“El futuro es tan brillante que voy a poner anteojos oscuros” – Ch.G.
El futuro nunca llega, siempre está por llegar. Lo único que restan son especulaciones, adivinanzas, conjeturas, apuestas. Pero lo cierto es que muy pocas veces, por no decir casi ninguna, se tiene la seguridad de nada.
¿Se puede, de alguna manera, adelantarse al futuro, entonces? ¿Se puede ser el futuro en el mismísimo presente? Aparentemente sí. O eso, al menos, enseñó y enseña a lo largo de su vida el querido Charly García.
No sólo por lo estrictamente musical, como en “Clics Modernos“, donde se peleó con toda la crítica por los aparatos utilizados y el lugar de grabación (EEUU) -y que luego todo el mundo aplaudió, porque el mundo así se había vuelto. No sólo por lo político, metaforizando lo indecible en tiempos indecibles (“Canción De Alicia En El País“). No sólo por no perder la brújula en tiempos confusos o impredecibles (“Yo No Quiero Volverme Tan Loco“).
Parte de la resonancia de sus versos hoy en día, que parecen siempre estar hablando del hoy más que del ayer -y hablarán más aun del mañana- no es sólo por la vigencia de los problemas en su esencia sino porque su misma visión o solución son igual de abstractas (“El Karma De Vivir Al Sur“). Frases y frases atraviesan a generaciones enteras porque son emitidas desde lo más profundo del corazón y en empatía con el alma humana de cualquier oyente. “Nunca me animé a decirte nada/ Nunca me animé a mostrar mi amor”: ¿quién alguna vez no se sintió así? ¿Y por qué no es caer en la banalidad al hablar así del amor? Porque no es obvio. Es certero, sin decir palabras exactas. Lo que se dice sinceridad. Y eso perdura en el tiempo.
Obras que incluyen lírica del estilo “los carceleros de la humanidad no me atraparán dos veces con la misma red” o “Somos suicidas y es la verdad” no son otra cosa que certezas que aplican a todxs, y todxs se pueden sentir identificadxs. En esas verdades se puede ver el oyente reflejado año tras año, aunque cambien las circunstancias, aunque cambien los discos. Entonces en el pasado se habla también del futuro, porque los mismos sentimientos siguen atravesando y si la frase sigue resonando a pesar de todo eso, es porque fue hecho con mucha sinceridad. La sinceridad es muy valorada.
Y siempre es una buena noticia tener a mano un artista sincero. Por eso García es tan querido. Porque aun cuando se pueda sentir uno mal y desolado, siempre habrá un Charly García en la repisa de los discos o en las listas de reproducción aleatorias de algún algoritmo dispuesto a dar una mano en la soledad o en la angustia. Y eso es algo que no tiene precio. Volver a Charly es volver a encontrarse con uno mismo, y donde sonaron esas canciones en el pasado, reverlas en el presente con otro gusto, con otro tono, y sabiendo que las volveremos a rever en un futuro para volver a compadecernos de nosotros, o nuestros sentimientos, o nuestras ilusiones.
Alguna vez Robbie Krieger, guitarrista de The Doors, contó que no sabía qué escribir a la hora de componer la letra de “Light My Fire”. Jim Morrison, su colega y vocalista, le dijo que debía tratarse de algo que fuese eterno, para que la letra no caduque, y así lo hizo. Con Charly es igual: lo eterno, lo inmanente al ser humano atraviesa toda su obra y así estará grabado para siempre. Para el futuro. Porque Charly García fue el pasado, es el presente y será el futuro. Charly García está en el futuro. Charly García es el futuro.
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