Un matafuego en la pensión de Barracas (Foto: Ariel Gutraich)
Un matafuego en la pensión de Barracas (Foto: Ariel Gutraich)

Disclaimer: El texto en citas rojas es de Erika Chalandowski. Se puede leer todo el texto primero o ir intercalándolo. Si sólo lees el texto en citas, ya vas a entender la idea de la nota.


El silenco abruma. Atrona. El sonido, grita. Hace exactamente una semana, Andrea y otras tres mujeres, que eran dos parejas de lesbianas, vieron como su vida fue interrumpida por el ataque de odio que perpretó una persona, de la que aún poco se sabe. Esta persona, un hombre del que no se tienen mayores precisiones, resolvió arrojarles una bomba molotov mientras dormían en la pieza que compartían en una pensión en Barracas.

Imaginate que te vas a dormir. Imaginate que al lado tuyo duerme tu pareja. Te abraza, tal vez

El tema no genera horas de aire, no hace correr ríos de tinta, ni hace modificar fotos de redes sociales a mansalva. El tema -parece- importa poco. El tema -parece- mejor que pase desapercibido.

En la lógica del “algo habrán hecho” se inscribe este ataque “lesbodiante” o, lisa y llanamente, crimen de odio. ¿Cuál era el pecado de Andrea y sus tres compañeras? Amar a las personas de su mismo género. ¿Cómo puede ser que no estemos hablando de esto? ¿Cómo puede ser que no estemos llorando a mares por esto? ¿Cómo puede ser que no estén las calles repletas gritando Justicia?.

El contexto actual de la Argentina, con bromas de bullying que se realizan desde la -mal que nos pese- máxima investidura del país, más el cierre del INADI, más el ataque a todas las banderas del feminismo, la abolición de la idea de un ministerio de género, genera un combo dónde un ataque de odio por razones de género está dentro de “lo esperable”. Es repudiable. Es condenable. También es silenciable. Y, también, aunque a algunos les suene fuerte, es muy esperable. Incluso, es alentado por el combo antes mencionado.

¿Quiénes eran Andrea y sus otras tres compañeras? ¿Por qué las mataron? ¿Quién lo hizo? ¿Qué va a pasar con la persona que decidió arrebatarle la vida a Andrea y a dos de sus tres compañeras? Algunas preguntas que deberían llenar la pantalla de la TV y ocupar la primera plana de los diarios. Y que no estamos viendo, leyendo, ni preguntándonos.

imaginate que, con mucho esfuerzo, lográs juntar la plata para pagar una habitación en una pensión, junto a otra pareja amiga. Imaginate que mientras duermen escuchan un estruendo

En tiempos dónde un perro imaginario se lleva mucha atención y tiempo de aire, este ataque, que es bastante más real, parece haber ocurrido en otra parte, parece ser algo que nos es ajeno. Quizás la idea sea no hablar de esto para hacer de cuenta que no pasó. Pero ni Andrea, ni sus tres compañeras, Pamela Cobas (52), Mercedes Roxana Figueroa (52) -ya fallecidas y parejas entre sí- y Sofía Castroriglos, que será dada de alta muy pronto y era la pareja de Andrea. Ninguna de ellas merecen este silencio tan atronador. Tan pesado. Tan denso. Tan oscuro y silencioso -valga la redundancia- que grita por todos lados.

Las cosas que perdimos en el fuego

La historia de Andrea Amarante (42), incluso, es una historia dentro de estas cuatro historias. Además de ser lesbiana, además de haber sido atacada vilmente por una bomba molotov, Andrea era sobreviviente de Cromañón. En 2004, el 30 de diciembre, Andrea era una de las miles de personas que habían ido a ver a Callejeros y que logró salvar su vida. Tenía algo más de 20 años.

Después de esa noche Andrea, como cientos de personas, entró en el espiral de olvido y ninguneo al que fueron sometidos, en todos estos años, los sobrevivientes de la masacre. Desde aquella época, afrontó la invisibilidad y el silencio, al que le adicionó su condición de “lesbiana” -una suerte de pecado en la Argentina de Milei- y de “pobre”, otra condición que en este país te pone en riesgo. Andrea se salvó del fuego aquella noche, pero no pudo salvarse del fuego ahora, mientras dormía plácidamente en una pensión de Barracas. Andrea, eso sí, nunca se salvó de ser invisible.

Imaginate que un enfermo de mierda acaba de tirar una molotov, y tu pieza se prende fuego. Tu cuerpo arde. Tu vida se apaga. Imaginate que te despertás. Estás en un hospital.

Conocida la noticia de su muerte, agrupaciones de sobrevivientes de Cromañón, como Coordinadora Cromañón, alzaron la voz para pedir Justicia por Andrea. En los comunicados que emitieron, de paso, subrayaron lo que ya se sabe: muchos, cientos, de los sobrevivientes de Cromañón sufren una doble tragedia. Por un lado, la acontecida el 30 de diciembre y la que vino después, con el olvido, invisibilidad, ninguneo y nula contención a la que por ejemplo, Andrea, estaba sometida.

“Ayer víctima de la tragedia de Cromañón, hoy de un ataque lesbodiante. Mientras tanto de un Estado ausente que le da la espalda. Andrea no es parte del padrón de víctimas que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires creó en el año 2005. De hecho, esa lista reconoce solo a 1600 personas como sobrevivientes. Es decir, menos de la mitad del total. Andrea no percibió ayuda económica y tampoco es beneficiaria del Programa de Salud para víctimas de Cromañón. Andrea estaba en situación de calle y dormía donde podía. Veinte años después, a Andrea se le hicieron realidad todos los miedos y pesadillas”, señala el comunicado de la Coordinadora de Cromañón. Como Andrea, hay cientos de personas. Esperemos que como Andrea, ningún sobreviviente caído del sistema encuentre de una manera tan cruel, la muerte.

Andrea estaba en situación de calle, Andrea estaba expulsada del Estado, Andrea era una nadie. Andrea, hoy ya es bandera. Andrea, Mercedes y Pamela serán íconos de una resistencia que debe empezar ya mismo. Una resistencia que le recuerde al Gobierno actual y a aquellos envalentonados por la coyuntura actual, que en esta sociedad no queremos crímenes de odio.

Que aquellos que enarbolan la bandera de la libertad y las libre decisiones, deben respetar una de las más básicas que tenemos como seres humanos: elegir a quién querer y cómo hacerlo. Y que a nadie debe importarle. Nadie debe meterse en las sábanas de los demás y, muchísimo menos, sentirse dueño de atacar por eso, de agredir por eso, de escribir idioteces en redes sociales por eso. De matar por eso.

Tu cuerpo está quemado. Tu novia no está. Tus amigas tampoco. Tu mundo quedó hecho cenizas

Andrea, en cierta forma, murió dos veces. Murió tres veces. Murió cientos de veces. Murió después del 30 de diciembre, murió cada vez que fue ninguneada, murió cada vez que fue expulsada del sistema a tal punto que, estaba en situación de calle, quizás con su amor de pareja como único refugio, el mismo que a alguien le pareció mal que exista. Por supuesto, son muertes metafóricas, teóricas, poéticas. La muerte real le llegó ahora, cuando una persona, de sexo masculino, decidió que le molestaba su existencia y la de sus otras tres compañeras.

Y antes de morir, Andrea (y Pamela y Mercedes) ya habían muerto, pero de ignorancia, desidia e invisibilidad. Andrea Amarante estaba internada en terapia intensiva del Hospital Penna desde el miércoles pasado, con el 75 por ciento del cuerpo quemado.

Nos enteramos de su muerte por un comunicado del ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires. Frío. Escueto. Despersonalizado, desprovisto de todo tipo de empatía y de dolor. Ni siquiera alguien le puso voz a la noticia. Un accionar lógico y que se lleva muy bien con el hecho, terrible, que nadie de la Ciudad repudió el ataque ni lo mencionó siquiera. Tampoco nadie del gobierno. En definitiva, nadie. Los que expulsaron a Andrea no aflojaron el lazo ni en el final, haciendo gala de una crueldad sin límites. Una persona asesinó a tres lesbianas sólo por su condición y a nadie de la Ciudad ni del Gobierno le pareció oportuno expresar su repudio o plantear un pedido de Justicia. Nada.

Nadie.

Silencio.

No te lo imaginés más. Es real.

JUSTICIA PARA ANDREA, PAMELA, ROXANA Y FUERZA PARA SOFÍA

BASTA DE VIOLENCIA PATRIARCAL


Ayuda para Sofía

La cuenta para colaborar es la de la Asociación Ni Una Menos. Solicitan que cuando se hagan las transferencias se agregue la palabra “lesbianas” en las razones o motivos.

Los datos son
Alias de transferencia: ACIVIL.NIUNA.MENOS
Asunto: lesbianas
CBU 1910027855002701341732
Número de cuenta corriente 191027013417/3