A muchos les puede parecer que las bandas tributos son algo patético o algo no digno dentro de la música porque hacen canciones de otros, pero esto que voy a contar en estas líneas es más que un homenaje. Es traer a la actualidad la historia de una banda, que quizás, fue la mejor banda que ha tenido en Argentina, algo así como Los Beatles Argentinos, donde cuatros músicos excelentes y los mejores para con su instrumento se unieron y formaron una banda perfecta.
El universo pocas veces en la historia se torna de esa manera. Acá los planetas se alinearon. Y el homenaje de parte de esta banda en 2017, es totalmente fiel y no deja pasar ningún tipo de arreglo, hace todo tal cual fue grabado y tocado.
Respetando la ubicación exacta de aquellos músicos en el escenario, en esta fecha tan especial ofrecieron enfocarse en el tercer disco de la banda que fue el álbum que los llevaría a la popularidad y a ser los vanguardistas de toda esa generación oprimida y presionada por la dictadura y el proceso en el que se vivía por aquellos años. Una obra maestra de 8 canciones hermosas, una tras otra. Para los fans es como su obra cumbre.
Resulta que a los 37 años de que Seru Giran presentara “Bicicleta” de manera oficial en el Estadio Obras, tocándolo por primera vez frente a la audiencia, este grupo que conmemora de manera perfecta esas canciones sin ningún tipo de falta de respeto, dio esta fecha especial enfocada en aquella placa y la manera sutil fue tocarlo todo completo y en orden cronológico. Eso justamente es algo muy conceptual. Y vale la pena mencionar un dato aún más curioso y con el cual pueden volar aún más, el grupo no estaba enterado de este dato. Lo que son las casualidades, ¿no? Podemos decir que todo pasa por algo y los planetas aquí también se alinearon de alguna manera.
En un ambiente de mucha calidez, con la música de Spinetta de fondo y con la gente relajada sentada en sus mesas, degustando algún buen vino con ricas empanadas, estando en familia, o en parejas, o algunos otros con amigos, se le daría comienzo al ritual de la celebración de viajar en el tiempo junto a la música de una de las agrupaciones más potentes de nuestra cultura.
A eso de las 9:10 de la noche, los músicos de Cinema Verité subieron al escenario con un recibimiento lleno de aplausos y de manera muy humilde, fueron a sus posiciones y la batería comenzó a marcar el ritmo jazzero de aquella canción que abría el disco de 1980, “A los jóvenes de ayer”. Mientras que el tema comenzaba asomarse progresivamente, el bajista, que es algo así como el vocero del conjunto, se anima a comunicarse con el público, de manera muy solidaria, saludó y explicó un poco de lo que trataría el show.
Todo tocado de manera perfecta e igual a aquel maravilloso disco se fue abriendo paso a paso y nos fuimos sumergiendo en esa intro mitad tango mitad jazz que propone la apertura de esa canción que García y Lebón compusieron juntos como respuesta a viejos tangueros tradicionalistas que los habían tratado en una entrevista televisiva como músicos internacionalistas y poco nacionales. El rebelde de Charly le respondía con esto.
La gente al principio un poco tímida, empezó de a poco a corear y a cantar la canción a medida que avanzaba. Servía como introducción ideal para sumergirse en lo que vendría. Y así fue dándose todo, con un juego de luces asombroso de muchos colores, creando climas de todo tipo de emociones porque eso es lo que es esa placa de ocho canciones, un conjunto de diferentes climas, algunos luminosos, otros rabiosos y otros un poco más innovadores como fue el caso de “Mientras miro las nuevas olas”, que mostraba un poco lo que vendría en aquel momento, refiriéndose a la famosa new wave de principios de los 80.
El show se dividió impecablemente en dos sets, el primero estuvo dedicado a “Bicicleta” donde todo salió muy fino. Uno que desconocía el disco no podía creer que todas las canciones de él fueran todas buenas. Y para colmo no teníamos al frente a una banda solo de covers o de versiones, sino a una que nos propone viajar en el tiempo ejecutando esas canciones igual que en el disco y no a las diferentes versiones en vivo y realmente lo consiguió porque fue eso, un viaje a 1980, en esos momentos de opresión donde los jóvenes se usaban como algún tipo de refugio de libertad el ir a ver a Seru Giran. Se fue respetando cada arreglo, y cada sonido original con la misma prolijidad con el que las canciones fueron publicadas por primera vez en su historia.
Así fue, como a las 21:53, dieron ya por finalizada la obra maestra con un público fervoroso aplaudiendo de pie por la perfección que había escuchado de esas canciones tan maravillosas y difíciles, siendo únicas de tocar y se tomaron un descanso para volver en un segundo corte y celebrar la historia del grupo con los clásicos de toda su carrera.Luego de eso, la gente se quedó muy contenta y con más ganas de escuchar y disfrutar de este nuevo grupo, las sonrisas sobresalían de cualquier rostro que estuviera ahí y el público comenzó a liberarse un poco más y dejarse llevar en el disfrute.
Ya para cuando la audiencia estaba bien caliente, a eso de las 22:05, el grupo volvió con un gran recibimiento de aplausos por parte de la audiencia y arrancaron con el clásico “Peperina,” que le daba el nombre a lo que sería el último disco de estudio de la banda en 1981, y que estaría dedicado a una periodista de Córdoba, que cada vez que Seru Giran iba a tocar a esta ciudad, la comunicadora los defenestraba, pero al parecer también le gustaban demasiados los backstages, camarines y los hombres que estaban detrás del negocio del rock, ósea, una groupie.
Charly, cansado de las críticas, decidió contestarle con esta canción y ponerle este sobrenombre. El momento rockero de la canción fue quizás el primero donde el público mostró ese fervor y comenzó a marcar ritmo con las palmas y a pararse a bailar. Un momento de la canción muy festejado y con un canto que dejo muchas gargantas afónicas.
A eso le siguió “Perro Andaluz”, del disco “La Grasa de Las Capitales”, donde por primera vez se vio alguna que otra complicación en el sonido, por parte del micrófono del vocalista, pero no mancho para nada la ejecución con la que realizaron la canción, y se puso resolver rápidamente. La banda siguió tocando y derribó esa barrera. Una vez ya concluida esta segunda canción, el bajista una vez más interactuando con el público, dijo que recién le habían venido a decir algo con lo cual estaba impactado por la casualidad y que no podía creerlo, pero era que el día anterior se habían cumplido nada más y nada menos que 37 años de la publicación de “Bicicleta”.
Eso daría más emoción aun y ya luego para la tercera canción las cámaras de teléfono filmando el show comenzarían a abundar porque el momento festivo del show sucedería con “No Llores por mí argentina”, donde el público deleitó y se divirtió bailando. En esta segunda parte, el ida y vuelta con el escenario se vio mucho más claro y con más empatía. Después de eso se pondrían un poco más en clima y bajarían con una de las baladas más preciosas de Lebón, “Esperando Nacer”, donde la gente escuchó con un silencio lleno de respeto, nostalgia y reflexión..
Parece una banda homenaje a Seru Giran muy fan del álbum “Peperina”, porque el próximo tema también fue de esa obra cumbre y abrieron el paso al primer invitado de la segunda parte, quien ya había estado en el primer set en “Encuentro con el diablo”, Martín Arroyo, y anunciaron que se venía un tema medio carnavalito y para mover el esqueleto. Alguien entre el público grito “En la esquina del sol”, a lo que el cantante respondió riéndose “casi” y ese mismo volvió a gritarlo correctamente: “En la vereda del sol”.
Ya para este momento de la noche la interacción con el público y la empatía era muy clara. La gente se ponía de pie en todo momento y daba mucho respeto por lo que estaba ante sus ojos. Ahí fue donde antes de hacer el sexto tema, dieron paso al segundo invitado, que fue Fernando Cordeiro, el cantante de Kimé, que presentan su primer disco llamado “Fluir” el domingo 2 de Julio en el Roxy, para interpretar un tema bastante irónico del cuarteto histórico llamado “Salir de la melancolía”.
Y para el séptimo tema ya cambiaron de rumbo y volvieron a 1979, el segundo disco de Los Beatles Criollos para hacer uno de los temas más tristes, épicos, sentidos y de una letra y melodía heroica como “Viernes 3 am”, que habla de alguien que se pega un tiro harto de la sociedad Argentina en la que se vivía en aquellos tiempos, que tantas veces hemos escuchado y hemos cantado con el alma. Acá no falto oportunidad para que la gente la cantara hasta llorar y con el corazón. Cuando comenzaron a interpretarlo, la gente se puso de pie para aplaudir y continúo escuchando con un silencio pasivo lleno de respeto. Un himno digno de ser.
Pero eso no fue todo, el octavo tema fue heroico y quizás el más emotivo de la actuación, porque hicieron nada más y nada menos que un himno que sobresale de la carrera del grupo y de lo que es Charly García en sí. Una canción que esta incrustada en el inconsciente colectivo de los argentinos y eso es “Seminare”, que también hicieron junto al cantante de Kimé, y la gente lo cantó todo, como haciéndolo casi propio. Fue, sin dudas, el momento de la gente.
Ya después de esta canción, con un público que estaba caprichoso por quedarse a disfrutar dos o tres horas más de buena música, pero todo tiene un límite lamentablemente, anticiparían el final, diciendo el próximo tema ya sería el ultimo. Ahí recién, el vocalista invitado, después de estar en el periodo más caliente del concierto, los dejaría para que terminen en modo cuarteto.
Después de agradecer a los presentes y a todos los que trabajan con ellos en la puesta en escena, ya sea luces asombrosas que ofrecieron como también el sonido, y a su manager, darían lugar a una de las canciones más viejas y ocultas de Seru, que estaba incluida en su homónimo álbum debut lanzado en 1978 y hablaba de todo ese momento de exilio para muchos artistas, con lo cual muchos se tenían que ir o también mucha gente decidía irse porque la situación argentina con el proceso y la dictadura de esos años oscuros no estaba para nada bien. Esa canción se llama “Autos, Jets, Aviones, Barcos” que daba a entender ya desde el titulo la desesperación por huir casi como una rata del país.
El irse no les fue fácil a ellos, así que, seguido a esa canción, sin aviso, hicieron otra maravillosa perla y joyita llamada “Canción de Hollywood”, desde La Grasa de Las Capitales de 1979. Una canción que también Seru solía hacer mucho en las presentaciones de Bicicleta por cierto. La gente ya tenía una sonrisa dibujada, porque ver algo con el mismo sonido, los mismos arreglos, los juegos de voces y los sonidos fue como viajar en el tiempo y ver esa maravillosa agrupación que muchos se perdieron o no pudieron ver.
Finalmente, después de volver de Hollywood como lo proponía la canción anterior, tenían que primero despedirse del público argentino así que, con muy pocas ganas de dejar el escenario, dieron otro gran regalito y eso fue “Eiti Leda”, donde desplegó toda una gran fiesta de sábado a la noche. Ya el público en esta canción se mostró gritando y bailando y fue muy protagónico.
El grupo ardió entre esos sintetizadores mini korg que daban un sonido de nave espacial o quizás más espacial que el que usaba Charly en aquellas épocas que era el famoso mini moog, instrumento y marca fundamentalista en el Rock Progresivo. Eiti Leda es una obra maestra hecha canción, que pasa por varios climas, algunos nostálgicos y tristes y otros luminosos y de nunca acabar donde todos los instrumentos marcan sus destrezas, así fue como Cinema lo mostro y no tuvo nada que envidiarle a la versión que todos conocemos.
Entre aplausos, admiración, respeto, sonrisas, alegría y enorme agradecimiento, despidieron la noche humildemente saludando al público abrazados a las 23 horas y después compartieron esa alegría, saludando y despidiendo al público que iba dejando la sala, estando maravillados e iluminados con lo que habían visto. El Delorean había vuelto una vez más al futuro.
Otra vez, 2017, que pena, ¿no? Fue un lindo viaje y bandas como Cinema Verité que hacen un tributo tan fiel genera eso, hacer sumergir al público y llevarlo hacia ese momento y hacia eso que jamás tuvo la oportunidad de ver o que sí pudo disfrutarlo en alguna otra vida. Gracias música, gracias García, gracias Rock Argentino.
Por Marcos Coletto
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