En ese momento tan sólo necesitábamos que tocaran. Sólo eso, en un ámbito privado como lo es un Estadio. El que quería ir pagaba su entrada e ingresaba y el que no, se quedaba en su casa masticando su odio o amenazando de muerte a quienes íbamos. La inmensa mayoría de sobrevivientes necesitábamos “terminar” ese show del 30 de diciembre de 2004. Algo que era compatible aun con el odio de quienes no nos querían dejar. Los que estuvimos esa noche lo necesitábamos para cerrar una etapa y Callejeros lo sabía. Por eso puso a disposición invitaciones para todos los sobrevivientes y familiares que quisieran asistir.
Me tocó desde el primer día formar parte y muchas veces impulsar movidas relacionadas con la causa y con la banda. Hicimos remeras amarillas con leyendas que expresaban nuestra postura, que se entregaban al costo para todo el que quisiera salir a la calle con nosotros a acompañar el nacimiento de un Movimiento que con los años resultó en la conformación de No Nos Cuenten Cromañon. Se hacían concentraciones en el Obelisco, donde la consigna en principio era el fin de la censura que sufría Callejeros en todo el país. ¡Qué ilusos!, nunca creímos que íbamos a tener que estar luchando para que saquen a inocentes de la cárcel. Sin duda cambiaría ese Show de hace 10 años y todos los siguientes, para que hoy los chicos estén libres disfrutando de sus familias.
En ese año, el 2006, Patricio y los demás integrantes de la banda supieron las cosas que los sobrevivientes, que su gente, hacía por ellos. Y se acercaron a nosotros para saber cómo estábamos y compartir algún momento agradable dentro de tanta injusticia. Un show trunco, censurado por Alperovich (NdR: José, gobernador de Tucumán), en Tucumán en abril del 2006, daba paso a que saliéramos con más fuerza a la calle, a que se multiplicaran las remeras amarillas y a que finalmente se lograra el primer objetivo. Sin dejar de mencionar a una persona que puso los huevos necesarios para que esto suceda, que fue José Palazzo. Capaz de lograr algo impensado en ese momento, que era el aval y el acuerdo entre Luis Juez (Intendente de Córdoba) y José de la Sota (Gobernador de la Provincia), algo que no había sucedido en la historia de la humanidad más o menos. Algunos podrán decir que es un empresario y que vio el negocio. Puede ser también; claro, es su trabajo. Pero empresarios hay miles; ahora, que se la hayan jugado por Callejeros, uno solo. Y a través de él, se lograron las condiciones para que Callejeros tocara en el Chateau, el 21 de septiembre de hace 10 años.
El 17 de septiembre, 4 días antes, yo estaba en Villa Gesell. Recuerdo el llamado de Jorge Leggio (amigo y sonidista de Callejeros en ese entonces) confirmándome la noticia: “Esta vez es verdad, Dieguito, se hace el jueves. Apenas vuelvas, juntémonos”. Al regreso nos encomendaron y confiaron a mí y a otros sobrevivientes con los que solíamos organizar movidas una tarea que fue muy difícil: el reparto de las invitaciones para sobrevivientes. Se hizo de la mejor manera que se pudo, teniendo en cuenta el caos y el poco tiempo que había. Aunque todo estaba asegurado, no quería creerlo hasta que no sonara el primer acorde en el Chateau.
Viajamos con amigos en Micro de Línea, nos encontramos con otros allá y previo control desmedido de la Policía Cordobesa, ingresamos al Estadio. Antes que empezara el show, dentro del Chateau ya era todo emoción, lágrimas, risas, alivio… Primer acorde de Señales y el llanto imposible de contener me duró hasta el 7mo u 8vo tema. No recuerdo haber vivido nunca una emoción de ese estilo. Habíamos recuperado algo que un par de hijos de puta, capaces de vender lo más preciado que tiene el ser humano, nos quisieron arrebatar. Siempre voy a agradecer a mi familia y a la gente que estuvo cerca durante toda mi vida, por haberme dado los valores necesarios para querer estar siempre del lado de la verdad y la justicia. Y a Callejeros, por siempre dar la cara. Este infierno que están viviendo va a pasar…
Hace 10 años, nosotros necesitábamos ese show. ¿Alguien se creía capaz de quitarnos eso? Hoy, 10 años después, necesitamos que cumplan condena los Culpables y la Libertad de los Inocentes, para entonces sí, cerrar una etapa.
La Música no es un arma. CALLEJEROS INOCENTES
* Por Diego Cocuzza, sobreviviente de Cromañón, integrante de “No Nos Cuenten Cromañón”
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