¿Cómo se puede explicar un recinto como Museum saltando con una canción que escuchan por primera vez? Bueno, Eruca Sativa. “Abrepuertas” consiguió una reacción genuina, cacheteó a los seguidores con la melodía, y los puso a transpirar en un pogo que resumió lo intenso de la presentación con la interacción constante de su público.
Lo extenso de la estructura de Museum mostraba un escenario lejano con el agregado de los dos niveles de balcones a ambos lados. La imagen resultaba atractiva y cuando las luces rojas se encendieron a las 20:45, el espacio cobró aún más belleza. Las luces se debían al principio de “Nada Salvaje”, que abrió el juego en San Telmo. Atrás quedó la entrada sigilosa del power trío, sin hacer contacto visual con sus seguidores. La concentración se mantuvo intacta y la soledad de Lula Bertoldi, ahora blonda, al escupir las primeras estrofas de “Desdobla” anticiparon el frenesí que se desató en el centro del campo.
La iluminación blanca del stage le guiñaba un ojo a la llegada de “Blanco” al recital de Eruca Sativa. En una sintonía similar, pasaron “Tu trampa” y “Desátalo”, cuales mostraron que la banda formada en Córdoba tenía al público en sus seis manos. Cualquier acto de improvisación o una distorsión distinta que llegaba a los oídos, los seguidores retribuían con gritos y/o aplausos. Fue tal el acercamiento implícito entre los dos factores de la noche (banda y fanáticos) que “Abrepuertas” hizo un click en Museum. No bastaba con ver a Gabriel Pedernera reventar la batería, ni la presencia constante de Brenda Martin en los coros ni tampoco los acordes que se desprendían de la guitarra de Bertoldi, quedó un espacio instrumental y el pogo apareció casi sorpresivamente. “Abre las puertas a todo lo que está por venir”, aclaró la cantante al finalizar.
“El Balcón” apareció en la primera mitad de la lista de canciones, cosa que no sucede a menudo, al igual que la que la sucedió: “Para que sigamos siendo”. Las voces de los presentes en Museum tomaron protagonismo con la canción de La Carne que resultó infaltable en el armado del show del sábado por la noche. La primera media hora se cerró con “Amor Ausente”, que al escuchar los primeros acordes se comenzaron a visualizar los celulares en alto que filmaron el momento. El bajo de Brenda Martin tuvo su espacio para un solo magnífico que erizó la piel ante la mirada de todo el boliche de San Telmo, incluso sus compañeros de banda, y demostró que la tercera pata de la banda tomó el rol del corazón del grupo a nivel sonoro.
“Queremos recordar a un gran amigo, Titi Rivarola”, mencionó Bertoldi al final de la versión. De esta manera, dio el pie a la interpretación de “El pensamiento”, de Torax, la banda del mencionado por la vocalista y guitarrista. La esencia de la fusión entre el rock y folklore fue grabada a fuego en Eruca Sativa y Rivarola tuvo una gran influencia en los comienzos de la carrera del grupo. El ambiente que trasladó a todos a las raíces musicales del power trío se mantuvo para un track inédito de Blanco, estreno en 2014. La zamba “Ciudad” movilizó al recinto con la voz de Bertoldi recitando la lirica y Brenda Martin desplegando su talento, algo que resultó intimo por la paz transmitida por la canción y el respeto que se mantuvo entre el público.
“Antes que vuelva a caer” tuvo lo ingredientes para subirse al podio de lo mejor del show. Desde el inicio, con la cantante y su viola sola entre las sombras hasta la entrada del resto de la banda, que golpeó con la misma fuerza de un tackle. Hasta el final con la frase cúlmine (“Ya no hay lugar para ambos”) a cargo de los seguidores con las luces del lugar que apuntaron hacia ellos. Mientras se cumplía la primera hora, la combinación de “Fuera o más allá” y “Eco” recordó a la gira de presentación de Blanco, donde eran las encargadas de abrir las listas de temas. “Vine a encontrarme de nuevo con vos”, se escuchó con fuerza cuando tocó el turno de la presentación en público de “Armas gemelas”, uno de los adelantos de Barro y Fauna. La melodía, con marcas de lo que dejó Huellas Digitales, supo dividir entre bailes y pogos.
Las luces rojas dijeron presente, otra vez, en el escenario y marcó la tendencia que se dio en el último tiempo de Eruca Sativa: el color del power trío se convirtió en rojo. Lo que en los primeros años fue el verde (tanto en el arte de tapa de los discos, el logo y más) en la actualidad el colorado ocupó ese espacio desde el show en el Luna Park, en 2015. “Agujas” y “Queloquepasa” marcaron que el final era inminente hasta que cayó “Magoo” para confirmarlo. Incluyó el baile de Lula Bertoldi, como es característico de la canción en vivo, pero con un beso lanzado hacia Nicolás Sorin, su pareja, al finalizarlo. El cantante de Octafonic respondió con risas.
Lanzamientos de listas, púas, saludos a la primera fila, foto grupal y retiro de las tablas. El show del power trío había terminado pero el público aún tenía sed de rock. Apenas dos minutos después, aparecieron de nuevo y lo primero que pronunciaron fue: “Ustedes saben que no hacemos bises”, mientras se acomodaban sus instrumentos. “Quemas” rompió el hielo del regreso y “Breed”, de Nirvana, se llevó todos los flashes. A esa altura poco importó la transpiración acumulada de una hora y media de puro rock. A los músicos tampoco: Lula y Brenda terminaron tocando en el piso. Lo concreto que dejó la presentación de Eruca Sativa en Museum es el nivel que mantuvo la banda. El escenario cambió infinidad de veces pero el sonido se mantuvo intacto siempre.
Fotos: Martín Dutil.
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