Los primeros en llegar y los últimos en irse, esa pareció ser la premisa de la gente de Proletarios en la noche del sábado. Desde temprano la multitud se fue amontonando en la puerta de El Motivo, una tanguería con más diez años de trayectoria, la cual se fue decorando con tonos variopintos. El ambiente era denso, el público estaba impaciente y no aceptaban otra cosa más que rock. Y así fue: primero La Bulla y después ellos, dos bandas locas que pisan fuerte en el under de Bahía Blanca, hicieron un show digno de titanes.
Los primeros acordes se los llevó La Bulla con algunos temas propios y muchos covers. Mientras tanto, las caras del público reflejaban un clima que se iba poniendo cada vez más pesado. La gente seguía entrando y se agolpaba en las mesas que poca resistencia pudieron ofrecer cuando los Proletarios se apoderaron del escenario. No hubo palabras de presentación, ni un gesto o advertencia: Cáncer zatrán detonó la bomba.
Días antes, la banda comentó en exclusiva a Rock ‘N Ball que tenían pensado grabar el show con el fin de hacer su primer videoclip o, porque no, un DVD con el objetivo de expandir sus fronteras y hacer llegar su música a todo el país.
Locales, gente de alrededores y algunos arribados de Capital coreaban las canciones de Proletarios. El auditorio respondía como si se tratase de una banda con años de trayectoria, pese a que ésta fue su cuarta presentación en vivo. Remeras con la cara de Pappo sacudiéndose por el aire, gente parada sobre las mesas y hasta muletas que pasaban de mano en mano como trofeo, acompañan el júbilo de un público enardecido.
Pasada la media noche, mesas y sillas formaban una montaña a uno de los costados de la tanguería. Jonathan Landa, cantante de la banda, agradeció al público presente y recordó el esfuerzo que es para ellos estar cerrando el año de esa manera. Ya entrada la madrugada del domingo, Proletarios interpreto Lily Malone (Riff), Sin Embargo y Mareada (Las Pelotas). Continuaron La Mano, una de las canciones más coreadas por el público, y Armar de Nuevo (Callejeros) con el cantante de La Bulla como invitado.
El show continuó con Mario Roberto, una canción homenaje a Santucho, guerrillero argentino. Siguieron Rockito y una triada de covers: El Rito de los Corazones Sangrando (La Renga), Sobrio a las Piñas (Divididos) con el cantante de la banda Oppium, y El Necio (Silvio Rodríguez) en una excelente interpretación que mezcla rock y folclore. Lo que se anunciaba como el cierre estuvo acompañado por Abstemiun y Eterna Noche. La frutilla del postre la pondría Amanecer, corte difusión de la banda y sin dudas el tema que más encendió al público. Pero la despedida nunca llegó y a Proletarios le esperaría una larga jornada.
Sin bajar el nivel de emoción, el público se negaba al adiós. Sobre el escenario, la banda se reunía para pulir detalles de lo que sería una improvisación. Sabían que terminar el show sería imposible sin antes alimentar a las fieras. La multitud arengaba impaciente y Proletarios sorprendió con El Viejo y Mala Noche (Riff). Pero una segunda despedida no iba a ser suficiente. El público se había acreditado de una dudosa moralidad y tenían rodeada a la banda, la cual buscaba en su repertorio algo más para cerrar la noche.
Los primeros acordes de Lo frágil de la locura (La Renga) invadieron el lugar. La noche parecía no tener final. Como seducidos por la música y despojados de toda austeridad, una horda de fanáticos embistió el escenario como avalancha. Proletarios, algunos músicos de La Bulla y parte del público eran los dueños de El Motivo y hacían vibrar el sur de Buenos Aires. Por último y sin la frontera imaginaria que separa a los músicos del público, Proletarios interpretó Todo un Palo (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota) dejando satisfecho al auditorio, por lo menos hasta su próximo encuentro.
Sin lugar a dudas, la noche del sábado 10 de Diciembre presenció un show distinto. Con todos los adornos del under y algunos guiños a la vieja escuela, la banda de Bahía Blanca demostró que el rock crudo y con un mensaje directo aún tiene lugar en la escena nacional.
Fotos y crónica por Roberto Carlos
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