Unos escalones debajo de Casa Colombo hay dos pibes. Dos instrumentos y un abanico amplio para cautivar sin necesitar más que una batería, una voz y un bajo. Andrés Gutiérrez y Agustín Romanelli van destruyendo cada pedacito del escenario del recinto del barrio del Abasto en los primeros minutos del sábado. Con sobriedad en la puesta de escena y en lo visual, despejan la duda de que lo importa ahí es la música y lo dejaron en claro durante una hora. Bienvenidos a Malman.
La noche del viernes tuvo una variedad atractiva para distintos públicos. Primero pasó 13Dias con su oscuridad y un rock más pesado, durante más de media hora que los presentes escucharon con respeto. Un poco más cercanos al pop, Nipa! desplegó en escena las razones para demostrar que son una banda más estética. Los puntos extras por sobre la música, como bailes y movimientos de su cantante, se robaron los aplausos del lugar. Ambas propuestas arrastraron seguidores de distintos géneros a la fecha que cerraban los cordobeses.
Con apenas un disco bajo el brazo, Malman tiene los fundamentos para cautivar al público con un show conciso y directo con el trabajo discográfico como protagonista. La simpleza, y a la vez rareza, de ser una banda de rock con solo dos integrantes expone lo más básico: la importancia de tocar bien o tocar bien, sin alternativa. La salida con “Hambre” dejó en claro que salen ilesos de esa riesgosa apuesta.
Cuesta identificar a un líder en la banda. Porque la coincidencia es que ambos integrantes se escaparon de su zona de confort musical. El caso principal es el de Andrés Gutiérrez que patea el estereotipo del bajista perfil bajo para convertirse en un arengador desde lo musical y lo gestual. Además de hacerse cargo de la voz casi en partes igual que con el baterista, toma las riendas y por una mezcla de elección y obligación busca contagiar a los presentes saltando y agitando desde el escenario.
“No hay victoria si no te sentís conforme”, se gritó en Casa Colombo cuando llegó el turno de “Pasos”. La lista fue un paseo por Campo, y en ese camino, “Aterriza” y “Mural” lograron bajar los decibeles de una calurosa presentación que ya pasaba su primera mitad. La pantalla se mantuvo apagada así que lo visual estuvo a cargo de las luces que mayormente estaban de blanco, que parece ser lo que identifica al grupo. Casi toda la batería estaba pintada de blanco del mismo color, con el nombre de la banda en el bombo.
Hubo espacio para un cover de Soda Stereo y el elegido fue “Hombre al agua”, como es habitual en Malman. La potente versión tuvo en la voz a Agustín Romanelli, como sucede en otros temas. Su micrófono estaba puesto en una estructura que aparece por detrás de su cuerpo y no al costado, como es común. El cordobés también se hizo su espacio en “Campo” para realizar un solo, en plena recta final del show. La despedida fue con “Fiesta” y la sensación que dejaron en la atmósfera del recinto del Abasto fue la de una banda con los pies sobre la tierra y una propuesta atractiva para propios y ajenos, acompañados por un sonido demoledor, como si fuera poco.
Foto de Facebook de Malman (Ph: Fer García)
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