El 20 de noviembre de 2015, poco antes del Balotaje que arrojó que Mauricio Macri sería el próximo presidente de la Argentina, la Mansión Seré, histórico centro clandestino de represión amaneció con pintadas que fueron toda una declaración de principios: “El 22 se termina el curro de los derechos humanos”. Era una amenaza, fue mucho más. Hay un gobierno que, en los casi año y medio que lleva en el poder, ha tenido mucho más gestos para la sombra que para la vereda del sol.
Conocido es el apoyo de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo al Kirchnerismo. Pero es un apoyo que no nació en la política, nació en la convicción, nació en el “curro de los derechos humanos” que no fue más que la reivindicación de los organismos de DD.HH, bajar los cuadros de la ESMA, perseguir hasta abajo de la cama a los que robaron bebés, torturaron gente, la desaparecieron y, en el mejor de los casos, la “mataron” en un “enfrentamiento” con la policía. Hacer la causa de la “aparición de los nietos” una bandera estatal, necesaria, vital.
Tempranito, al otro día que ganó Macri, La Nación salió a pedir “reconciliación” y volvió a tomar la bandera de la “Teoría de los dos Demonios”, después aparecieron Juan José Gómez Centurión y Darío Lopérfido, entre otros, agitando barbaridades y declarando provocaciones, igual que Mauricio Macri, que también puso “el número” en duda. Pero ojalá se hayan quedado ahí, también les faltaron el respeto a las Madres y las Abuelas. Primero, no recibiéndolas prontamente, después con instalar de nuevo el tema de los “Dos Demonios”, la última es cuando quisieron poner cemento sobre los pañuelos de La Plaza. Y ahora, la escueta respuesta “Es el estado de derecho” ante lo que la Corte votó, ajustándose a derecho, es cierto, pero sin derecho moral a hacerlo. ¿Qué estado de derecho rigió para los 30 mil desaparecidos? ¿Hubo alguno? Fue el corolario de todo un año y medio de volver a machacar con la idea de “reconciliación” en lugar de la de “Juicio y Castigo”. Idea a la que en las últimas semanas se sumó -cuándo no- la Iglesia Católica Apostólica Romana de Buenos Aires.
También hubo un 24 de Marzo de 2016 recibiendo al presidente del país que ideó el “Plan Cóndor”, que puso en el poder a las Juntas. Porque la dictadura ni siquiera fue un tema ideológico, fue un tema económico. Estados Unidos reventó el aspecto económico de media Sudámerica, utilizando serviles Fuerzas Armadas que, de paso, “limpiaron” los focos subersivos existentes en los agitados años ’70, hijos del comunismo reinante en Cuba y, todavía, en gran parte del mundo. Pero no existió un “estado de derecho”, ni siquiera gozaron de aquello que los militares sí: juicio y castigo. Para los 30 mil, el juicio fue como pensaban, que leían, a quién conocían, con quién se juntaban, de qué familia venían y el castigo la muerte (en el mejor de los casos), la represión, la tortura, la amputación, la picana, y demás. ¿En serio hay algún punto de comparación? ¿En serio se puede hablar de “bandos”, como dice la inefable Cecilia Pando? No, no hay de dónde agarrarse. No hay manera. No hay perdón. Y no hay reconciliación posible ante tanto dolor impreso en la sociedad argentina que, por suerte, ha aprendido a ejercer la memoria. Porque en este tema no hay desmemoriados, hay hijos de puta. Corta.
El 2×1 a los genocidas que votó la Corte Suprema, se inscribe dentro de esta oleada de revanchismo que exiben quienes durante 12 años vieron como los Pañuelos blancos ondeaban, luzca el sol o no. Que los derechos se reivindicaban, que los Astiz, los Massera, los Videla, los Galtieri eran juzgados y recibían una a una cadenas perpetuas que aseguraban que iban a morir en la cárcel. No torturados, no vejados, no amenazados, habiendo podido conocer a toda su familia. Pero morir en el cárcel. Algo era algo. Piden “clemencia” con el estado de salud, con qué están enfermos, con que son viejos. ¿Qué de todo esto se tuvo en cuenta con los desaparecidos? ¿Por qué exigen eso entonces? No debería haber lugar. Pero hay.
La Corte votó por la Independencia de los poderes, ok. El gobierno hace una pantomina que “repudia” el 2×1, pero en realidad le da lo mismo. O hasta le gusta. No olvidemos que está formado, en gran parte, por las familias que, junto con la Iglesia, fueron la “pata cívil” de una dictadura cívico-militar, que sin la complicidad, el poder económico y las influencias de las 20 grandes familias que componen la puta oligarquía nacional (todavía vigente) y entre las que se encuentran las dueñas de los grandes medios de comunicación del país, no hubiese desembarcado de la manera que lo hizo, con “Total Normalidad”, como realzaba el Diario Clarín en su portada del 25 de marzo de 1976, mientras en paralelo se ponía en marcha el plan sistemático para torturar, asesinar y desaparecer personas más nefasto que nuestra historia, que lamentablemente sabe de dictaduras, conoció. ¿De qué reconciliación hablan?
Seguramente quienes votaron a “Cambiemos”, la gran mayoría de ese 51% que votó a favor del “cambio” no incluía esto en su menú. Porque varios votaron, más que nada, para que no siga la dinastía “K”. Pero cuesta imaginar a tantos argentinos de un lado tan cobarde y malicioso. Seguramente a muchos de los que pusieron a Mauricio Macri en el poder esta decisión, este 2×1, esta posibilidad de ir al Súper y encontrarse a Astiz, les hiela la sangre. Bueno, a todos los convocamos para que vengan a la Plaza. Para que sean parte del repudio generalizado a una medida que se ajustará a derecho, pero no a la Justicia.
Sin rencores, sin divisiones políticas, poniendo los Derechos Humanos por delante de todo. Reclamando que quienes nos robaron a 30 mil almas (y varios bebés) no puedan caminar por las mismas calles que nosotros, porque son asesinos. Lisa y llanamente. Después discutimos, si Cristina, si Macri, hasta si Néstor está vivo en una isla, si quieren. Pero este miércoles, a las 18, todos tenemos que estar en La Plaza. Pidiendo porque este 2×1 se revierta ya mismo, porque en esta la Corte juzgue con la moral y la coherencia por delante del “derecho” y el deber.
Porque hay temas en los que no debería existir ningún derecho. Porque merecen morir en la cárcel. Porque no aplicaron nada de lo que ahora piden con los que torturaron, desaparecieron y asesinaron de 1976 a 1983. Vamos a la Plaza, todos. A pedir que se respete, al menos en este tema, la Memoria, la Verdad y la Justicia. Porque ellos son “Derechos y Humanos”; pero nosotros reivindicamos los “Derechos Humanos”, que suena parecido, pero ni se acerca.
Porque, como dije antes, en esta tema no hay reconciliación posible, no hay un punto de acercamiento, no hay manera de acercar posiciones. Porque no hay desmemoriados, hay hijos de puta. Y a los hijos de puta hay que dejarlos en la cárcel,que se mueran, que se pudran, que no vean nunca más el sol. Ese es el único “estado de derecho” que les cabe, porque cuando ellos fueron el Estado no respetaron ningún derecho. ¿De qué reconciliación hablan?
18 hs, Plaza de Mayo. Nos vemos ahí.
Comentarios