years After se retira después del show con una sandía en el hombro. En el 2022, en un festival llamado Cosquín Rock, Diego Arnedo se retira con una sandía al hombro. ¡Hermosa coincidencia!”.
Pero la coincidencia sólo se da por el final de la actuación y lo que se vivió entre el público, porque, a diferencia de aquella actuación, en un concierto con problemas de afinación y grabación, en dónde sólo once minutos bastaron para que Ten Years After quedase en la historia, Divididos fue arrollador de principio a fin, con un sonido que siempre, siempre está impecable. Pero la anécdota empezaba a cobrar vida…
Bueno, llevá lo verde
Son casi las 22 horas del domingo 13 de febrero, el segundo del Cosquín Rock, cuando Divididos deja de tocar y se dispone a saludar al público, que todavía siente en todo el cuerpo el paso de La Aplanadora del Rock. Mollo tira sus púas, Catriel sus batas y, de golpe, la cámara se va con Diego Arnedo. Que tiene algo en el hombro y no es un bajo… ¡Es una sandía!
Para los presentes sería solamente eso, una sandía en el hombro de Arnedo y las risas del momento. Para Juan Eduardo Tello sería el momento y las risas posteriores, que quedaron inmortalizadas en fotos, videos y en el Twitter que lo hizo famoso por unas horas.
Juan Eduardo es de San Juan y fue con sus amigos al Festival. En la casa que alquilaron cercana al Aeródromo de Santa María de Punilla había unas sandías que sobraron de los días previos. Ahí comienza el viaje de esta fruta hasta el hombro del bajista. “Cuando el domingo vi que habían sobrado dos sandías les pregunté a mis amigos si pintaba llevarla al predio…”, dice quien por un momento dudó de llevarla. La decisión no fue fácil “porque muchos decían que no iban a dejar pasarla y muchos agitaban para que la lleve”.
La banda de la sandía
La historia continúa: “Nosotros íbamos a ir tipo 18 hs, pero otro grupo (de los 22 que eran en la casa) se fue antes y mi hermano se llevó una sandía. En los controles a él se la hicieron partir y perdió una mitad adentro. A mí, mientras iba entrando al predio, en varios controles me decían que no me iban a dejar pasar con eso, que en el próximo me lo sacaban”. Había dos grupos bien diferenciados en esa caminata: los que decían que no la pasaría (quienes controlaban) y el resto de la gente, que lo alentaba a seguir.
Al llegar al control policial fue la hora de la verdad: “Llegamos hasta el cacheo, me la quisieron sacar, pero me negué. Discutimos hasta que les hice entender que era una fruta y era parte de lo que dejaban entrar en esta edición al predio”. La discusión se terminó cuando apareció un jefe de seguridad y le dio el paso o la victoria “porque ahí la gente empezó a aplaudir”.
Juan fue de un escenario a otro con la sandía como carta de presentación y una especie de “pase” a mejores lugares para los recitales. Ya sea viendo a La Vela Puerca en el Escenario Norte o en el Sur, cuando fue a ver a Fito Páez, él iba con la sandía, la sandía iba con él y la gente que lo aplaudía y hasta le pedía fotos. Fue el mejor regalo para quien había cumplido años dos días antes. Entre la locura que generó y cómo se volvió famoso en la tarde del domingo no anda con vueltas, para definirlo con sus propias palabras entre risas: “Fui un rockstar por un día”.
El comienzo de la conexión cósmica
Juan vio todo el recital de Divididos en medio de un pogo donde saltó, pero también cuido la sandía con el resto del público. En un momento, Ricardo Mollo lo visualizó y se quedó medio sorprendido. Pero después hizo el segundo contacto visual, esta vez con Arnedo, quien se rió y esa risa fue el guiño para que Juan lo señalara, le mostrara la sandía y al recibir el OK, la acercara para que al final del show Diego se la colgara al hombro y se fuera.
Al volver de Santa María de Punilla “la locura” continuó por las redes que replicaron el momento y el “broche de oro” como alguien escribió por ahí cuando este lunes lo subió la misma banda.
Mientras tanto Juan continúa con su búsqueda de material de ese domingo: fotos o videos, también se pregunta qué habrá pasado con la sandía. Pero lo importante ya pasó y ya está: pasó a la historia como el pibe que le dio ese fruto a un emblema del rock nacional. Pero, además, quien llevó un poco de Woodstock al Cosquín Rock, rebelándose contra la autoridad, siendo aplaudido por la gente y reconocido por cientos.
Un año después del mítico concierto en EE.UU. los fanáticos de Ten Years After empezaron a asistir a sus conciertos con sandías que levantaban en el momento final cuando la banda interpretaba “I’m Going Home”. La historia dirá si Juan fue el iniciador de un ritual entre los seguidores y los miembros de La Aplanadora del Rock.
Comentarios