El sábado 29 de septiembre marcó un antes y un después en la historia social y política brasilera, así como también una continuidad en el crecimiento del feminismo a nivel regional que, a paso firme y con la fuerza cada vez más imparable de las mujeres ha ganado espacio en las calles de toda América Latina y el mundo.
El aire está tenso. La rabia al Partido dos Trabalhadores, que fue la clave para orquestar el golpe contra Dilma Rousseff en el 2016, dejó un espacio vacío que la anti política, encarnada por el fascismo, interpretó y convirtió en el discurso preponderante para derrotar al PT en las urnas.
De forma misteriosa, con dos proyectos aprobados en 28 años como diputado federal y una campaña prolongada contra los derechos de las minorías, Jair Messias Bolsonaro consiguió captar ese electorado indignado y diseminar aún más su discurso de odio y rechazo a la diferencia.
Respaldado por un ejército de trolls encargados de adorar su discurso, se perfiló como el candidato incorruptible, defensor de la familia tradicional y de los brasileros de bien que apoyan el armamento de la población como forma de combatir la violencia.
No hay que ser injustos, no todos los que eligen al candidato pueden ser tildados de machistas, racistas, homofóbicos y misóginos. La gran mayoría es víctima del discurso anti PT que durante 10 años la Globo se encargo de propagar por todos los rincones del país, logrando que ese electorado que hoy elige al “mito” hiciera de la antipolítica su bandera de campaña.
Hartos de los mismos nombres y cansados de los escándalos, compraron la idea de la lucha contra la corrupción y hoy entienden que el único que puede disputarle el poder a la izquierda que los defraudó es Bolsonaro.
Hasta ahí todo bien, ellos nos insultaban sin demasiados recursos y lograban colocar a Bolsonaro en primer lugar para disputar la segunda vuelta. Los discursos de odio se multiplicaban y la violencia en la calle resultaba cada vez más palpable. Pero las meninas tenían otros planes y la experiencia argentina les daba esperanza.
De forma espontánea y a una velocidad increíble, en redes sociales se instaló la consigna #elenão #elenunca #elejamais. El grupo de Facebook Mulheres contra Bolsonaro reunió a 2 millones de mujeres en menos de 15 días y convocaba para el día 29 de septiembre a tomar las calles en todas las ciudades del país. Fue tal el impulso que tomó la campaña que, en un intento desesperado por desmovilizar, el grupo fue hackeado por militantes pro Bolsonaro y varias de sus administradoras fueron amenazadas y agredidas.
Demasiado tarde, puesto que ningún militante del odio conseguiría callar el grito que se replicó en más de 600 ciudades de Brasil y el mundo, del cual participaron mujeres, comunidad LGBT, negros, indígenas y personas de todas las banderas.
El #EleNão ya había generado incomodidad por su crecimiento en las redes, pero la convocatoria que tuvo la movilización cayó como un rayo sobre las expectativas de los fascistas. Incapaces de interpretar las estadísticas, que colocan al candidato en primer lugar pero con un rechazo de 48% en todas las encuestas, lo concreto y orgánico del movimiento que se vio en las calles el sábado 29 significó un verdadero cachetazo del que difícilmente puedan recuperarse de cara a las elecciones del próximo domingo 7 de octubre.
Para quien piensa que la mujer debe ganar menos porque se embaraza, la confianza en el resultado electoral se desvanece y el odio y la ignorancia van dejando lugar al anonimato y la vergüenza.
Tal es así que el mismo Bolsonaro tuvo que retroceder en sus dichos. Días atrás, en una entrevista a un canal de aire, el candidato había afirmado que no aceptaría un resultado que no fuera una victoria suya. Ya el domingo salió a explicar que lo que en realidad quiso decir fue que ante una eventual derrota no llamaría por teléfono al candidato del PT para felicitarlo.
Fue tan inmenso lo generado por las mujeres en las calles que, en un esfuerzo desesperado por replicar y opacar la convocatoria del día anterior, se organizaron “carreatas” a favor del candidato, cuyas consignas inexistentes dejaron lugar de sobra para el ruído de las bocinas de las motos y los autos con los que pretendían ocupar más espacio. Así y todo no llegaron ni cerca de lo generado por las mujeres, quienes contaron con manifestaciones artísticas de grandes y reconocidos cantores, escritores, políticos y militantes, además de la enorme convocatoria que generó la consigna Ele Não.
Como único recurso, los militantes del odio utilizaron la agresión para desmerecer lo sucedido y el hijo del candidato, el diputado Eduardo Bolsonaro, declaró que no se sentía incomodado por las manifestaciones del día anterior puesto que las mujeres de izquierda son más feas y sucias. Por si fuera poco, la lluvia en la ciudad de San Pablo resulto demasiado para esa militancia, que en pocos minutos disolvió la convocatoria dejando las calles desiertas.
Una vez más las mujeres fuimos protagonistas, gritamos en todos los rincones del planeta y copamos las calles para hacernos visibles y dejar nuestro mensaje de repudio al odio. En las calles de la ciudad de Cabo Frío, estado de Río de Janeiro, el pañuelo verde de la campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito se hizo presente como una de las banderas del feminismo.
“Las mujeres argentinas nos mostraron el camino y esta vez nos tocó a nosotras” escucho que comentan las compañeras que se agolpan para fotografiar el mensaje “o oposto do feminismo é a ignorância” que aparece en mi cartel. Las meninas van a definir esta elección y si algo quedo claro después del sábado es que ya no habrá lugar en la democracia para quien no haga del feminismo su bandera de batalla.
Comentarios