Se habló mucho en la previa. Demasiado para la magnitud de un personaje como el Indio. “El lujo es vulgaridad, dijo y me cobró 600 pesos”, fue uno de los tantos mensajes. A través de plataformas virtuales intentaban parodiar y desvalorizar la fecha del 12 de marzo. Todos aquellos que jugaron a ser paladines de la información y opinaron tanto de la organización del evento como de su salud se olvidaron de un pequeño detalle: El Indio es la primera red social.
SALUD
“El dolor me rompe las pelotas, pero no tengo miedo. Un último concierto voy a dar. Más que miedo, es curiosidad. No sé si uno es muy feliz después de los sesenta y pico de años.”, las palabras textuales del Indio Solari en Vorterix, allá por 2013. Por obra de su hermetismo, el tema se instaló y fue creciendo tanto como las versiones. La necesidad de los fanáticos por conocer el origen de sus molestias fue incontenible y se expresó en redes sociales.
Por algo, en aquel momento, optó por contar el efecto y no la causa. Y aunque en ese mismo reportaje dedicó tiempo a descartar enfermedades como el Sida o Cáncer, algunos proponían reflotar esas opciones. Hasta que rompió con el silencio, con otro mito más. “Mr. Parkinson me anda pisando los talones.”, afirmó 15 minutos antes de comenzar el show. Salió solo, con sus lentes, su gorra y con un saco que amainaba el frio. Encaró a su multitud, pidió silencio con sus manos y pronuncio, cual profeta, su mensaje. Fin de la discusión. Ahora sí, si quieren compártanlo, publíquenlo o cítenlo, pero él dispersó sus palabras ante miles sin necesidad de intermediaros. No contacta con aparatos, construye los conceptos y comunica sin modernas alternativas.
ORGANIZACIÓN
Los antecedentes de Mendoza y Gualeguaychú dieron de comer a más de uno. El clima y sonido, que no fue el apropiado, alimentaron a quienes jugaron a bastardear al ex vocalista de Los Redondos. ¿La respuesta? Diez torres de sonido de primera línea que cubrieron la totalidad del espacio e hicieron que se pueda apreciar la calidad.
Como desde sus principios confió en la gente. En el cuidado de unos a los otros. No necesitó de la policía local para custodiar la zona, bastó con dos pares de efectivos de seguridad privada para controlar el perímetro. “Violencia es mentir”, dice en Nuestro Amo Juega AL Esclavo y, efectivamente, es así. Sigue quebrando mitos en cada Misa y demostrado que aquellos que denigran su estilo, o a su público, hablan desde la ignorancia. La futbolización del rock ahí no juega. No hay rivalidades, hay una sola camiseta puesta: La de “PR”. Siguió derribando barreras culturales.
LISTA
Vivos hay en todos lados. O por lo menos que se autodenominen así. Días previos al recital circuló, por las principales redes sociales, una lista de 27 temas. Las especulaciones crecían tanto como la duda sobre la veracidad del documento. Desde el ser conservador del Indio, parecía imposible que sucediera algo semejante. Pero pasó. Nuestro Amo Juega Al Esclavo sonó a las 21:30 del día sábado y todo empezaba a coincidir con dicho papel. Saber si estaba en conocimiento o no quedará en él y su círculo, lo que importa es analizar el hecho. Fue al frente con lo estipulado. No se dejó manipular por la inmediatez y necesidad de un “like” más. ¡Por suerte fue así! Más de uno hubiera cargado con la cruz de haber generado que no sucediera lo que ocurrió. El mejor show de Carlos Alberto Solari en su etapa solista.
Finalmente, fueron 26 temas. Barba Azul vs El Amor Letal quedó afuera por enojo del cantante. A modo de repudio por recibir zapatillas, desde el público, decidió suspender la canción. Fueron mitad y mitad. El 50 por ciento estuvo destinado a los temas de la vieja guardia, la de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se escucharon himnos como: Esto Es To To Todo Amigos!, Gran Lady, Salando Las Heridas, Cruz Diablo!, El Arte Del Buen Comer, Capitán Buscapina, Es La Hora De Levantarse Querido, Luzbelito, La Parabellum Del Buen Psicópata, Rock Para Los Dientes y Jijiji.
Todo esto le alcanzó para demostrar que no necesita megas para hacer navegar la información, sus ideas, sus letras y música. En la cancha, o en el Hipódromo en este caso, se ven los pingos. Fue el mentor de una red social humana, la cultura ricotera. La primera, la más noble, la del boca en boca. Todo lo que vino después fue un retoque cibernético que no le llega ni a los talones.
Fotos de Gustavo Arrellaga.
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