Si decimos Regginald Kenneth Dwight, probablemente nadie sepa quién es, otros buscarán su nombre en su mente sin éxito o lo asociarán a un conocido, pero bajo ningún punto de vista aparecerá la figura de una las estrellas más grandes que tuvo, y tiene, el rock inglés.
Tampoco es justo decir que Reggie Dwight sigue vivo, de hecho fue reemplazado por una nueva personalidad llamada Elton John (Taron Egerton).
Así, con esta suerte de explicación un poco extraña, el mismo Elton John (En su rol de productor y asistente de guión) abre el juego de su propia biografía, Rocketman, un musical en tono de biopic que cuenta desde un punto de vista muy personal, el nacimiento, explosión y ocaso de la figura del músico inglés.
Dirigida por Dexter Fletcher (Cambien director sin acreditar de Bohemian Rhapsody), la película intenta abordar desde cada ángulo de la obra de Elton un recorrido por su vida, sus emociones y frustraciones, a veces de manera cándida, muchas otras de manera brutal y descarnada.
Desde la relación de inmenso amor con Bernard Taupin (Jamie Bell quién protagonizó Billy Elliott), su mejor amigo, pero también el letrista de todos sus éxitos, pasando por la inexistente, e inexplicable, relación con su padre Stanley Dwight (Steve Mackintosh), la amorosa relación con su abuela Ivy (Gemma Jones), hasta llegar a la ambivalente pero indestructible relación con su madre Sheila (Bryce Dallas Howard).
La vida de Reggie y Elton ha sido una tempestad emocional que lo llevó hacia un sinfín de excesos que casi les cuestan la carrer, con varios episodios de salud y una línea de autocontrol totalmente borrada.
La película no solo reboza de enormes interpretaciones musicales sino que además muestra la veracidad de Elton a la hora de componer con el corazón, sin dejar de verter su vida en su obra, lo que lo hace un artista no solamente talentoso, sino también muy real.
En una gran era para las biopics de rock (The Dirt, Bohemian Rhapsody entre otras), Rocketman tiene la audacia de no saltarse nada y encima jugar con la música, ubicándola como hilo argumental a través de toda la historia.
Entre canción y canción, la trama se mueve hacia los sucesos que convirtieron a Reggie Dwight en Elton John y lo hace con estilo, con gracia y con un extremo buen gusto. No solamente se ocupa de mostrar el talento de Elton sino también sus enormes miserias y cómo estas afectaron casi toda su vida en forma de traumas y ausencias.
Todos los segmentos musicales de la película sobrevuelan con excelencia por encima del tono narrativo. La obra de Elton es tan extensa y variada que pocos centennials reconocerían en la señora que es hoy al rockero que fue. Ni siquiera puede explicarse semejante metamorfosis a lo largo de su carrera.
Del hombre que hoy toca con trajes coloridos, o tal vez algún sombrero o anteojos estrafalarios para tener presencia escénica, a aquel que se disfrazaba del Pato Donald o de un beisbolista con un traje de lentejuelas hay solamente una película de distancia.
Rocketman es una de las mejores biopics de una estrella de rock que se puede ver porque contiene un alto nivel de honestidad emocional. Nadie apuesta más por la verdad en el filme que el mismo Elton John: sus letras, su música, sus errores y aciertos están a las ordenes de la narración. Nada de lo horrible o avergonzante que puede ser contar tu propia historia parecen afectar a Elton.
Rocketman hace parecer a La La Land una suerte de karaoke en una sociedad de fomento y a Bohemian Rhapsody como un auto homenaje fallido, simplemente corre el riesgo de contar una historia en tono musical y que no parezca algo ridículo para terminar siendo algo, no solamente inspirador, sino absolutamente creíble y emocionante.
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