“Muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, muchas gracias Palermo, vos nos diste los goles, vos nos diste alegrías, lo que hiciste por Boca, no se olvida en la vida, no se olvida en la vida”, entonaron más de cincuenta mil almas en La Bombonera, en la noche en que el máximo goleador de la historia de Boca, con 236 goles, se retiraba del fútbol profesional.
Martín Palermo. El Loco. El Goleador del pueblo, como lo apodó Víctor Hugo Morales. El de los tres penales errados, el del gol agónico ante Perú para que Argentina empezara a clasificarse al mundial de Sudáfrica. Siempre Palermo. El verdugo de todos los equipos, de todos los arqueros. El optimista del gol. Un Titán en la vida. Un Titán en el fútbol.
La Bombonera volverá a sentir la Palermomanía. Alfio Basile y Carlos Bianchi serán protagonistas, desde el banco de suplentes, de la despedida de un goleador contemporáneo que metió más de 300. Jugadores de Boca por doquier y compañeros de triunfos y derrotas estarán presentes esta noche en la Fiesta del Loco, en su merecido homenaje. Palermo tuvo su despedida en junio, pero ahora en frío tendrá su homenaje. Atrás quedó la tapa de la revista Mística con el ex jugador de Estudiantes vestido de mujer, más lejos quedaron los goles al Real Madrid, los cuales le dedicó al mejor amigo que le dio el fútbol, a Guillermo Barros Schelotto, porque sabía lo importante que era para él ese partido. Desde las 20, más de cincuenta mil palermomaníacos entonaran el ya conocido: “Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir, los goles de Palermo, que ya van a venir“.
El Grandote, como le decía en la intimidad Juan Román Riquelme, había jugado su último partido oficial ante Gimnasia, en junio, y esa tarde-noche en vez de hacer goles le dio la asistencia a Christian Cellay, para que el defensor ponga el 2-2 y en ese mismo instante condene al mejor amigo que le dio el fútbol, al que más goles le hizo hacer, a jugar un partido desempate por no descender frente a Huracán. Palermo, metafóricamente, mandó al descenso a Gimnasia. Fue protagonista, héroe y villano, en una ciudad y en un país. El quinto máximo goleador de la historia del fútbol argentino se retiró en la misma semana que su rival de toda la vida se fue a la B. No solo eso, como él dice en su libro: “Me voy con River en la B Nacional, lo que ratifica que el fútbol es absolutamente impredecible. La coincidencia es que los dos rivales que tuve en mi carrera, Gimnasia y River, descendieron en el mismo campeonato en el que yo me retiré“.
Gimnasia y River, dos tiros al blanco en la cabeza de Palermo, en los gritos de gol del Loco. Al primero fue al que más goles le marcó (15), pero al segundo le hizo 12, de los cuales 6 se los convirtió a Roberto Bonano, ex arquero del Millo. Los sabios del fútbol podrán decir que La Garza no es un elegido, técnicamente hablando, pero su equilibrio, su talento para el gol, su instinto, su perseverancia, su presencia, su valentía y su temperamento, hicieron que Martín Pescador se transformara en el goleador que eligió Maradona para su equipo. Nada más ni nada menos: “Cuando Perú nos mete el 1-1, pensé que estábamos liquidados. Me olvidé en ese momento de Palermo. Digo que hoy hubo un milagro de San Palermo. Mis goles fueron normales, los milagros los hace Palermo, él entra y “tac”. Te hace sonrír hasta en las más jodidas. Cuando la gente canta: “Poné a Palemo la puta que te parió”, está bien. La Tota no se va a enojar, porque sabe que si yo pongo a Palermo, nos salva“, dijo el ex entrenador de la Selección argentina, en la conferencia de prensa después del gol del Loco a Perú por las eliminatorias pre mundialistas.
El optimista del Gol, como alguna vez lo apodó Bianchi, le dice adiós al fútbol. Ese rubio platinado que tantas veces hizo sufrir a millones de hinchas, pero que tantas otras los hizo emocionar, deja el fútbol profesional. Ya lo había hecho antes, pero ahora es su homenaje. Otra despedida más, otro merecido homenaje al Goleador del Pueblo.
¡Gracias totales!, como diría su ídolo, Gustavo Cerati.
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