Ya había oscurecido en el barrio porteño de Almagro. Eran las 18:45, y el show comenzaba a las 19, por lo que la cantidad de gente para esa hora era grande. Bajé al subsuelo, donde se encuentra el auditorio, y previo a entrar una muchacha que estaba en la puerta me advirtió de que ya no habían más sillas, que tendría que permanecer parado al fondo, y que hacía calor ahí adentro. Claro, estaba lleno, los aires no daban abasto. Entré, y me tuve que acomodar parado por delante de gente que estaba apoyada sobre la pared del fondo, que seguro pensaron algo sobre mí cuando me estanqué delante suyo tapandoles la visión. Quitarme el saco y el sueter no fue suficiente para afrontar el calor, pero todo eso pasó a segundo plano, cuando a las 19 puntual salió a tocar Escalandrum.
Este 4 de julio se cumplen 32 años de la muerte de Astor Piazzolla, y el conservatorio que lleva su nombre, tuvo la gran idea de conmemorarlo con la “Semana Piazzolla en el Piazzolla”. A lo largo de la semana han habido distintos shows, charlas y clases en relación a la música que nos dejó el gran exponente del Tango, y sin lugar a dudas, uno de los shows más esperados es el de Escalandrum. La banda de Jazz, liderada por el nieto de Astor, Daniel “Pipi” Piazzolla, ha dedicado a lo largo de su trayectoria buena parte de su repertorio a reversionar temas de Piazzolla, con su impronta jazzera como bandera.
En fin, con el auditorio colmado, Marina Linage, la directora del conservatorio, presentó y agradeció a la banda, principalmente a Pipi, que también es profesor en el conservatorio.
Tras unas palabras de Pipi, la banda comenzó a interpretar “Primavera Porteña”, y el público empezó a emocionarse lenta y progresivamente a medida que el show avanzaba. Con momentos de extensos y maravillosos solos de cada uno de los instrumentistas, la música de Piazzolla, cuando es interpretada a este alto nivel, logra meter a quien esté viendo el show en un clima. Te abstrae, te deja perplejo, te encandila, pero por sobre todas las cosas, te enamora.
32 años sin Astor. ¿Qué sobrevive de él? ¿Dónde está esa rebeldía? ¿Cuál es su legado? Cuando una persona tiene tanto peso en la historia de un género musical, y en este caso con la particularidad de que el tango es un género bien nuestro, se hace difícil que no se sienta su presencia en todas partes. Y con “todas partes” no hablo solo de la música, sino también de la ciudad. Buenos Aires está retratada a lo largo de su obra perfectamente en las conmovedoras armonías y melodías que la componen. Por eso cuando escuchamos “Invierno Porteño” cagándonos de frio caminando por Corrientes, sentimos que estamos escuchando una narración del presente. Por eso cuando vemos una imagen de Piazzolla no lo vemos solo a él, sino también a la ciudad que él nos contó. Entonces por eso cuando escuchamos la música de Astor nos sensibiliza, porque habla de nosotros, los protagonistas de esta hermosa ciudad.
Entonces el legado está ahí. En que los que somos jóvenes, y no tuvimos la suerte de escucharlo a Piazzolla, podamos interpretarlo. Y quién mejor para cargar con ese legado que su propio nieto. Si bien no usa los dedos para apretar esos viejos y melancólicos botones, se siente a través de la batería la emoción con la que interpreta los temas. Lo tiene en la sangre. Carga con orgullo y honor el pesado apellido que tiene, y se encarga de que la modernidad no se lleve puesta al tango. Aunque bien sabemos, la música de Astor no dejará nunca de ser moderna, sigue estando adelantada a la época.
Para el final del concierto, la banda eligió despedirse con los clásicos “Libertango” y “Adiós Nonino”. Imposible no emocionarse. La sensibilidad de los temas, los espectaculares arreglos de la banda, y la emotividad que transmiten perfectamente los músicos. Es un desafío muy grande hacer sentir emociones a través de sonidos, y no solo por la composición de los temas, sino que controlar muy cuidadosamente los momentos, para hacernos sentir realmente esa libertad frente al pentagrama, y el dolor y la nostalgia volcados en él.
La emoción no es solo del público, en donde se dejan ver algunas lágrimas caer, sino que se los ve emocionados a los músicos también. No hay mejor forma de conmemorar y recordar a una leyenda de nuestra música que interpretándolo, y ellos lo saben. La música de Piazzolla sigue presente, y en gran parte es gracias a Escalandrum.
El público se paró finalmente para aplaudirlos, no hubo calor que lo detuviera. No alcanzó con romperse las manos después de cada tema o de cada solo, se merecían un aplauso final que sea realmente ensordecedor, total nuestros oídos ya estaban saciados.
Astor desde el cielo, debe estar tranquilo, ya que su legado está en buenas manos. Y Pipi también, porque su abuelo seguramente estaría muy orgulloso de él.
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