Suena “Prince Of Darkness” del disco “Risk” a modo de presentación y se escucha el rugir del monstruo, la gente sabe que todo será pasado en cuestión de horas y se preparan para que, una vez más, Megadeth detone el Luna Park.
Las imágenes de máquinas robóticas armando un artefacto de fondo hacen pensar que se está ensamblando algo grande.
La rabiosa cabellera color fuego se mueve al compás de “Hangar 18” del disco “Rust in peace”, así Dave Mustaine vuelve a encender la locomotora que es Megadeth para traer su arrasador show a la Argentina con motivo de la gira de “Dystopia”, su flamante álbum de 2016.
La formación en esta ocasión está compuesta por Dave Mustaine en guitarra y voz, David Ellefson en bajo, Kiko Loureiro en guitarra y Dirk Verbeuren en batería, todos parte de la grabación del último disco, a excepción del baterista.
Recién en el segundo tema es cuándo aparece el primero de “Dystopia”, “The threat is real”, la banda no deja de sonar compacta y en total sincronización, se puede notar una línea conductora entre aquellos años de la banda y estos que corren, una forma de componer y ejecutar que se conecta a pesar de las distancias.
Kiko Loureiro, guitarrista de Angra, demuestra porque los solos de los nuevos temas tienen su impronta.
El thrash venenoso protopunk que trajo consigo “Rattlehead” hizo temblar el techo, esa guitarras machacantes en plano velocidad fueron la muestra exacta de la época de “Killing is my business and business is good”.
La máquina nunca se detuvo y salieron en seguidilla “Poisonous shadows”, el ya clásico “Wake up dead”, seguido por “In my darkest hour” de su disco “So far, so good…so what?”, una auténtica ametralladora de temas vieja escuela para que el metal empiece a tomar color rojo sin miramientos.
La furia se incrementa y el pelo de Mustaine se torna casi una bola de fuego, al ritmo de “Conquer or die!” y “Fatal Illusion”, del último disco, la banda toma la forma de un atemporal llama que parece no consumirse con el paso del tiempo sino que se incrementa, desafiando cara a cara al mismísimo Cronos.
Mustaine se saca las cadenas y dispara con “Tornado of souls”, impecable versión de la banda que hace pensar que el tiempo solo mejora las canciones al igual que un buen vino.
El incendio de la comprimida maquinaria que la banda saca a relucir no deja respiro y recurriendo a su pasado desfilan por la lista y brillan en el escenario animales versiones de “She wolf”, de “Cryptic writings”, “Dawn patrol”,“Poison was the cure” y el bloque de la velocidad cierra su paso con “Sweating bullets” desde “Countdown to extinction”.
Ese hombre que toca todo el concierto con la cabeza gacha y el pelo en la cara está prendido fuego a punto de eclosionar.
Tiempo de un quiebre, nadie puede resistir el ritmo infernal de la banda, ellos también necesitan desensillar un poco y tratar de no morir calcinados por las llamas que el tren Megadeth lanza a su paso, para ello suena “A tout le monde” y acto seguido “Trust”, de su disco homonimo. Si bien el relax o la música tranquila no existen en su repertorio, la banda matiza muy bien con estos temas para bajar un poco el fervor, pero solo un poco.
El monstruo debe seguir rugiendo, acepta las cadenas nuevamente mientras duerme, son los compases de “Post american world” y “Dystopia” los que despiden a los temas del disco que la banda está presentando. Ya se acerca el fin y nadie espera que sea tranquilo, nadie podrá escapar del acelerón final, la banda suena afilada como una espada y planea atacar.
Fue destacable el nivel de las pantallas y los fondos del escenario en constante cambio de animaciones dándole más fuerza al show, en muchos casos reforzando el mensaje de las letras.
Llega el summum del concierto, la parte dónde todos juegan su rol, la banda ejecuta el público arenga porque suena “Symphony of destruction”, el tema dónde todos corean el riff cambiando los acordes por el famoso “Megadeth aguante megadeth”. El delirio atrapa hasta el más desprevenido y todo se convierte en un ritual que por repetido no se torna aburrido, es el momento de comunión de la banda y su público, esa arenga que recorrió el mundo entero llega a su lugar de origen para fundirse en una sola voz.
El fin de la lista trae “Peace sells… but who’s buying?”, uno de los clásicos más ásperos y salvajes de la banda. La lista se cierra tras un ambiente enardecido por los vapores del metal y un público extasiado.
“Fuckin you colorado” dijo Mustaine al público entre risas. Volvió a repetir que la gira termina aquí y que no vendrían por un tiempo para terminar diciendo que nos iba a extrañar: un tierno resultó siendo.
La banda del “Colorado” Mustaine acaba de demoler por segunda vez el Luna Park, pero no es todo, no claro, faltan los bises y con ellos el fin de los tiempos o al menos de nuestras ganas de metal de calidad.
El comienzo del fin empieza con “Holy Wars…the punishment due” del album “Rust in peace” (el disco con más temas ejecutados en la noche junto al que están presentando) y la gente enloquece con esa suerte de mega tanque pensado para ir a cualquier guerra, por suerte solo en nuestra mente.
Y de repente todo se apaga, el monstruo encuentra por fin consuelo, en los parlantes del Luna se puede escuchar la versión que Sid Vicious hizo de “My way” de Frank Sinatra y todo parece cerrar un círculo. Megadeth, tras 33 años de carrera, impuso siempre sus reglas siempre su manera, no dejó nunca que nadie le diga lo que tuvo que hacer y llegó entero a este 2016, nada es casualidad y nadie les regaló nada.
“Megadeth Gracias” decía en la pantalla ya consumado el final, no megadé graciavó.
Fotos de Martín Dutil Fotografía
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