Es sumamente complejo hacer una película simple en estos días, no porque no existan historias de ese tenor sino porque vivimos en la era de lo superpoblado, practicamente somos rehenes de un nuevo período Barroco, esta vez digital.
Por eso El libro de la selva, nueva película de Jon Favreau (director de Iron man, actor invitado en algunos capítulos de la serie Friends, entre otros trabajos ) se propone apuntar a la simpleza, basada en el libro clásico de Rudyard Kipling, representa un desafío por partida doble para el director y sobretodo para el estudio Disney, que no solo afronta un desafío por hacer una remake de un clásico animado sino por hacerlo con personajes reales, y no recurrir a la animación como en su film original.
¿Cómo hacer para sorprender a niños que cada vez están más cerca de lo robótico que de lo sentimental? Esta terrible encrucijada no es más que un mero obstáculo al ver el resultado de la película.
Jon Favreau no deja nada librado al azar, ya desde el comienzo podemos ver a Mogwli, el único humano de toda la película, (interpretado por el increíble niño Neel Sethi) atravesando la selva a toda velocidad, trepando árboles, saltando ciénagas, esquivando todo tipo de obstáculos mientras es perseguido por lobos, situaciones que provocan adrenalina y nos hacen admirar la belleza de una selva que será la vedette a lo largo de toda la película.
Las explicaciones de la trama no abundan, el nudo de la cinta es el escape de Mogwli de las garras de Shere Khan (Cuya voz es la de Edris Elba, protagonista de la serie Luther) quién odia a los humanos, principalmente a “los cachorros de esa raza”, y decide darle muerte al protagonista antes de que se convierta en adulto trayendo peligro a la jungla entera.
Por supuesto que la historia tiene un comienzo, Bagheera la pantera negra (voz a cargo de Ben Kingsley, ganador de un Oscar por su papel en la película biográfica de Mahatma Gandhi) encuentra a nuestro niño abandonado en una cueva y decide llevarlo a una manada de lobos donde Raksha, la loba madre, cuya voz es la de la actriz Lupita Nyong’o, (quién con su papel en 12 años de esclavitud obtuvo un Oscar histórico), decide criarlo junto a sus propios cachorros bajo la atenta mirada de Akela, Líder de la manada y macho de Raksha, cuya voz es interpretada por Giancarlo Esposito, Gus Fring en la exitosa serie Breaking bad.
Allí Mogwli aprende el código de los lobos y como vivir en manada, su individualismo como ser humano se diluye a medida que avanza en su crianza y solo mantiene la lógica de la inteligencia que su raza contiene en su naturaleza.
Es así que la película se dirime entre varios valores fundamentales que nos irán guíando a traves de una historia simple y poderosa, que mezcla humor, acción y aventuras, sin frenar nunca su ritmo.
La aparición de otros personajes claves como Kaa (La serpiente cuya voz es interpretada por Scarlett Johansson) King Louie (El mono gigante cuya voz es la del mismísimo Christopher Walken) y por supuesto el increíble oso mielero Baloo (la voz la pone Bill “God” Murray) personaje cómico y a la vez inseparable de Mogwli en su cruel huída.
Sin entrar en demasiados detalles al respecto de la trama (No deberíamos perdonar que no hayan leído un clásico como este pero lo hacemos porque los queremos) la película mantiene un ritmo parejo, intenso y por momentos sentimental.
Si bien estamos acostumbrados a la mecánica clásica de Disney (un hecho cruel que marca la vida del protagonista para siempre y nos hace sentir empatía por esa angustia innecesaria) Jon Favreau nos ahorra lágrimas y nos suma alegrías y vigor, en ningún momento sentimos la necesidad de llorar y tampoco es mucho el sufrimiento más allá del contexto, y las emociones logran formar parte de la acción, el film abandona el golpe bajo y en caso de darlo, no es de la fuerza de los anteriores clásicos del estudio (Dumbo, Bambi, Pinocho, La cenicienta,etc).
Es por eso que la película cuenta una historia directa, que cualquiera puede entender, con la que hasta el más escéptico puede sentirse encantado, y no conforme supera otro desafío, tal vez el más importante dada la intensidad con la cuál está contada. En la trama llega un punto dónde los animales (increíblemente digitalizados) pasan a ser seres como uno, que hablan y se relacionan a través del diálogo.
La magia de la película no se apoya en los intentos que pueda tener de cambiar la historia ya clásica y super conocida, sino en agregar ciertos guiños de modernidad, que no cambian el quid de la cuestión y logran hacer sentir cierta cotidaneidad en el relato. Algunos chistes y modismos, licencias en partes de la cinta que aggiornan el contexto colaborando para que sea más creíble, básicamente porque algunos tramos de la vieja historia, especialmente la parte musical, no parecían fáciles de insertar en un tanque de hollywood, pero logran ser efectivos y muy entretenidos.
Es así que uno va a ver la clásica Remake que intenta recaudar con una historia ya de manual y termina fascinado por la forma y los tiempos que el director elige para contar lo que ya todos sabemos, sorprendiendo a los mayores que llevaron a los chicos, generando cierta nostalgia que obliga a llegar a casa y repasar el libro buscando coincidencias y agregados al relato.
El libro de la selva es una vuelta a los orígenes de nuestros cuentos sin faltarles el respeto, es revisitar algo que nos hizo vivir algo fuerte de chicos repitiendo la sensación aún siendo grandes, es llevar a un niño al cine con la mera idea de divertirlo a él y terminar por ahí uno más entusiasmado que el infante. Es rememorar aquellas lecturas de aprendizaje mientras merendábamos, es volver a ser un cachorro humano perdido en la selva ayudado por Bangheera y divertido por Baloo, lejos de los Shere Khan del mundo protegidos bajo el pelaje de Raksha.
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