Al contrario del clima, que lució intermitente, con lluvia, llovizna, lluvia, para, llovizna y así, Divididos lució constante. Una auténtica Aplanadora, que lució sus mejores ropas para el festejo, a cielo abierto y con una auténtica multitud de sus 30 años de vida. Varias conclusiones dejó el show en el Hipódromo de Palermo.
La primera de ellas, es que Divididos envejeció bien. Bah, ¿envejeció? Diego Arnedo luce la misma vitalidad de siempre (¡o más!). Con esas zapatillas de suela blanca, su infaltable bajo beige fretless, el pelo como acostumbra y todo lo locuaz que acostumbra. El único signo del paso del tiempo en el alma de Divididos se dio sobre el final, cuando mostró ante los “Santos en Remera” a su hijo. “38 años tuve que esperar para esto”, bromeó Ricardo Mollo. “Gracias a la vida”, dijo Arnedo, brazos abiertos al cielo, cuando dejó a su pequeño con alguien responsable y se bañó en la ovación de un público que lo ama.
Antes, Arnedo había dejado, quizás la mejor definición de la noche y una semblanza que pinta a Divididos de cuerpo entero: “Recuerdo aquella noche en un bar de Flores, dónde lo único que queríamos era que hubiera otro show. Ahora es igual, ya estamos pensando en el próximo show”, dijo Arnedo y le agradeció a “los que se subieron temprano a este tren, los que lo hicieron en el medio, y los más nuevos, los más pequeños. Gracias por acompañarnos en este viaje”. Fueron casi las únicas referencias a las tres décadas de la banda, es que a Divididos el paso del tiempo no le pesa, ni le pasa. Luce con tan buena salud como hace una o dos décadas atrás.
El show fue de nivel internacional. Una puesta tremenda, un juego de luces y visuales a la altura de las grandes producciones internacionales y una lista de temas como para que alguno tome nota y arme un “This is Divididos”, en la aplicación que pasa y permite bajar música por streaming. Una lista ideal para explicarle a alguien que es Divididos y porque “30 años no son nada…”. Es que la banda revisitó varios hits, dejó ver muchos de los temas de “Haciendo Cosas Raras”, la reedición de su primer disco, excusa de todo esto, y se paseó con extrema soltura entre covers, temas que le son ajenos y que ya ha hecho propios, como la versión power de “Sucio y Desprolijo” de Pappo, o una versión demoledora de “El Arriero”, con el mensaje que Mollo & Cía quisieron dejar bien en claro: “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”. ¿Clarito no?.
Hubo temas de SUMO, por supuesto. Cuatro para ser más precisos “La Rubia Tarada”; que puso a saltar a todo Palermo bajo la lluvia, “Crua-Chan” y “Nextweek”, un combo demoledor para el primer cierre y el “Ojo Blindado” que fue el último tema que sonó en el show, otra vez con la lluvia como protagonista. Hubo invitados, con Gustavo Santaolalla como cara más reconocida y una versión de “Qué ves?” a la que aportó el Ukelele. Una versión XL del tema que popularizó bastante a la banda, cuando fue la cortina de la película “Comodines”, que marcó un antes y un después en el cine nacional. Lo de Santaolalla y Mollo en este tema fue para ver una y otra vez, una conversación entre una guitarra y un ukelele. Brillante. Y, al terminar, el reclamo de los dos, la queja sobre el Aeropuerto de Palomar y porque es una mala idea que esté ahí. A lo que le siguieron insultos al Presidente de la Nación, que sonaron más de una vez en la noche porteña.
Otra certeza que arrojó la noche es que, pese a ser un power-trío de enorme índice rockero, Divididos es la banda argentina que mejor interpreta el folclore en formato “rock” y no fracasa al hacerlo. “La Flor Azul” fue la clara muestra que Divi se siente cómodo navegando esas aguas, “Amapola del ’66” ya había dejado varias muestras de eso y la banda volvió a dejarlo claro en este show. También se acopló a la perfección con un set de violines, violas, chelos y contrabajos, para “Spaghetti del Rock” (¡Cuántos celulares al aire!), “Un Alegre en este infierno”, tema que Mollo aprovechó para bajar otro claro mensaje: “Lo más importante es nunca perder la alegría”; y “La Ñapi de Mamá” desde aquel inoxidable “Narigón del Siglo”.
Párrafo aparte para Catriel Ciavarella. El ex-pibe a nivel cronólogico, tiene una energía tremenda, es uno de los mejores bateros del país y su ingresó a la banda casi a mitad de camino (en 2004) la revitalizó por completo. Si bien Catriel sólo grabo “Amapola del ’66” y esta reedición de “Haciendo Cosas Raras”, el vivo de Divididos creció. Ciavarella permite que Mollo se cuelgue repartiendo púas, que Arnedo salude, lento, de punta a punta del escenario y sostiene. 5, 10, 15 minutos dándole y dándole a la batería, incansable, frenético, imparable. Es el nervio de esta banda que son tres y suenan como mil. En la fiereza de sus parches y en brillo de la técnica de Ciavarella descansan los solos y arreglos de Mollo y el ritmo de autopista que Arnedo le da a su bajo. Nunca los deja a gamba y, por él, siempre algo suena en escena. Uno llega a pensar si no tiene alguna especie de chip en los brazos o algo así. Mientras algunos ya estaban cansados de estar parados tras dos horas y sólo de ver el show, Catriel llevaba tocando casi tres horas y no se levantó casi nunca de la batería. Un show enorme del baterista que más duró en la banda y el que le renovó la sangre. Con él ahí, Mollo y Arnedo lucen mucho más jóvenes que los 60 años que ya tienen. Y esa quizás es una de las claves del éxito.
Divididos no dejó de tocar sus “hits” o los temas que suenan siempre: “Rasputín/Hey Jude”, “Paraguay”, “El 38” y “Ala Delta” todos cerquita del final. Ese cóctel, más algunos temas de “SUMO” suelen confluir en el cierre de un show de Divididos. En este show, sin embargo, la banda como anteúltimo tema de la noche regaló una versión de “El Arriero” que puso los pelos de punta y que nos permitió llegar a otra certeza: nunca, jamás, Mollo cantó tan bien. Prolijo, voz rasposa cuando debe serlo, nunca se fue de una nota y una potencia capaz de erizar los pelos de la nuca. Mollo, un auténtico animal de la guitarra, un guitar hero del Oeste, la dejó chiquita también con el otro instrumento que domina: la voz.
Fueron casi tres horas, 29 temas, 7 discos de los que sonaron temas, 8 covers y lo mismo de siempre, pero mejor. Divididos no falla nunca, jamás defrauda y aplana siempre. Luce cómodo en el rock (¡Cómo no va a estarlo!), en el hard rock, en el folclore en el funk (Arnedo, chapeau) y en el ritmo que sea. Son músicos virtuosos, prolijos, buenos en serio y que hacen gala de un profesionalismo gigantesco cuando encaran este tipo de eventos, algo que no suelen hacer muy seguido.
Es celebrable, entonces, que Divididos haya elegido armar un mega festejo y salir del confort de salas chicas, que siempre se agotan y que permiten condensar todo el poder de la banda entre cuatro paredes. Este Divididos a Cielo abierto, para 10 o 12 veces más gente también suena arrollador, también suena fresco, también es la “Aplanadora del Rocanroll”. Es como dijo Arnedo, a una banda como Divididos, con esta buena salud, con este nivel musical, con este repertorio variado y que nunca conforma, no le queda otra que siempre apuntar al próximo show. Larga vida a Divididos, son 30 años, pero esto recién empieza.
Lista de temas
01- Che, ¿qué esperás?
02- Los sueños y las guerras
03- Haciendo cosas Raras
04- Tanto Anteojo
05- Salir a Comprar
06- Perro Funk
07- Qué tal/ La Rubia Tarada
08- Paisano de Hurlingham
09- La Flor Azul
10- Par Mil
11- Spaghetti del Rock
12- Un Alegre en este Infierno
13- La Ñapi de mamá
14- Gárgara Larga
15- Light My Fire (The Doors)
16- ¿Qué ves? (con Gustavo Santaolalla)
17- Caballos de la Noche (La Foca)
18- Tengo (Sandro)
19- Cuadros Colgados
20- Sucio y Desprolijo (Pappo’s Blues)
21- Amapola del ’66
22- Rasputín/Hey Jude
23- Paraguay
24- El 38
25- Ala Delta
26- Crua-Chan
27- Netxweek
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28- El Arriero
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29- El Ojo Blindado
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