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Stranger Things: Cuando el cine se convierte en serie

Trama: 1983. Tras la desaparición del pequeño Will Byers en un pueblito de Indiana, su madre encarnada por Winona Ryder, el sheriff Jim Hooper y sus amigos del colegio Mike, Lucas y Dustin intentarán encontrarlo, pero deberán luchar contra fuerzas oscuras.

Productora: Netflix / Año: 2016 / Temporada 1 / 8 Capítulos / 60 minutos

Lo que hace unos años era jugar en la B Nacional, hoy se transformó en jugar en Primera. Actores reconocidos caían en series, y era sinónimo de que sus sueños habían muerto. Actualmente la situación es inversa: Las carreras de los actores renacen o comienzan a partir de las series, y estas series parecen tener más vida que una película. Esto último es algo fácil de discutir, porque podemos visualizar una misma película más de treinta veces, y sin embargo, por más que nos encante una serie, nos resultaría muy costoso ver la misma cantidad de veces una serie que tenga seis temporadas. Podríamos, pero quizás no le encontraríamos demasiado sentido. Ojo, no es que las series no aporten nada cuando las volvemos a revisar. Muchas de ellas contienen una serie de factores que se disfrutan más en un segundo visionado, pero otro tanto no, debido a que quizás "su temporada 3" fue pensada en base a lo que mejor funcionó en "su temporada 2" pero no en lo que mejor funcionó en "su temporada 1", con el inconveniente mayor de que ya no se puede modificar lo visto. En otras palabras, observando la obra completa, es muy probable que se encuentren errores temporales, argumentales y sin sentidos, inclusive en Los Sopranos o Breaking Bad, dos de las series mejores consideradas en la historia. ¿Esto está mal? Por supuesto que no. Una serie entera contiene (haciendo generalidades) treinta directores, veinte productores, un número inmanejable de actores, y un showrunner que a veces se convierte en dos o en tres, dependiendo del éxito del producto. Este último punto sobre los errores, el desgaste y la llamada “descartabilidad de los episodios” (ya que una vez que los viste, no te interesa volver a verlos tanto como una película) es el principal argumento que utilizan aquellos que degustan más el cine y ven a las series como un enemigo, o sin volvernos tan tribuneros, “como algo menor”. Lo que se debe entender entonces, para evitar discusiones sin sentido, es que las series manejan otro lenguaje, un lenguaje propio, que puede parecer similar al lenguaje cinematográfico, ya sea por los actores, por la puesta, por los conflictos iniciales, pero que contienen una construcción distinta. Están, en su mayoría, pensadas para ser efectivas, y se alimentan de actos y pequeños actos a los que hoy en día ya estamos acostumbrados. Quizás sea cierto que el cine ha ido perdiendo espacio, en parte debido a que, tanto las series como las películas, hoy son tan fácilmente descargables, que cada vez son menos las personas que se acercan al cine (como lugar). Hay que sumarle a esto que lo económico, por ejemplo en nuestro país, también influye. Sí, aún mucha gente consume cine en cine, pero se debe a estrenos puramente taquilleros (las películas o los mal denominados “films pochocleros”) y no a películas “de las que se escuchan buenas cosas”. En ocasiones, ni siquiera los éxitos terminan siendo tan exitosos, porque se prefiere esperar online, o porque simplemente se opta por recurrir a una serie y enamorarse de un personaje durante más de dos horas. Repito: Hay que aceptar los cambios. Ni menospreciar al cine y volverse adicto a la-tele-en-casa, ni atacar a las series que no tienen la culpa que ya no existan guiones cinematográficos tan ricos como en las décadas de oro. Will Byers, segundos antes de su desaparición. Ahora sí, vamos a lo que nos ocupa Me permití este prólogo para hablar del Love-Hate entre Cine y Series, porque si existe una grieta entre los empedernidos amantes del cine y los fervientes enamorados de las series, en esta irán los dos de la mano. En primera instancia, tenemos actores nuevos y jóvenes (que seguramente terminarán en la pantalla grande) encarnando personajes queribles y muy definidos. Suele suceder que, para forzar ciertos desenlaces, los personajes se ven obligados a realizar actos que no forman parte de la lógica del personaje. En este caso, eso no sucede. Cada acción que realizan, cada línea que mencionan es claramente identificable, aún si tapas la pantalla y ves solamente los subtítulos. Algo muy relacionado con lo cinematográfico. En segunda instancia, la serie está repleta de homenajes a hits del cine, no sólo a los clásicos con sello Spielberg (E.T, Encuentros Cercanos, Goonies) sino también a otros éxitos de los 80´s y fines de los 70´s como Alien, Pesadilla, Estados Alterados, Evil Dead y The Thing (de estas últimas dos incluye poster). Y podría mencionar una decena de títulos más, pero es mejor que los descubran por su cuenta. Hay algo muy importante para resaltar sobre esta última cuestión: Estamos hablando de homenajes, y de un producto super-autoconsciente. En ningún momento reniega de sus orígenes. Al contrario, intenta dejarlos en claro en cada momento para que los guiños puedan ser disfrutados. Sus creadores, The Duffer Brothers (que tienen en su haber la serie “Wayward Pines), blanquean todas estas referencias, e incluso ya han tenido el visto bueno del mismo Stephen King, que se sintió enormemente agradecido por haber influenciado a un producto que recaptura la esencia de aquellas aventuras que muchos consumimos de niños. Stranger Things vs The Goonies Pero no sólo tiene efecto la nostalgia. Uno de los grandes aciertos de la serie es haber encontrado una trama y un desarrollo que componen un producto que funciona por sí mismo, más allá de sus influencias, como pudo hacer Quentin Tarantino con su cine, por citar un ejemplo al alcance de todos. Como si fuera poco, al tener protagonistas jóvenes, protagonistas adolescentes y protagonistas adultos (tres líneas argumentales que lógicamente se entrelazan), alcanza a cubrir el interés del público de todas las edades. Esto es importantísimo para analizar el porqué de una recepción tan efectiva. En el horizonte se avecina una Segunda Temporada, aunque todavía no se conozca demasiada información y ni siquiera esté confirmada. Lo cierto es que las sólo 8 horas de duración fueron perfectas para:
  1. Contar la historia en forma simple, sin elementos forzados, sin minutos de más, sin tramas que no cierran y sin escenas que no aportan.
  2. Construir, si se quiere, un nuevo formato. Un híbrido entre las temporadas clásicas de 10 o 13 capítulos y las temporadas de 3 o 6 capítulos que se suelen ver en Inglaterra.
  3. Generar un espíritu cinematográfico. No sólo podemos ver una dirección nivel A, una fotografía que sorprende y actuaciones acordes al producto, sino que también la duración (apoyado por la temática) acerca al cinéfilo que, por lo general, se desentiende fácil de las series que demandan demasiado tiempo porque sostienen que "Ver una temporada equivale al tiempo en que se pueden ver 10 películas". Al ser más breve, invita al cinéfilo a darle una oportunidad.
Ahora: Esto que voy a mencionar parece una obviedad, pero no lo es, sobre todo pensando en términos de guión: No incluye ninguno de los artefactos mega-archi-hiper-super-tecnológicos que nos rodean en la actualidad. Hoy en día los celulares, los mensajes de texto, las conversaciones con chats y redes sociales ayudan a plantar tramas, a generar atajos y a justificar problemas. A veces se utiliza bien, a veces se utiliza mal, pero estamos tan acostumbrados que quitarlos obliga a que pensemos el triple en cómo contar lo que queremos contar, y debe seguir siendo ligero, entendible y fresco. Stanger Things lo logra con creces. No necesita trasladarte a una época por una vestimenta o por una locación. Lo hace con acciones y con vocabulario. Juega con la inocencia y con el misterio. Lo utiliza a su favor, y sabe sacarle el mejor de los provechos. Estos ejemplos (y seguramente muchos más que estaré olvidando) hacen que Stranger Things pueda ser disfrutado por todos. Por chicos, adolescentes y adultos. Por amantes de las series y por amantes del cine. Por amantes del clase B y por amantes del Mainstream. En resumen, no me preocupa demasiado si mis argumentos le resultan equívocos a alguno. La discrepancia es válida en todos los aspectos. Lo único que espero es que mis palabras ayuden a que los curiosos o dudosos le den una chance. Después, corre por cuenta de ustedes. De este lado, hay puro disfrute, y en mi humilde opinión, lo mejor que he tenido la suerte de ver durante este 2016. [embed]https://www.youtube.com/watch?v=RJLFDHEk7u4[/embed]

Trama: 1983. Tras la desaparición del pequeño Will Byers en un pueblito de Indiana, su madre encarnada por Winona Ryder, el sheriff Jim Hooper y sus amigos del colegio Mike, Lucas y Dustin intentarán encontrarlo, pero deberán luchar contra fuerzas oscuras.

Productora: Netflix / Año: 2016 / Temporada 1 / 8 Capítulos / 60 minutos

Lo que hace unos años era jugar en la B Nacional, hoy se transformó en jugar en Primera. Actores reconocidos caían en series, y era sinónimo de que sus sueños habían muerto. Actualmente la situación es inversa: Las carreras de los actores renacen o comienzan a partir de las series, y estas series parecen tener más vida que una película.

Esto último es algo fácil de discutir, porque podemos visualizar una misma película más de treinta veces, y sin embargo, por más que nos encante una serie, nos resultaría muy costoso ver la misma cantidad de veces una serie que tenga seis temporadas. Podríamos, pero quizás no le encontraríamos demasiado sentido.

Ojo, no es que las series no aporten nada cuando las volvemos a revisar. Muchas de ellas contienen una serie de factores que se disfrutan más en un segundo visionado, pero otro tanto no, debido a que quizás “su temporada 3” fue pensada en base a lo que mejor funcionó en “su temporada 2” pero no en lo que mejor funcionó en “su temporada 1”, con el inconveniente mayor de que ya no se puede modificar lo visto.

En otras palabras, observando la obra completa, es muy probable que se encuentren errores temporales, argumentales y sin sentidos, inclusive en Los Sopranos o Breaking Bad, dos de las series mejores consideradas en la historia. ¿Esto está mal? Por supuesto que no. Una serie entera contiene (haciendo generalidades) treinta directores, veinte productores, un número inmanejable de actores, y un showrunner que a veces se convierte en dos o en tres, dependiendo del éxito del producto.

Este último punto sobre los errores, el desgaste y la llamada “descartabilidad de los episodios” (ya que una vez que los viste, no te interesa volver a verlos tanto como una película) es el principal argumento que utilizan aquellos que degustan más el cine y ven a las series como un enemigo, o sin volvernos tan tribuneros, “como algo menor”.

Lo que se debe entender entonces, para evitar discusiones sin sentido, es que las series manejan otro lenguaje, un lenguaje propio, que puede parecer similar al lenguaje cinematográfico, ya sea por los actores, por la puesta, por los conflictos iniciales, pero que contienen una construcción distinta. Están, en su mayoría, pensadas para ser efectivas, y se alimentan de actos y pequeños actos a los que hoy en día ya estamos acostumbrados.

Quizás sea cierto que el cine ha ido perdiendo espacio, en parte debido a que, tanto las series como las películas, hoy son tan fácilmente descargables, que cada vez son menos las personas que se acercan al cine (como lugar). Hay que sumarle a esto que lo económico, por ejemplo en nuestro país, también influye. Sí, aún mucha gente consume cine en cine, pero se debe a estrenos puramente taquilleros (las películas o los mal denominados “films pochocleros”) y no a películas “de las que se escuchan buenas cosas”.

En ocasiones, ni siquiera los éxitos terminan siendo tan exitosos, porque se prefiere esperar online, o porque simplemente se opta por recurrir a una serie y enamorarse de un personaje durante más de dos horas. Repito: Hay que aceptar los cambios. Ni menospreciar al cine y volverse adicto a la-tele-en-casa, ni atacar a las series que no tienen la culpa que ya no existan guiones cinematográficos tan ricos como en las décadas de oro.

Will Byers, segundos antes de su desaparición.

Ahora sí, vamos a lo que nos ocupa
Me permití este prólogo para hablar del Love-Hate entre Cine y Series, porque si existe una grieta entre los empedernidos amantes del cine y los fervientes enamorados de las series, en esta irán los dos de la mano. En primera instancia, tenemos actores nuevos y jóvenes (que seguramente terminarán en la pantalla grande) encarnando personajes queribles y muy definidos. Suele suceder que, para forzar ciertos desenlaces, los personajes se ven obligados a realizar actos que no forman parte de la lógica del personaje.

En este caso, eso no sucede. Cada acción que realizan, cada línea que mencionan es claramente identificable, aún si tapas la pantalla y ves solamente los subtítulos. Algo muy relacionado con lo cinematográfico. En segunda instancia, la serie está repleta de homenajes a hits del cine, no sólo a los clásicos con sello Spielberg (E.T, Encuentros Cercanos, Goonies) sino también a otros éxitos de los 80´s y fines de los 70´s como Alien, Pesadilla, Estados Alterados, Evil Dead y The Thing (de estas últimas dos incluye poster). Y podría mencionar una decena de títulos más, pero es mejor que los descubran por su cuenta.

Hay algo muy importante para resaltar sobre esta última cuestión: Estamos hablando de homenajes, y de un producto super-autoconsciente. En ningún momento reniega de sus orígenes. Al contrario, intenta dejarlos en claro en cada momento para que los guiños puedan ser disfrutados. Sus creadores, The Duffer Brothers (que tienen en su haber la serie “Wayward Pines), blanquean todas estas referencias, e incluso ya han tenido el visto bueno del mismo Stephen King, que se sintió enormemente agradecido por haber influenciado a un producto que recaptura la esencia de aquellas aventuras que muchos consumimos de niños.

Stranger Things vs The Goonies

Pero no sólo tiene efecto la nostalgia. Uno de los grandes aciertos de la serie es haber encontrado una trama y un desarrollo que componen un producto que funciona por sí mismo, más allá de sus influencias, como pudo hacer Quentin Tarantino con su cine, por citar un ejemplo al alcance de todos.

Como si fuera poco, al tener protagonistas jóvenes, protagonistas adolescentes y protagonistas adultos (tres líneas argumentales que lógicamente se entrelazan), alcanza a cubrir el interés del público de todas las edades. Esto es importantísimo para analizar el porqué de una recepción tan efectiva.

En el horizonte se avecina una Segunda Temporada, aunque todavía no se conozca demasiada información y ni siquiera esté confirmada. Lo cierto es que las sólo 8 horas de duración fueron perfectas para:

  1. Contar la historia en forma simple, sin elementos forzados, sin minutos de más, sin tramas que no cierran y sin escenas que no aportan.
  2. Construir, si se quiere, un nuevo formato. Un híbrido entre las temporadas clásicas de 10 o 13 capítulos y las temporadas de 3 o 6 capítulos que se suelen ver en Inglaterra.
  3. Generar un espíritu cinematográfico. No sólo podemos ver una dirección nivel A, una fotografía que sorprende y actuaciones acordes al producto, sino que también la duración (apoyado por la temática) acerca al cinéfilo que, por lo general, se desentiende fácil de las series que demandan demasiado tiempo porque sostienen que “Ver una temporada equivale al tiempo en que se pueden ver 10 películas”. Al ser más breve, invita al cinéfilo a darle una oportunidad.

Ahora: Esto que voy a mencionar parece una obviedad, pero no lo es, sobre todo pensando en términos de guión: No incluye ninguno de los artefactos mega-archi-hiper-super-tecnológicos que nos rodean en la actualidad. Hoy en día los celulares, los mensajes de texto, las conversaciones con chats y redes sociales ayudan a plantar tramas, a generar atajos y a justificar problemas.

A veces se utiliza bien, a veces se utiliza mal, pero estamos tan acostumbrados que quitarlos obliga a que pensemos el triple en cómo contar lo que queremos contar, y debe seguir siendo ligero, entendible y fresco. Stanger Things lo logra con creces. No necesita trasladarte a una época por una vestimenta o por una locación. Lo hace con acciones y con vocabulario. Juega con la inocencia y con el misterio. Lo utiliza a su favor, y sabe sacarle el mejor de los provechos.

Estos ejemplos (y seguramente muchos más que estaré olvidando) hacen que Stranger Things pueda ser disfrutado por todos. Por chicos, adolescentes y adultos. Por amantes de las series y por amantes del cine. Por amantes del clase B y por amantes del Mainstream.

En resumen, no me preocupa demasiado si mis argumentos le resultan equívocos a alguno. La discrepancia es válida en todos los aspectos. Lo único que espero es que mis palabras ayuden a que los curiosos o dudosos le den una chance. Después, corre por cuenta de ustedes. De este lado, hay puro disfrute, y en mi humilde opinión, lo mejor que he tenido la suerte de ver durante este 2016.