Día de semana, 30° de sensación térmica, una humedad inédita y un lugar cerrado. ¿Hay algo más pesado que eso? Sí, un escenario con banda y temas a estrenar. El pasado jueves, Marcos Salazar presentó su primer single Brotes/Sleap en el Cultural Freire (Cnel. Gral. Ramón Freire 1090) en lo que fue su primer show solista oficial.
El bajista estuvo acompañado por Francisco Rampini en teclados, Mario Avendaño en guitarra y Ezequiel Bassanelli en batería. Como bloque bien armado, el show abrió y cerró con los dos temas mencionados de su autoría de conforman este single. En el medio, parte de lo que se había anticipado en la entrevista que le realizó Rock N’ Ball hace unos días.
Piezas instrumentales como “Amenábar” (Spinetta Jade), “It’s On” (George Duke) o “Birdland” (Weather Report) se abrieron paso entre otras como “Cuenta En El Sol”(Spinetta y los Socios del Desierto) o una excelente versión de “Una Casa Con Diez Pinos”, el clásico de Manal pero con un enfoque más parecido a la versión de Pappo’s Blues (fichar el enorme disco “Blues Local”). Aquí es la primera vez que a Marcos le toca encarar el micrófono y, si bien no es su especialidad, arremete confiado.
Que algo quede claro: esto no es un mero rejunte de covers caídos del cielo. Aquí hay todo un trabajo de banda realizado. Clásicos y no tanto arreglados a la manera de banda de rock y jazz fusión. “Influencias Arregladas”, dirá el bajista desde el escenario. Jamás ha sido front-man de sus bandas pero aquí la responsabilidad está a su cargo. Y, si bien todos están allí dispuestos a aplaudir la presentación de su conocido, el caballero no pierde tiempo en discursos embriagadores o chistes malos: unas simples gracias al público y muchos agradecimientos a sus músicos y nada más. Cortito y al pie.
El recital se desdobla en una parte íntima a mitad de camino donde el protagonista queda solo con su arma de cuatro cuerdas y solito nomás se manda con una juntada de “Continuum”, de Jaco Pastorius, con “Norwegian Wood”, de Los Beatles. “Yo llamo a esto ‘Las Canciones que sonaban en el living de mi casa’”, agrega, marcando el origen ahí de todas sus influencias. Acto seguido, una versión bien íntima de “De Mí”, de Charly García, donde la plebe se da el gusto de cantar cuasi a capella. El público asiente en coro al afirmar que esa fue, sin dudas ni desmerecimientos, la mejor canción y el mejor momento de la noche.
No hay que dejar afuera que, a pesar del pacto implícito que dice quién es principal aquí y quién no, los músicos que lo acompañan están absolutamente a la altura de las circunstancias. Aquí hay ensayo, esto no es improvisado. Tanto en los covers como en los temas propios (“Las 7 Corrientes”, un inédito) todos suenan parejitos, ninguno se “destaca” porque se destaca una banda. Si dudas quedan, se disipan con el broche final: un mix de “Sucio y Desprolijo” con “Post-Crucifixión”.
Contundente cierre para una noche donde se transpiró más arriba que abajo del escenario. Pero que deja abierta una enorme puerta al crecimiento de este músico que con su primer single ya llenó un lugar pensado para bandas emergentes. Está todo por decirse.
Fotografías: Fernando García.
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