Más allá de la desprolijidad de no haberle anunciado al pueblo boquense que se iba, nadie duda del amor que Carlos Tevez tiene por Boca Juniors. Sin embargo, parece haberle costado mucho la adaptación en esta segunda parte de su carrera. Nunca se lo vio feliz, salvo en algunos momentos específicos. El día que llegó, cuando expulsó: “La plata no hace la felicidad”, ante una bombonera que se colmó solo para verlo hacer tres jueguitos. Lo trajo la gestión de Daniel Angelici en año de campaña electoral. Fue el arma más filosa del actual presidente de Boca. Venía de ser muy insultado por haber expulsado del club a Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme, entre otros históricos.
Con la soga al cuello, el hombre de Mauricio Macri tenía que preparar una especie de jaque mate pastor. En el ajedrez esta jugada implica ganar el partido en cuatro o cinco movimientos. Y el presidente de Boca estaba atado de pies y manos, le quedaban pocas jugadas para poder revertir la situación. Ahí es cuando entra la variable Carlos Tevez. No hay dudas de la influencia de Macri a la hora de conseguir el regreso del astro que hacía estragos en la Juventus de Italia. De hecho, una de las situaciones más polémicas, fue que Boca podría haber esperado y traerlo en seis meses, de esa manera Carlos llegaba con el pase libre. Pero claro, al “Tano” Angelici no le servía, porque lo necesitaba antes de las elecciones y no después. Venía de dos eliminaciones con River, y el equipo era muy cuestionado.
Entonces el 10 decidió volver a Boca. Pavada de noticia. Con Tevez de su lado y una oposición dividida no fue difícil para Daniel Angelici ganar las elecciones . Ya con la relajación de cuatro años más de gestión, eligió a su técnico: Guillermo Barros Schelotto, quién armó un equipo alrededor de Carlos. El semestre sin embargo no fue bueno, quedó afuera de la Libertadores en semifinales, Central lo bajó de un hondazo en la Copa Argentina y quedó puntero en un campeonato local con gusto a poco. No jugará torneos internacionales el año que viene. Sin embargo, el apache la rompió contra River y eso generó una sensación de estabilidad falsa, ilusionó con que revise su decisión de partir. Pero ya estaba todo acordado, lo curioso es que nunca lo comunicó, se fue en silencio, con la cabeza gacha como sabiendo que lo que estaba haciendo traicionaba sus principios. Sino no se explica porque no habló, porque no dijo nada, después de prometer que se retiraba en Boca.
Carlos Tevez dejó de ser el jugador del pueblo hace mucho tiempo. Porque el jugador del pueblo no hace campaña para los poderosos. En su corta nueva etapa en Boca, ni bien llegó, Tevez se paseó por diferentes canales de televisión hablando sobre los altos niveles de pobreza de la provincia de Formosa. Habló de desigualdad social y aseguró que la gente “se caga de hambre”, dos conceptos que probablemente sean ciertos. Pero que también se repiten a una cuadra de donde él entrena. En el barrio de La Boca, donde Macri – Angelici han hecho desastres con los vecinos, donde el club jamás ha puesto el ojo. Pero Tevez solo habla de Formosa. ¿Por qué? Después de interminables análisis de pura opinión aclara, “Yo no quiero hacer política”. ¿Tevez no es acaso política pura? Después de esa frase falsa, le agradece a Angelici por haber ido a buscarlo. Ese Angelici que es el mismo responsable del día del gas pimienta, entre otras cosas.
Daniel Angelici logró llegar a la presidencia del club en 2011 con el apoyo de Macri. Logró imponer a Martín Ocampo, ex abogado personal de él, como fiscal general de la Ciudad de Buenos Aires, es decir uno de los jefes del Ministerio Público Fiscal de Buenos Aires. Es el propio Ocampo el encargado del caso del gas pimienta del 14 de mayo. Pavada de casualidad. Ah, además es el padrino del hijo de Angelici. Discúlpeme Carlos pero usted hace política todo el tiempo. Usted eligió jugar para el tipo que hace negocios con Rafael Di Zeo, Mauro Martin y todos sus secuaces. Usted ya eligió y decidió no explicar nada. En Boca a Carlos Alberto Martínez no paran de cambiarle su identidad por guita. Le sacaron todo. Primero su apellido, para robarlo tuvieron que transformarlo en Tevez. Después fue perdiendo su apodo, lejos quedó del pueblo. Decidió jugar para los poderosos, y esos poderosos son los que matan de hambre al pueblo. Y por más que en unos años vuelva al club de sus amores, de algunas cosas no se vuelve.
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