Perfecto, hermoso. Veloz, luminoso. Termina “Luna De Miel En La Mano” y el Movistar se rinde a los pies de Virus. La banda termina un set de dos horas que será registrado en un nuevo disco en vivo y Marcelo Moura, que ya había abandonado el frac y lucía un pantalon “cebra” y una remera negra, patea caramelos de miel al público.
En esa pieza, por primera vez, Ariel Naón y Agustín Ferro, bajista y guitarrista, respectivamente, dan un paso adelante y se brindan al calor del público. Llamativamente, en toda la noche no se habían trasladado mucho sobre el gran escenario. No solo ellos, sino todos los músicos, a quienes les costó entregarse de entrada al cariño propinado desde las gradas. Pero terminan extasiados: “Después de tantos años, seguir teniendo su aguante es lo mejor. Sin su amor no somos nada. Son muchos años y siguen sumándose generaciones”, expresa Marcelo.
El broche de oro es a todo color y rock and roll con “Carolina”, y así finaliza un concierto que reposiciona a la banda de La Plata y demuestra así que sus canciones están más vigentes que nunca. Esto no empezó ahora, sino que comenzó a tomar forma post pandemia y tuvo un punto álgido en el (agotado) Luna Park del 2023, donde anunciaban su último recital.
A diferencia de la letra de “Pronta Entrega”, las canciones siguen ganando espesor, es decir, están muy metidas dentro del cancionero popular argentino. Eso se nota, por ejemplo, en “¿Qué Hago En Manila?”, donde una madre junto a su hija bailan abrazadas al ritmo de la música. El valor de la nostalgia, pero de la buena, porque las disfrutan aquellos que vivieron esos dorados ochenta, pero también quienes nacieron más adelante.
El comienzo de la “Locura”
Entre presentaciones de Megadeth, Emilia y Tom Jones, la banda de La Plata se adueñó por una noche del recinto de Villa Crespo. El acto soporte estuvo en manos del grupo Literal.
Así como el final fue a todo trapo, les costó entrar en sintonía a aquellos no adentrados en la discografía de Virus. Las pantallas que los escoltaban proyectaron imágenes retrofuturistas y colores expuestos durante “Hombre Plástico”, “Ausencia, “Volatil” y “Lugares Comunes”. El que estaba a tono era el baterista Mario Serra, quien lucía una campera roja hasta el cuello y anteojos cyberpunks muy a tono con el sonido -siempre moderno- del conjunto.
La primera explosión vino de la mano de “Tomo Lo Que Encuentro” y “Dame Una Señal”, que tuvo a Julio Moura cantando en portugués. Pero no todo fue “pop para divertirse”: más allá de que “El Banquete” tiene una melodía agradable, tiene una letra que remite a la Guerra De Malvinas y estuvo a cargo del compositor Roberto Jacoby. “Explicar esa letra nos llevaría días”, dice Marcelo entre risas.
Después de “En Mi Garage”, un medley de éxitos y un sólo de batería de Serra, vino un descanso y resposicionamiento. Si bien es obvio que el alma de Federico Moura sobrevuela cada vez que se habla en Virus, su presencia es más fuerte que nunca cuando suena “Encuentro En El Río”. Las pantallas proyectan aquel video dirigido por Jorge Caterbona, filmado en 35 mm y que el grupo pudo hacer gracias a haber ganado un concurso en el programa Badía & Cía, y su voz sale por los parlantes mientras la música si suena en vivo.
Lo que siguió después si fue una caterba de éxitos: “Imagenes Paganas”, “Superficies De Placer”, “Sin Disfraz”, “El Rock Es Mi Forma De Ser”, “Pronta Entrega”, “Mirada Speed” o “Wadu Wadu”. Pocas agrupaciones cuentan con una carrera tan poco extensa y una cantidad tan gigante de hits.
El único invitado de la noche fue Fernando Samalea, que le puso su impronta a “¿Qué Hago En Manila?”. El experimentado músico, que tocó con Charly García, o sería más fácil pensar en con quién no tocó, imprimió su sello con el sólo de bandoneón.
La próxima parada para ellos es el 15 de mayo en Niceto para luego cruzar el océano y dar shows en España. Este show en el Movistar no hace más que demostrar más el legado indiscutible que Virus deja en nuestra música nacional y su gran influencia en la historia del rock pop latinoamericano que, por supuesto, no es descartable.
Fotos de Ema Sapirstein
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