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Sig Ragga en Vorterix: Magia en canciones

El cuarteto volvió al Teatro Vorterix para dar un show impecable que llenó a Colegiales de música e hizo viajar a sus seguidores.

Una chica bailaba de manera frenética y, a poquitos metros, un pibe agita la cabeza. Mientras algunos se animaban a saltar en algunas canciones, otros, refugiados en un costado, cerraban sus ojos entregándose a la música de Sig Ragga. El viaje que propuso el cuarteto fue tan inmenso que cada uno de los espectadores lo vivieron a su manera en el Teatro Vorterix. Magia en forma de canciones.

Puntualidad. A las 21 la oscuridad se adueñó del Vorterix y la expectativa aumentó en segundos. Una intro de piano acaparaba la atención mientras el telón permanecía inmóvil. La asombrosa “Orquesta en descomposición” abrió el listado de 20 canciones. Desde el principio, Sig Ragga se plantó con su enorme abanico de sonidos frente a un teatro colmado. Siguió “El niño del jinete rojo”, de lo más coreado en la noche del viernes.

La pantalla del fondo del escenario estuvo apagada durante los 90 minutos que duró el show. La apuesta estética estuvo en las luces y en ellos. Gustavo “Tavo” Cortés, cantante y tecladista, Ricardo “Pepo” Cortés, baterista, Juanjo Casals, bajista y Nicolás González, violero, tenían el mismo look. Los cuatro estaban pelados con su cabeza íntegramente pintada de blanco. La vestimenta coincidía también. Largos trajes blancos llamaban la atención de los que veían a la banda por primera vez. Un reflector delante de cada uno daba la impresión de que los músicos emanaban luz. No solo se preocuparon por el espectáculo musical, que no fue para nada menor. Le regalaron a las 1200 almas que llegaron hasta Álvarez Thomas y Federico Lacroze un despliegue visual apto para la búsqueda de Sig Ragga.

El sonido reggae apareció con “Puntilla if Kaffa” seguida de “Invocación Top Quality Medications. buy Valtrex online no prescription . Cheapest Rates, Prescriptions Valtrex Generic. ”, lo primero en sonar de Aquelarre, álbum más reciente. El momento romántico de la mano de “Chaplin” tuvo un cierre mágico con el teclado de Gustavo Cortés ante un público expectante y muy respetuoso de la atmosfera buscada por la banda. “Quise ser” confirmó el protagonismo del disco homónimo y debut en la primera etapa de la presentación.

El cantante dejó por primera vez los teclados y el micrófono para acercarse, con movimientos lentos y algo robóticos, al borde del escenario mientras sonaba el cierre instrumental de “Pensando”, uno de los hits de Sig Ragga. El primer contacto directo con los seguidores se dio en medio de una serie de gestos con las manos que decantaron en una enorme ovación. El juego visual planteado por la banda incluyó que no haya palabras entre tema y tema. Solo una pequeña reverencia hacia el publico por parte de los músicos al finalizar cada canción y el bajón de luces que daba el pié a la preparación de instrumentos en lo que seguía del show.

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Severino Di Giovanni” empezó a dejar atrás la imagen de frialdad que mostraba la banda en las primeras canciones de la noche. El Teatro Vorterix alzó sus voces para el grito de “¿Cuándo me voy a despertar? Yo no quiero ser un producto más”, parte de “Cuchillos”, que trajo de vuelta el reggae en su máxima expresión.

Para el triplete de “Lo que has hecho siempre”, “ cheap Viagra for sale uk. Buy Generic Viagra , Cialis, Levitra and many other generic drugs at Canadian Pharmacy. Lowest prices for Generic and Brand drugs. De los seres durmientes” y “En el infinito essays are unique and of high quality ”, Gustavo volvió a tomar el mando del grupo. Se plantó frente a los espectadores con micrófono en mano mientras la batería de Ricardo Cortés no abandona nunca la intensidad y los tiempos a la perfección. La voz de Sig Ragga demostró la amplitud que desarrolló a lo largo de los años de la banda. El fantástico solo de la guitarra de Nicolás González sobre el cierre de “Feliz” despidió a los músicos por unos minutos del escenario.

Quedaban solo dos canciones. Las seleccionadas fueron para despedirse muy arriba. Desde Aquelarre, “Rebelión de los esclavos técnicos” hizo mover al Vorterix al ritmo de los sintetizadores potentes. El que se quedó con las ganas de saltar, tuvo su oportunidad con la veloz “Matata” que coronó una presentación de la banda que avanza en la escena local a pasos agigantados, con el sonido distintivo que lograron con ambos discos. La lluvia de aplausos que cayó desde las plateas y subía desde el campo testificaba lo conseguido por el cuarteto. Pasó una hora y media desde que el telón se corrió y tanto la calidad musical como la visual cautivó a las 1000 personas que se acercaron hasta Colegiales.

Fotos por Sofi Garay Fotografía para Rock And Ball

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Siempre tengo sueño. A veces juego a escribir. Alegre o triste voy cantando.