Sobre el escenario de Museum ya estaban listos los preparativos para la llegada de Massacre y su Biblia Ovni. La tarima en la que se habían desplegado la batería, los sintetizadores, teclados y elementos de percusión, se convirtió también en una especie de mostrador de bazar poblado por de muñecas, cascos, gorros, caretas y pistolas de juguete con diseño futurista. También los amplificadores y parlantes de retorno estaban decorados con cabezas de maniquíes y pelucas de colores chillones: un clásico de los recitales de la banda, que reflejan la afición del cantante Guillermo “Walas” Cidade por aquellos elementos que él mismo ha definido como “oscuros, medio patéticos”.
Las luces se apagaron cuando los músicos subieron al escenario. Walas, enfundado en una campera con capucha de color rosa, se ubicó frente al micrófono situado en el centro; a su izquierda, Pablo “Tordo” Mondello se instaló con su guitarra y su interminable pedalera de efectos digna del tablero de navegación de una nave espacial; el bajista Luciano “Bochi” Facio se posicionó a la derecha del cantante, y sobre la tarima se distribuyeron Federico “Fico” Piskorz, con la guitarra colgada pero atento también a los teclados y sintetizadores, y el baterista Carlos “Charly” Carnota. La tripulación estaba lista, el plato volador despegaba.
“Mi amiga Soledad”, tema que encabeza la lista de Biblia Ovni, último disco de la banda, dio comienzo al recital. El pogo estalló al mismo tiempo que la banda, y pronto trabajadores de seguridad, apostados detrás de la vaya de contención que separaba el escenario del público, tuvieron que esforzarse para atajar a los pibes que se hacían llevar por sobre las cabezas del resto y terminaban siendo arrojados hacia aquel sector. Sin dar tregua, el viaje continuó con “Te leo al revés”, un clásico del álbum Aerial.
Después de un saludo breve del cantante, Fico se acercó a los teclados para tocar la intro de “Tengo captura”, uno de los cortes del disco Ringo, el predecesor de Biblia Ovni. Le siguió “Querida Eugenia”, que despertó de nuevo el entusiasmo de los seguidores. Mientras que en el fondo del escenario una pantalla gigante mostraba fragmentos del videoclip de la canción intercalados con otras imágenes, en la pista se formaban los clásicos círculos de pogo, a la espera del clímax musical. De inmediato los músicos volverían a transitar Aerial, esta vez enganchando “Te arrepiento”, durante el que Walas ensayó algunos pasitos de baile y la multitud se hizo protagonista cantando el estribillo. En el medio de la algarabía, un pibe que logró pasar el vallado e intentó subir al escenario, pero los encargados de seguridad se lo impidieron.
Fico iba a volver a tomar el control del plato volador desde los teclados y sintetizadores que predominan en “Niña Dios”. Con Walas encarnando un papel de ufólogo, el set de luces imitando una “lluvia de estrellas” sobre las cabezas de los espectadores, un gran solo del Tordo y la presencia de su hermano Darío Mondello en guitarra acústica como invitado, el primer corte de Biblia Ovni dejaría la intensidad del espectáculo en el punto adecuado para darle paso a “La Virgen del Knock Out”, la enérgica canción dedicada a Ringo Bonavena. Entre los “¡Pegue, Ringo!” del cantante, alguien arrojó al escenario un muñeco diminuto, probablemente con la intención de que pasara a engrosar la colección del cantante, pero los músicos lo pasaron por alto.
Llegaría el turno de otra de las canciones del nuevo disco: “Domador de Jaguares”, un enérgico homenaje a Johnny Marr, de los Smiths, que a su vez hace alusión al fallecido cantante de Joy Division, Ian Curtis. Otra vez subió Darío al escenario, y para “Llena de fe” se sumaría también La Tori, manager de la banda y esposa de Walas, quien vestida de negro y empuñando un látigo con el que simuló fustigar a su pareja, aportó su voz en el homenaje a Marianne Faithfull. El siguiente tema fue otro del nuevo disco, “La Nave”, una canción que tiene el poder de sintetizar el espíritu de toda la Bilbia Ovni, y para el que se añadieron a la banda nuevos invitados: el percusionista Marco Antonio Manduca, y un coro Gospel.
De nuevo solos, los Massacre encararon uno de sus temas más celebrados, “La Octava Maravilla”, uno de los hits de El Mamut, la placa bisagra que les valió el pasaje del under al mainstream. El cantante hizo delirar a los fanáticos mientras se paseaba por el escenario abrazado a uno de sus muñecos, y de nuevo la guitarra de Mondello brilló con luz propia. Luego del éxtasis, habría unas palabras para recordar a Ricky Rua, cantante de Los Brujos que murió en junio. A su memoria le dedicaron “Sofía, la SuperVedette”.
La Tori volvió a unirse a la banda para acompañara a Walas en la poética “Mi cabeza se ha ido”, añadiendo una segunda voz mientras el cantante recitaba la letra sobre base musical tranquila. La canción funciona como preludio de “Muñeca Roja”, el segundo corte de Biblia Ovni, que tocarían a continuación para volver a elevar los decibeles al show. Un humo teñido de rojo por las luces cubrió a la banda, y otra vez se sumó el coro gospel para darle vida y vuelo a la interpretación.
Hubo un nuevo estallido del público cuando le llegó el turno a “Tanto Amor”, en la que volvió a tocar el percusionista Manduca y que culminó con la gente coreando las últimas estrofas a la par del cantante. Después, una base electrónica anunciaría la inminencia de “Adiós, caballo español”, del álbum 12 nuevas patologías.
El baterista Lucho Guglielmo subió al escenario para tocar a dos baterías (una electrónica) otro par de Biblia Ovni conformado por “Si quieren, pueden volar” y “Fieles a la montaña”. La combinación de las dos baterías con la percusión y una formidable tarea de Bochi Facio en el bajo dio como resultado una base sólida y contundente, sobre la cuál el resto de la banda jugó a placer. Luego, los Massacre dedicarían un minibloque en honor a David Bowie, otro de los referentes de la banda que ha fallecido este año. A modo de despedida del astro internacional interpretaron dos de sus canciones, “Starman” y “Moonage Daydream”.
Luego de intercambiar algunas palabras con el público, Walas contó que era el cumpleaños de Fico, por lo que la gente le cantó el Feliz cumpleaños. Volverían entonces La Tori y Darío, para acompañar en voz y guitarra respectivamente en “Sin Dormir”, a la que le seguiría la clásica “1984”. Siguiendo en la misma línea de intensidad, llegó el turno de “Feliz Noviembre”, canción de Biblia Ovni en la que los músicos contemplan su propia trayectoria y que tiene todo lo necesario para convertirse en un hit. Al final de la canción quedó solamente Mondello sobre el escenario, quién también se retiró luego de terminar de tocar el outro, para desconcierto del público. El susto no duró mucho ya que los músicos no tardaron en volver al escenario, y el frontman se tomó un tiempo para conversar y hacer una de sus habituales e hilarantes encuestas: “¿David Gilmour o David Guetta? ¿Maná o Manal?” preguntó. Las respuestas de la audiencia fueron contundentes: Gilmour y Manal.
Luego del descanso volvió la locura con “Nuevo Día”, seguida sin intervalos por “Plan B: Anhelo de satisfacción”, con lo que el recital llegó a su punto culminante. Todavía quedaba tiempo para el punk rabioso de “Tres paredes” y para que Charly Carnota marque con los palillos de la batería el inicio de “Mi mami no lo hará”. El ovni de los Massacre comenzaba a alejarse: “Gracias, un beso, somos los Massacre. Bienvenidos al Rock del futuro”, se despidió por última vez el capitán de la nave, para luego dejar que los terrícolas cantaran el final de la canción.
Por Facundo Remi.
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Fotos de Dani Lopez.
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