Desde Escocia y para todo el mundo, Primal Scream lanza en septiembre de 1991 uno de los discos claves de esa década que recién amanecía y, con el tiempo, del rock. Allí, el grupo convirtió el estudio en laboratorio y se dedicó a experimentar de manera profunda. ¿El resultado? un discazo que tenía todos los estilos pero que tenía un perfume que se siente a lo largo de toda la extensión del mismo: el de la psicodelia. Todo eso, entre tantas otras cosas, inspiró a Massacre a reformular su cancionero para un riesgoso ritual, que tuvo su prueba de fuego en La Usina Del Arte, cuando cambiaron pogo y agite por la calma de las butacas del recinto ubicado en La Boca. Tan bien les fue que repiten este viernes 19 de mayo en el Teatro Gran Rivadavia como parte del ciclo “Rivadavia Rock”. En la previa charlamos mano a mano con su cantante, Walas, y bajista, Luciano Facio.
RNB: ¿Qué nos pueden contar sobre el espectáculo que se viene?
Walas: Es un show completamente fuera de lo común. Hace un mes y medio hicimos planteamos algo diferente en La Usina Del Arte. Diferente porque fue en un teatro con butacas, la gente estaba sentada y lo bautizamos “Massacredélica”, homenajeando (un poco) lo que fue aquel disco “Screamadelica” que en los noventa sacó Primal Scream. En la lista incluimos los temas que son más caras “B”, más largos, jodidos, raros y los pasamos por un filtro de neo-psicodelia alternativa. A la gente le encantó, a nosotros nos flasheó y la crítica dijo que estuvo buenísimo, con lo cual estamos haciendo algo que comúnmente se lo llama “a pedido del público”. Planeamos llevarlo a diferentes teatros del país y arrancamos por el Gran Rivadavia. Los productores que hacen shows de rock en todo el país los hacen en boliches donde no hay butacas, solo hay piso y escenario, entonces ahora están buscando lugares con asientos en sus ciudades para que podamos hacer “Massacredélica”.
RNB: Es una nueva propuesta para ustedes: siendo común que sus fans suban al escenario y vivan sus shows intensamente, ¿cómo es ver a la gente sentada?
W: Tal cual. Son de hacer todo ese ritualismo, subirse al escenario, hacer pogo, stage diving y todo eso. Es un poco raro.
Luciano: Está buenísimo tener otras caras para mostrar y poder hacer cosas diferentes que también le gustan a la gente (y a nosotros). Son muchos años ya viéndonos hacer conciertos con mucha energía y esta es otra propuesta con la que, como le decía a él (Walas), podemos llevarles canciones que nunca escuchan en vivo o que por ser muy lentas o cuelgues, sólo las hacemos de vez en cuando acá. Eso nos motiva un montón.
RNB: Más allá de que en Capital tocan un montón y por todo lo que decían ustedes, ¿es un show para los más fanáticos?
Luciano: Cualquiera lo puede disfrutar igual. Más vale que los más fanáticos tienen esa ventaja. Esta es la oportunidad para escuchar esos temas que no tocamos nunca. También porque estamos haciendo énfasis en las pantallas, las luces, es un show conceptual que tiene que ver con la psicodelia y lo estamos llevando a otro clima.
RNB: ¿Se esperaban tanta buena repercusión cuando lo hicieron en La Usina Del Arte?
Luciano: Yo me lo esperaba, la verdad. Hace unos años lo habíamos hecho y le decíamos “el lado oculto” y cada tanto cuando se prestaba el lugar, aprovechábamos para tocar todos estos temas medios cuelgue que nunca hacemos. También cada tanto nos da por hacer otras cosas, como un show sólo de covers, cosas que a nosotros nos encantan y como son una novedad la gente también los disfrutan.
RNB: Tiene que ver con la energía y lo qué presentas en el lugar…
W: Lo que estamos planteando ahora es una cosa para que las nuevas generaciones vean cosas que antes veían en las enciclopedias. Por ejemplo, los shows que en los setentas hacían bandas como Focus, Ufo, Rush, Pink Floyd… que era verlos tocar en una cosa multimedia que tenía que ver con lo visual y lo musical, con temas larguísimos con sólos, experimental, estímulos para los sentidos. Lo que antes se llamaba rock sinfónico. Nosotros tenemos mucho de eso siempre, en realidad, pero como venimos de una cuna punk le ponemos una energía, una nafta super que impulsa al pogo. Ahora lo que estamos poniendo en la balanza es el cuelgue, bajar un par de cambios e ir a esa parte de la fórmula de Massacre que nos gusta que es lo sinfónico, lo progresivo, lo psicodélico.
RNB: ¿Es una forma de hacer docencia?
Siempre fuimos didácticos, desde siempre. En lo punk, en lo alternativo. Barbi Recanati (cantante de Utopians) siempre me dice “vos vivís tirando data, no tires tanta”. En cada recital o entrevista somos didácticos y ella lo que quiso decirme es que sea un poco más reservado. Es como que Narda Lepes ande divulgando todos los ingredientes de sus recetas. Ese es el tenor de su consejo. A mí no me importa, tenemos tanta tela para cortar (risas).
RNB: Siempre hablás de algo distinto, películas, libros o algo que te flashea…
W: Siempre recomendamos libros, películas, nuevos artistas, músicos, lugares para visitar en Buenos Aires a nivel tiendas, disquerías. Nos gusta ser divulgadores. Todavía no tenemos necesidad de canutear.
RNB: Seguramente que quienes los siguen toman esos consejos porque si vienen de parte de alguien al que uno admira suele ser una guía…
W: Exactamente. Así se tejen los links de la cultura. Así aprendimos todos, viendo una entrevista de algún artista que nos gustó y el tipo menciona escritores, o algo y uno así va tejiendo la trama de su vida, de su micro cosmos.
Luciano: Mismo con los covers, son como links para investigar otras bandas que, tal vez, si nosotros no lo tocábamos un pibe no los descubría.
RNB: Volviendo al mosh, pogo y todo eso. Con todo lo que ha cambiado la música y la escena, ¿qué tiene que tener la banda para que ese ritualismo del que hablaban se mantenga?
W: La fórmula. A nosotros cinco, que somos cinco “locatis”, que cada uno aporta lo suyo en la parte compositiva y en la lírica. Cuando tenemos la oportunidad de vernos desde afuera somos geniales todos. Esto sin falsa vanidad, sin falsa modestia (risas). Somos únicos, tenemos esa fórmula que, más allá de que seamos “mainstream”, hay en nosotros mucho de underground, amateur, improvisación, sin sentido, absurdo. Ahora poniendo cada vez más énfasis en lo surrealista y en lo psicodélico, yo hago el chiste de que vamos hacia eso porque la vida real y la realidad nos defraudó o no nos hizo felices. No sé hasta dónde es chiste y hasta donde es verdad. Esa fórmula es la que a nosotros nos mantiene vivos día a día y que, a la crítica, a la prensa, a la gente cada vez más les gustó. Somos edición limitada. No pertenecemos a una escena, no hay muchos Massacre. Eso nos ha jugado mucho en contra a la hora de “marketinizarnos”. Hay cosas que vos decís “esto es naranja”, “esto es pomelo”, con nosotros no pasa eso. Somos inclasificables. Por un lado, es un tesoro pero por otro te patea en contra porque no sabés en qué festival meternos, por ejemplo. Por esos somos tan libres y tan eclécticos y podemos estar en cualquiera. Podemos tocar con Slayer, con Marilyn Manson, abrir para Guns N’ Roses, de Kiss o de Iggy And The Stooges –obviamente- y del que venga. No por eso somos “cualquier onda loco”. Somos muy criteriosos. Sabemos perfectamente hasta donde llegar y donde no ir. Somos libres, elásticos y dueños de nuestra propia identidad, pero no por eso cualquier mambo.
RNB: ¿Después de este show en el Gran Rivadavia tienen pensado algo más?
W: Después de este viernes desaparecemos de los escenarios, no nos ven más el pelo por un tiempo. Nos guardamos para, a partir de julio en adelante, empezar a celebrar los 30 años de Massacre Palestina. Nos dimos cuenta que arrancamos en 1987. Al cumplirse este aniversario, sentimos la necesidad de hacer cierta cosa conmemorativa. Estamos viendo de hacer varios shows que tienen que ver con lo mainstream y con lo under. Cosas simbólicas que tienen que ver con los 30 de Massacre.
RNB: Hablabas de lo main y de lo under, ¿costó esa aceptación de lo grande viniendo desde tan abajo?
W: Si que costó. Fuimos criados en un sótano lleno de fanzines de anarquistas (risas) donde el éxito, los sponsors y la plata eran malos. Dead Kennedys, Crash, Conflict. Entonces al principio costó. Después, no sin años de terapia y análisis, nos dimos cuenta de que a todos les pasó. Sino no conoceríamos a The Clash o a los REM. Si se hubieran quedado en el under, no los conoceríamos. Hay que llegar a cierta cantidad de público para trascender y para tener impacto en la gente, en la sociedad y en el otro.
Foto portada gentileza de Jonatan Moreno
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