“Estamos en la meca del rock argentino gracias a ustedes. El trabajo es esfuerzo y el esfuerzo está acá”, comenta Ciriaco Vera, cantante y guitarrista de Nagual, en una de las frases de la noche. La inclusión del público en la hazaña de la banda de Mataderos es clara y no escatiman en las reiteraciones del concepto. La humildad y los pies sobre la tierra de los integrantes son dos factores claves para explicar un Obras Sanitarias repleto por donde se lo mire.
Desde la gestación de la fecha, se olía a hermandad. La participación de La Condena de Caín fue más allá que un simple show para calentar el escenario. Puestos de merchandising compartidos y gira de notas por medios, fueron algunas de los gestos de Nagual hacía la banda de Sawa Mielnik. 45 minutos después de la apertura de puertas, los acordes de “Omar” apuraron la entrada de muchas personas que no dudaron en ir a hacerles el aguante. El set mostró que Vendaval sigue siendo la mejor carta de presentación de la banda. Pero también se recordó viejas épocas con “Lo inerte y lo real” y las más nuevas con “Buenos Aires”, de las predilectas de los presentes. La despedida llegó con “Vendaval”, en donde se vio el apoyo que tienen dentro
Apenas pasadas las 21:30, el mítico estadio quedó a oscuras. La pantalla se encendió y se proyectó una introducción, mientras los músicos se acomodaban. Un músico soplando un didgeridoo abría el juego con “El Whisky y La Luna” pero la gran explosión apareció con “Voces”. Se escuchaba cada estrofa rebotando en las paredes de Obras por las gargantas de los seguidores que demostraban así la emoción de llegar a un estadio de tanto peso.
La batería de Agustín Artale no se detuvo y conectó “Sin Control” con “De Fierros”, de Hacia La Montaña a Ciudad de Fuego en un instante. Pero no sorprendió porque la noche fue un literal recorrido por la discografía de la banda. 22 canciones de las 27 tocadas el sábado la noche se las repartieron entre sus últimos tres discos. Cobra aún más importancia lo equitativo de la lista cuando lanzaron su nuevo trabajo discográfico en mayo, siete meses antes de la fecha más importante de sus carreras.
La pantalla comenzó a mostrar rostros como los de la familia Macri y un compilado de represiones policiales, los chiflidos se hicieron oír por sobre la banda cuando llegó “Espina”. Mientras tanto, el artista Javier Quintana pintaba el rostro de Santiago Maldonado, joven que apareció muerto luego de una represión de la Gendarmería Nacional, a la vez que transcurría el tema. La canción fue como un grito de guerra, con el alto contenido social de la propia lírica y el pedido de justicia por Maldonado, lo que generó el aplauso de cada alma en el estadio.
Dos iconos del rock nacional dijeron presente. Claudio “Tano” Marciello, ex guitarrista de Almafuerte, puso su viola en “Hacia La Montaña” y la ovación de la noche la obtuvo Gabriel “Tete” Iglesias, bajista de La Renga. “No hace falta presentarlo”, mencionaron desde la banda cuando subió para tocar en “De Claudio”. También hubo otros colores musicales en el resto de los invitados como Mauro Miño, de La Motta de Santa Lucia, que trajo el banyo para “El enemigo”. Aunque una de las apuestas de la noche fue la versión de “Bellavista” que incluyó percusión, vientos y una murga que daba un número de 22 personas arriba del escenario interpretando la canción de Pacto de Sangre.
Un enorme telón cubría las paredes internas y externas, las que daban al público, de la estructura que mantenía en pie el escenario de Obras. En ambos lados de la última mencionada, estaba el logo de Nagual con una temática parecida a la de Ciudad de Fuego y un mensaje en una de las partes interiores: “Acá no se cambia”, una declaración de principios para el grupo y sus seguidores que llevan la frase como bandera. Pero lo visual no quedó ahí y durante “Pequeño Jefe Pehuen” se infló un pájaro enorme detrás de la batería que se mantuvo por varios temas hasta “Satán”. La imponente imagen del animal se sumaba a la escenografía y la pantalla que acompañaban a la perfección la música.
Ciriaco Vera dedicó “El mejor final” a Leonardo Padilla, cantante de No Tan Distintos, fallecido el 1 de octubre cuando se cumplían las dos horas de presentación. La voz de Nagual llevaba una remera oscura con el retrato de su amigo, que fue mencionado en distintos momentos de la noche. Un videoclip de la entrada al show se proyectó en “La estación”. Allí se veían muchas familias a punto de entrar, lo que marcaba la presencia de las distintas edades para la fecha. Y si quedaba alguna duda, los integrantes dieron el ejemplo. Subieron los hijos y familiares pequeños de la banda para ponerle voz a “Felicidad”, la canción más popular del grupo.
La despedida, en los primeros minutos del domingo, fue con el carnavalito de “Whipala”. La imagen de la bandera de los pueblos originales flameando en la pantalla y algunas entre el público, evidenciaba el compromiso con sus creencias. Y la gente que los sigue se acopló a la perfección coreando el final de la canción, una vez terminada, mientras los músicos se saludaban entre ellos luego de dos horas y media de horas en el templo del rock.
Fotos de Sofi Vara.
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