El logro de El Bordo en La Usina del Arte fue llevar el espíritu de una zapada en un patio, living o micro en una gira al espacioso escenario del barrio de La Boca. Quince canciones distribuidas en 75 minutos fueron el registro del primer acústico de la historia de la banda porteña que se grabó para inmortalizar en un disco en vivo, el segundo de la carrera del grupo. Las entradas agotadas en menos de dos horas fueron las primeras pistas que llevaron al dulce encuentro de una noche histórica.
Agotado abajo, arriba, un poco más arriba y más arriba aún. Para donde se miraba, en cada nivel y “tribuna” de la Usina, se encontraban seguidores cantando junto a la voz del grupo. La extensa fila por la calle antes del comienzo explicó semejante convocatoria para un show que comenzó a las 21 con una puntualidad extrema. Mientras sus compañeros se acomodaban, Ale Kurz se paró delante de su silla y ante el abrumador aliento de los bordolinos, hizo un gesto de abrazo acompañado con una enorme sonrisa. Migue Soifer golpéo el gong que estuvo a sus espaldas y fue la intro para “La Libertad”.
Una alfombra para cada músico, más de quince lamparas pequeñas de pie cerca de los músicos, fundas y cajas de instrumentos a plena vista. La definición de intimidad para El Bordo se veía sobre el escenario y buscaron llevarlo al sonido, para mostrar otra cara de las canciones con las armaron su camino en el rock. “Volando” contó con invitados como Lionel Mazzini en percusión, Marcelo Telechea en los teclados (ambos acompañaron en todo el show) y Paula Pomerares en violoncello. Los cambios de caras de sus canciones se observaron principalmente en “Cansado de ser”, con un arranque que llenó de calma al recinto de La Boca, y “Todo y más”, con algunos aires de reggae, por ejemplo.
Con la fuerza del estribillo de “Tesoro”, el público despegó de sus butacas para corear el track de En la vereda de enfrente. Un público que, a veces, le costó respetar la búsqueda de ambientes por parte de la banda, con gritos en medio de la canción pero dio grandes muestras de respaldo entre tema y tema con los clásicos canticos que retumbaban desde cada asiento y balcón erizaron la piel de los cinco integrantes de El Bordo.
Cada uno tenía sus instrumentos a un costado disponibles para usar en cada canción. Los hermanos Kurz con la variedad de guitarras a la derecha, lo mismo Pablo Spivak que esta vez ofició de guitarrista al lado de Leandro “Cuervo” Kohen que estuvo en los sintetizadores, piano de cola y hasta se sumó con acordeón, además de su clásica armónica. Al tener todo a mano, los asistentes aparecieron poco, como en la previa de los covers para entregar un atril con los acordes al cantante. Los homenajes elegidos fueron “Himno de mi corazón” de Los Abuelos de la Nada y “Dulce condena” de Los Rodríguez, esta última más coreada, probablemente por la popularidad que posee en el cancionero del rock nacional. Facundo Soto de Guasones, con una elegancia para destacar, se sumó para ponerle voz a “A donde vas?”, canción con una estructura original que era ideal para meter en el acústico.
“La escribí en el sillón de mi mamá”, explicó Ale Kurz mientras viajaba a 1999 para recordar el nacimiento de “Desde arriba”, un tema inédito presentado en La Usina del Arte. A la hora de show, Javier Casalla en violín completó la banda de invitados y participó en “Instinto”, que el arreglo de cuerdas le sentó perfecto y la convirtió en una de las mejores de la noche. Ante uno de los pedidos de su público, el cantante retrucó: “¿Cómo podemos hacer “La Patada” así?”, entre risas.
Las luces amarillas rodearon el lugar cuando sonó “Dejar caer el sol”, con Marcelo Di Giovanni de La Condena de Caín en bajo, en una versión impecable que logró movilizar a los presentes. “Gracias por llenar ese lugar de cariño”, dijo Kurz antes de hacer la última de la noche: “En la vereda”. Apenas aparecieron los acordes, el recinto entero se paró para cantar y saltar en el cierre que coronó un hito para la banda porteña. Los músicos se fueron rodeados por aplausos de pie, como en el teatro, ante un verdadero espectáculo en el que adaptaron sus canciones para registrar 20 años de historia.
Fotos de Héctor Palacios.
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