En un formato teatro, con sillas debidamente acomodadas, fueron ocupando casi la totalidad de la Plaza De La Música hijas e hijos del rock n’ roll (y también sus hijos). Aquellos jóvenes que cuando el grupo salió a la luz y también quienes ahora, en un riguroso negro, llevan en grande las letras medievales que definen mucho más que una banda: Rata Blanca.
Desde el vamos y por una hora y media se conjugaron ritmos, letras, distorsión, potencia, técnica; una banda que -obviamente- está re mil aceitada con Fernando Scarcella en batería, Danilo Moschen en teclados, Pablo Motyczak en bajo; la voz de Adrián Barilari y el virtuosismo de Walter Giardino, como si fuesen ingredientes para un gran banquete musical que comenzó con “Michell, Odia La Oscuridad”, “El Beso De La Bruja” y “Solo Para Amarte” en lo que sería un repaso de sus discos más emblemáticos como también de aquel en donde todo comenzó, cuando la voz era Saúl Blanch.
Ríos de cuerdas que vienen de vos justo a mi corazón
Hay algo que pasa con una banda como Rata Blanca: haya fanatismo por ella o no, no pasa desapercibida. Le llega a todo el mundo, inclusive en un espectáculo donde no sobraron las palabras, pero sí los acordes; donde el magnetismo que tiene Adrián -como cuando canta “Volviendo a Casa”– no se ve afectado gracias a sus cuerdas vocales que, con el paso de los años, generan el mismo furor como cuando se convirtió en la voz de los temas más famosos de Rata. Un “aguante el fernet” o el agradecimiento a los presentes fue un poco de lo que dijo. Parecía en todo momento que no hacía falta más.
En gran parte de lo descrito arriba la culpa es de Giardino. Es hipnótico ese señor; el guitarrista -uno de los mejores de la historia de nuestro rock-, el tipo que habla con las yemas de sus dedos en las cuerdas largas de su guitarra. Un ser al que no se lo puede dejar de mirar, que hace que algunos no canten y es porque lo están disfrutando a él. Como cuando comenzó “Talismán”, con una intro hermosísima y “coreable”, en lo que fue el primer tema con el que la gente se paró y empezó a amagar a no sentarse más.
Después de “La Canción Del Guerrero”, Barilari anticipó: “La próxima canción queremos dedicársela a Guillermo Sánchez, que estuvo en este último disco y nada… todo el amor del mundo”. Ese “nada” significó un agradecimiento al bajista de la banda -que grabó en todos los discos- fallecido hace cinco años y uno de los responsables de esta historia. “Pequeño Ángel Oscuro”, de “Tormenta Eléctrica” (2014), último disco de estudio, acompañó de la mejor manera el momento: “Polvo de estrellas encienden su piel”, como él encendía su bajo.
El fuego no se apagó
Con “Días Duros” comenzaron la última seguidilla de canciones de fantasías, historias por contar y de una adrenalina ideal para enfrentar el frío a orillas del río Suquía. “¿Quieren velocidad?”, gritó el cantante para despacharse con “Amo Del Camino” y darle al público mas de “siete mil revoluciones”.
“¿Seguimos?” preguntó después Adrián, y si el público hubiese sabido que seguiría “Mujer Amante”, hubiese gritado más fuerte el “Sí”, pero además le hubiesen pedido que siguieran toda la noche. Para recordar aquellos tiempos cuando salió “Magos, Espadas y Rosas” (1990), ese disco que fue el pasaje a la masividad, a ser un éxito televisivo, radial, a romper con estereotipos del género y -sobre todo- empezar a convertirse en una banda clásica. Y, como si todo eso fuese poco, con los solos de Walter, ser esa “Endorfina” que a más de un fanático le alivia el dolor y le causa bienestar.
En “Rock And Roll Hotel” hubiésemos querido pagar una habitación para quedarnos varias horas allí y sentir “el poder de mil rayos”; en “Aún Estás En Mis Sueños” se pudo sentir “el conjuro de un cuento de amor” que nos atrapó y el final llegó con el súmmum de la fascinación metalera cuando sonó – y no podía ser de otra manera- “La Leyenda Del Hada y El Mago”.
Es cierto que -como dijo un fanático en Villa María-, la gente se quedó con la sensación de que podrían haber tocado más. Pero para quienes nos quedamos con ganas de verlos en Cosquín Rock por el Covid(lugar al que tienen que ir sí o sí) fue un alivio y saber que siguen girando es poder toparnos con ellos en no mucho tiempo se festeja. Porque Rata Blanca -créanme- es palabra mayor.
Esta banda que abrió el juego del heavy metal, que luchó contra tantos prejuicios y que, desprejuiciada, tocó en tantos lugares diferentes, sabiendo que lo importante era la música; la banda que le puso amor a las letras y letras al amor; la que sigue vigente por profesionalismo y popularidad; la banda que ha vendido millones de copias, pero que es histórica por algo más importante: ha marcado a millones de personas…
Porque como dijo Walter Giardino en una entrevista: “Que suerte que tenemos que una canción como ‘Mujer Amante’ haga feliz a tanta gente”. Y eso fue lo que pasó este fin de semana en Córdoba: Una felicidad musical constante, con la sensación de sabernos con la suerte de que siga tocando Rata Blanca. Y más aún, las ganas de responderle a esta banda: “Te agradezco que sanes mi alma”.
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