Pánico. La Selección Argentina no responde. Recibe cachetazos y no reacciona. El tiempo se agota. El barco ha intentado enderezar el rumbo, hasta ahora sin éxito. Quedan dos partidos, 180 minutos, a los que quizás se le sumen otros 180, como no ocurría desde 1993, en el doble partido clasificatorio ante Australia para Estados Unidos 1994. Final abierto para esta historia, que está llegando a su fin.
Empate en cero con Uruguay. Otra igualdad en uno vs Venezuela. En ambos casos, se repiten situaciones: completo dominio de la pelota, situaciones de gol en el primer tiempo, desorden y confusión en las segundas partes. Preocupante. En especial, cuando se trata de siete equipos luchando por tres lugares y medio en el próximo Mundial.
El análisis de este momento atípico de la Selección, acostumbrada a pelear por los primeros puestos, puede ser en base a lo inmediato (dos empates, ante un rival directo y el último de la tabla), a mediano (solo tres victorias en los últimos diez juegos por Eliminatorias, desde la Copa América 2016) o largo plazo (una generación que afronta un proceso de recambio, pero no encuentra respuestas eficaces en los nuevos nombres, y una dirigencia que en el pasado no supo dar respuestas a cesanteados entrenadores de turno). Motivos, responsables, dedos acusadores sobran, en medio de la incertidumbre por la presencia argenta en Rusia.
“Tenemos que clasificar jugando“, dijo con sensatez Jorge Sampaoli tras el último partido. Pero el equipo, tras un buen comienzo en los amistosos, no responde en cancha por los puntos: le falta gol, concretar las constantes chances que genera, antes de entrar en esa bache de desesperación, donde los rendimientos individuales –parches como Federico Fazio y el tan solicitado Mauro Icardi- y colectivos se tornan alarmantes. Esto ocurría desde el inicio de la Eliminatoria con Gerardo Martino, luego con Edgardo Bauza. Un equipo que se parte en dos, pierde cualquier identidad, aisla a Lionel Messi, no lo potencia, lo hace retroceder demasiado para tocar la pelota y siquiera le devuelve una pared al 10.
Dos partidos: jueves 5 de octubre, ante Perú en Buenos Aires; y martes 10, con Ecuador en Quito. Hoy es repechaje, un hipotético ida y vuelta con Nueva Zelanda por un lugar en Rusia. El verdadero rival es el equipo de Ricardo Gareca. Con Perú será una final. El que gane, llegará al último duelo con más chances de asegurarse el cuarto y último puesto de clasificación directa. Detrás, Chile, Paraguay y Ecuador acechan, sueñan con poder dejar a Argentina sin Mundial. Solo quedan seis puntos para Rusia.
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