La lluvia y el sol abrumador fueron protagonistas de la segunda jornada del Cosquín Rock 2024. El aguante a las primeras bandas bajo el agua y la espera de la noche, para que refrescara un poco, se dieron mientras grandes momentos se vivieron en el predio, en lo que fue el día más ecléctico del Festival.
Puedo sentir una energía tan intensa entre los dos
Ciro y Los Persas cambió de horario, pero no de intensidad. A diferencia de otros años, subió al escenario cuando el atardecer iba llegando y fue allí cuando la gente fue aumentando en intensidad y aguante.
Un showman, que siempre tiene el pergamino de ser el más convocante de cada edición, para que “un mundo de gente” lo viera a él, a Ciro, que dio todo de sí para que el Escenario Sur pareciera el Norte de otras veces.
Un repertorio lleno de clásicos, “más piojoso”, dejó a la gente satisfecha. Mucha de esa gente que fue para verlo a él, como pasa muchas veces en este Festival.
Icono mundial
“Es el de los Guns” le decía una chica a su amiga, quien le preguntaba a quien iban a ver. “Ah, sí, sí” era la respuesta. Y entonces se quedaron y de golpe sintieron una emoción por ser testigos de “alguien grosso”. El de los Gun’s tiene nombre propio y es Slash, que llegó al Cosquín Rock para que conocedores (y no tanto) lo vieran hacer de las suyas, junto a Myles Kennedy & The Conspirators. Pero claro está, todo el mundo lo seguía a él.
Un grupo menor sabía las canciones de esta banda que tiene más de una década, el resto lo vitoreaba a él sólo y lo alentaba con un “Olé, olé, Slash, Slash”. En una hora y media tocaron la mayoría de los temas de su último trabajo llamado “4” (2022), pero también sonaron “Back from Cali” del mismo “Slash” (2010), y un cover de Guns N’ Roses: “Don’t Damn Me”.
No importaba mucho si se conocía o no la carrera “independiente” del de galera, pero había que ir a verlo como fuera. Por ser un icono de la música mundial. Y así lo entendió la mayoría de la gente que dijo presente. El mismo Slash en sus redes se mostró agradecido con la gente. “¡Todos fueron jodidamente increíbles!” , escribió. El mismo que sigue siendo jodidamente increíble.
Me queda bien ser el de siempre
En “Rockstar” Duki canta “me queda bien ser el de siempre”. Tal vez por eso la gente lo sigue, casi ciégamente, y se agolpa para verlo como si no hubiese un mañana. Hoy por hoy, es un rockstar hecho y derecho, que mueve multitudes, tanto que fue imposible llegar hasta el vallado para sacar mejores fotos.
En esta edición, Duki regresó para ser el artista central del Escenario Norte, para seguir haciendo historia. Esa que parece que no tiene límites ni topes, y que lo llama a seguir siendo “el mejor, al meno’ en estos días”.
Catupecu es Rock
Qué gran momento regaló Catupecu Machu al pie de la montaña, en el escenario que llevaba ese nombre. Una dosis hermosa de rock, “un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico” como escribiera Oliverio Girondo. Un Fernando Ruíz Díaz que es acompañado por un bandón, con dos baterías que van al unísono para que sea más potente todo.
Recordó a Gabriel Ruiz Díaz, homenajeó a Lisandro Aristimuño, cuando cantó “Es todo lo que tengo, es todo lo que hay”. Y todo lo que tenían y había era una seguidilla de éxitos, que hicieron saltar sin el suelo, que lograron que la “marea humana se moviera” y dejaron satisfecho a Ruíz Díaz, que dijo: “Es cuando vas a comer y te preguntan si queres más comida y decís necesitaría un poco menos”.
Empachados de tanto, quedaba el postre cuando invitó a miembros de Usted Señálemelo, quienes debutaron en “la noche de Cosquín”, para que el Escenario de Montaña fuese de lo mejor de la segunda jornada.
ATR
Damas Gratis cerró el escenario Norte. Allí donde aluna vez tocó la Mona Jiménez y abrió del todo el abánico musical festivalero, en esta oportunidad lo tuvo a Pablo Lescano viviendo un momento de lujo y a todos los rockeros coreando canciones, que hasta hace una década eran mala palabra.
Fue un cierre a pura fiesta, en la edición más variada de los últimos tiempos. Que fue exitosa de igual modo, para todos los gustos y donde no faltó nada, ni nadie.
Fotos y texto Juanjo Coronell
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