Por segundo año consecutivo, los charrúas más populares del rock cruzaron el charco para brindarse a su público argentino en un recinto todavía nuevo para los primeros. Es que, a pesar de tener más de 20 años de giras en nuestro país, nunca habían tocado en Ciudad Cultural Konex, ese multi espacio ubicado en el tradicional barrio del Abasto, a pocas cuadras de la transitadísima esquina de Corrientes y Pueyrredón.
En la previa, muchos de los espectadores que presenciaron el recital del martes (es decir, el día anterior), suponían un cambio brusco en el listado de temas, algo que no sucedió.
Lo que sí sorprendió fue la cantidad de “cuidacoches” (afuera) y “amigos de lo ajeno” (adentro). Lo segundo generó que haya cacheos a los propios seguidores al egresar del lugar en cuestión, lo que hizo muy incomoda la desconcentración del evento. Un mal momento para quien paga la entrada por culpa de unos pocos.
Yendo a lo estrictamente musical, el octeto que fusiona rock con ritmos rioplatenses realizó un repertorio compacto en el cual abundaron temas de “Destilar” y “A Contraluz”, con 7 canciones cada uno.
Ya se sabe que ‘Enano’ y ‘Cebolla’, ambos de nombre Sebastián, son las dos caras visibles y quienes le ponen la voz a la amplia discografía (ya son 7 los LP tras 25 años de trayectoria). Sin embargo, sostienen que todos en la agrupación tienen la misma importancia e injerencia a la hora de entender el éxito de este puñado de hombres montevideanos a los que les sobran huevos para ir al frente.
Otro factor determinante en la ecuación es la armonía y la constancia para sostener unido al grupo humano: desde 1995 hasta acá solo hubo un reemplazo y fue por cuestiones de salud. El cabaret no tiene lugar en La Vela Puerca.
“Frágil” y “Un Frasco” despertaron los suspiros de los fans mayores de 30 años, y “Potosí” (con la participación especial de ‘Manolo’ Ferreiro en voces) desató uno de los grandes pogos del miércoles. A esa altura de la velada, a más de uno le hacía falta un pulmotor para poder seguir respirando, aunque si era aire puro, mucho mejor. “Dice”, “Sin Palabras” y “Haciéndose Pasar Por Luz” y “Va a Escampar” dieron paso a los bises, pero también demostraron la vigencia del sonido antecesor a “El Impulso” (2007), placa que definitivamente cambió la cara de la banda.
Tras el anuncio de un nuevo desembarco en el estadio Luna Park (será a mediados de este año), LVP se despachó con “Zafar”, “Todo El Karma” y el final “Llenos De Magia”. Muchos se fueron con una sensación agridulce: la desidia estructural y cultural abarca todos los niveles de esta sociedad, y hasta que ésta en su totalidad no tome al toro por las astas, la situación no cambiará. En este caso habrá que conformarse con la música: se trata de festejar para sobrevivir. Pero… ¿hasta cuándo?
Por Joaquín Vacca.
Fotos de Cristian Sangermano
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