Lali Espósito se presentó en el Cosquín Rock como uno de los números principales.
Lali Espósito se presentó en el Cosquín Rock como uno de los números principales.

En esta suerte de mixtura entre “Cuando Acecha la Maldad” y la temporada que “Black Mirror” jamás se animó a filmar en la que vivimos desde que Javier Milei fue ungido presidente de la Nación, hay cosas que deben recibir un límite ya mismo. El ataque escalado, orquestado y mal intencionado contra Mariana Espósito es uno.

Igual, hay que entenderlo. Javier Milei y su gobierno de inútiles, serviles y desclasados, vienen generando división en la Sociedad Argentina. Están los que se lamentan porque el transporte se va por las nubes y los que creen que “Pagábamos muy poco”.

Esa grieta ya no es político-ideológica, es mental. Es de la que se sirve Milei para crear en Lali una enemiga ideal en la cual apuntar los cañones de los lobotomizados (y acá no entran los que lo votaron y ven, con horror, en que se ha convertido este gobierno). Es el mismo mecanismo del que se nutrió para erigirse como “alternativa” a llevar los hilos de esta bendita nación, vociferando contra la “Casta” para terminar tranzando con lo más rancio de ella desde el día 1 de su (des)gobierno.

Del otro lado estamos nosotros, los que en realidad sí la estamos viendo. Los que vemos, sentimos y NO disfrutamos como todo esto se está yendo a todo a la mierda y somos un corso a contramano que va, sin frenos, directo al abismo. Pero nosotros somos los que no la ven. Como nos bautizó el Presidente de la Nación, Javier Milei.

Caída la Ley Ómnibus, un fracaso político estruendoso, que ahora intentó disfrazar de estrategia, Javier Milei salió a hacer lo que mejor le sale y lo que lo catapultó al Sillón de Rivadavia: tirar piñas al aire, gritar y fingir demencia. Captar a sus adeptos, otra vez, desde la seducción de sus desbordes púberes, con la inmensa gravedad que lo que antes hacia desde el Panel de “Intratables” ahora lo hace desde el Sillón de Rivadavia.

¿Dónde empieza el Lali Gate?

Con un tuit que Lali publicó el 13 de agosto de 2023, después de las PASO, en las que Milei arrasó. Lali con sólo cuatro palabras se puso a todo el universo libertario de Milei en contra: “Qué peligroso, qué triste”, publicó la artista, actriz y cantante. En aquel momento salieron a rebatirle con un montón de cosas terribles: crímenes en Rosario, índices de inflación, devaluación, las causas de Cristina, incluso, los hits que pegó Tini Stoessel. Olvidando un detalle: En todo eso que le marcaban Lali no tenía NADA que ver. No podía hacer nada. Ni debía hacer nada.

El tuit que puso a Lali en el Ojo del Huracán libertario

El tiempo pasó, Milei ganó y el ataque a Lali no cesó. Más bien aumentó e incluso, en la entrevista que Javier Milei le dio a sus tres perros, perdón, a Majul, Trebucq y el otro “colega” que no sé bien como se llama aún, tomó carácter de oficial. El Presidente de la Nación, haciendo gala de un humor más bajo aún que su estatura moral, tildó a la artista de “Lali Depósito”, en referencia a que Lali alguna vez cobró de una provincia por realizar un show en algún festival local. “Privilegio” al que han accedido cientos de artistas en todos los años desde que la Patria es Patria, porque desde el Imperio Romano está la noción del “Pan y Circo”.

Los políticos arman -sobre todo en el Interior- estructura de festivales que sirven para darle a su pueblo la cercanía con artistas que suelen ser como Dios: estar en todos lados, pero atender en Buenos Aires.

Así, existen la Fiesta de la Vendimia en Mendoza, la Fiesta de la Confluencia en Neuquén, pero también la fiesta del Queso de Horma en Villa Araña Muerta y la Fiesta Nacional de Ajo, en Callingasta, San Juan. No tiene nada de malo cobrar un dinero para presentarse allí y que sea “gratis” para la gente. Nada. No es corrupción, es una remuneración a un trabajo. Corrupción es lo que suelen hacer los gobernantes todo el resto del año, no la grilla del Festival de la Manzana comida por un Gusano, en Carcaraña.

Cosquín Rock no. Cosquín Rock es privado, es un negocio espectacular que excede a Lali por mucho y que lleva 24 años. En esta edición, se presentó Lali, también Slash, Las Pelotas, Divididos, Miranda, Steve Aoki, La Bresh, Damas Gratis y cientos de propuestas musicales de distintos palos y sabores. Todos cobraron. Todos cobraron de manera privada. No hace falta aclararlo, pero el Gobernador de Córdoba Martín Llaryora no le pagó a nadie.

Nos enteramos en las últimas horas, gracias a la agudeza del Presidente de la Nación que Cosquín Rock recibe exenciones impositivas de Córdoba. Es de idiotas o malos tipos creer que ese dinero va al bolsillo de los artistas, llaménse Lali, Mollo o Ciro. No existe tal transferencia. Es de idiotas o malos tipos también creer que Córdoba no recupera el dinero de esas exenciones en, por ejemplo, el inmenso movimiento turístico que le genera Cosquín Rock a la zona de Punilla y alrededores. En criollo: el negocio también es para Córdoba.

Este Milei, que se dice liberal libertario y que cree saber como funciona la economía, no parece muy sagaz para desenmarañar ese misterio. Y otra cosa, si las exenciones son subsidios, entonces el amigo que vive en Uruguay y que labura con el libre Mercado es el planero más VIP del que se tenga uso de razón. O hay “exenciones” y “exenciones”…

Aclarado esto, volvamos a Lali. Comenzó su carrera bajo el ala de Cris Morena. Participó de varias tiras para adolescentes y luego, en algún punto entre 2013 y 2014 decidió probar suerte como solista. En 2014 lanzó su primer disco y mal no le fue. Se convirtió en la primera mujer en llenar un Vélez, nueve años después. Lo que este año repetirán Emilia Mernes y María Becerra -en River- lo empezó Lali. Y otra diferencia de Lali respecto a muchos otros artistas: Lali siempre opinó. Cuando tocaba en el Gran Rex, en el Movistar Arena o en Vélez.

Lali, además, siempre dijo lo que pensaba. Siempre se asumió peronista y siempre usó su poder de masas -tiene un fandom increíble, eh- para bajar su línea. Y eso es un pecado mortal. Miren este video para entender de lo que hablo…

La industria las prefiere calladas y solícitas -miren a Emilia, si no- pero Lali, que es un producto de esa industria, nunca tuvo temor de alzar su voz. Es un producto de esa industria, pero ella le pone los límites a esa industria. Es una mujer empoderada, una petisa power que no se come ni una y que siempre dijo lo que pensaba. Se convirtió en un ícono LGBTQI+, defendió las banderas de la legalización del aborto, dijo claramente que iba a votar a Massa y sí, advirtió que lo de Milei era “peligroso” y “triste”, dos adjetivos calificativos que pintan a la perfección este gobierno payasesco y anti-pueblo.

Así las cosas, ya sobra decirlo, pero hay que remarcarlo, que la disputa Lali-Milei es absurda. Primero, porque una de las partes no goza de los privilegios de ser la máxima autoridad política del país. No es lo mismo ser una artista en contra del Gobierno que un Presidente de la Nación contra un artista. Acá no es Javier Milei contra Lali. Es el Presidente de la Nación Argentina contra Lali. Y Lali, como argentina, también es representada -muy a su pesar- por Milei. Entonces, no parten de lugares iguales, el “debate” no es equitativo, ni tiene las mismas posibilidades para los dos.

A la hora de señalar a los artistas, Milei además “olvidó” mencionar que su “novia” también ha sido contratada en diversas fiestas y festivales, debido a lo excelente imitadora que es, seguro, la mejor del país. ¿Le parecerá a Milei su propia pareja una planera que vive de los subsidios del Estado? Quizás lo sabríamos si Murray, Milton y el otro, perdón, Majul, Trebucq y el otro alguna vez hicieran una repregunta incisiva y no está suerte de “50 datos sobre mí que no sabías” que es cada entrevista que les brinda el Presidente de la Nación.

Todo esto, además, sucede en un país dónde se “festeja” que la inflación haya sido del 20,6% y que ya lleve más de 50% en sólo dos meses de gobierno. Lali no necesita quién la defienda, ella puede sola. Pero es necesario decir quiénes son los que la atacan, de manera orquestada, sistemática y mal intencionada, con el único objetivo que se hable de esto y no que el país se prende fuego y que estos ni siquiera tienen el número de teléfono del cuartel de bomberos.

Las cosas como son. Hoy es Lali, o Dillom, o cualquiera, es lo mismo. Este gobierno de holgazanes e ineptos necesita generar “disputas” de manera permanente para mantener el río revuelto. Por si el río se calma, y la gente ve lo que hay debajo del agua, sólo les queda ponerle nafta al helicóptero y salir volando por los aires.

ACTUALIZACIÓN: Al momento de terminar esta nota, Javier Milei continúo con sus dichos sobre la disputa, como si esto se tratara de una disputa del Secundario… Sobran las palabras.