El ciclo de Luis Enrique como entrenador del Barcelona llegará a su fin en pocas semanas. Si algo ha demostrado el conjunto culé en la última temporada es que su esencia se ha visto debilitada y por ende, cumplir con los objetivos se ha dificultado. Con Andrés Iniesta menos influyente en el juego, todos los reflectores apuntaron a Lionel Messi. Es que, Neymar Junior es un jugador como pocos en el mundo, pero sus condiciones son muy distintas a las del argentino. El brasileño puede inventar una fantasía en cualquier momento, un gol impensado, o incluso remontar casi por sí sólo una eliminatoria de Champions League –véase el 6-1 a PSG-, pero al menos a día de hoy, con 25 años, no es capaz de lograr que lo colectivo marche sobre ruedas.
Messi, por su parte, con los años ganó experiencia y sentido de juego. Sus lecturas son similares a las de su mejor momento: mejor intervenir menos y mejor que más pero peor. La diferencia es que con un estilo que no es el de antaño, su presencia se vuelve más necesaria que nunca. Cuando el argentino está enchufado, Barcelona sí logra parecerse más al de sus mejores momentos. Una constante ha sido verlo tocar más pelotas en la zona central del campo, cuando lo común desde la asunción de Luis Enrique, había sido encontrarlo en la banda derecha como en sus inicios. A espaldas del mediocampo rival, con Iniesta y Neymar –sus socios predilectos- más cerca en el campo, sus posibilidades de dañar crecen de manera considerable.
Messi en la nueva Albiceleste
Es casi un hecho que Jorge Sampaoli dirigirá a la Selección Argentina. Uno de los máximos sueños del nacido en Casilda era entrenar a Messi. Por eso, mientras se preocupa por completar una muy buena temporada en Sevilla, el ex entrenador de la Selección de Chile ya debe de imaginar cómo potenciar la figura del mejor jugador del mundo. Hablar de la futura selección es adentrarse en un mundo de supuestos interminable, pero aun así se puede analizar lo que está a la vista: con poco tiempo de trabajo e incluso una clasificación al Mundial aún por garantizar, lo que pueda llegar a hacer Messi será determinante en las aspiraciones argentinas. ¿Cómo se le da al genio las herramientas necesarias para su que realice su magia? ¿Cómo se crea un contexto adecuado para que la foto sea su rostro con barba y sonrisa, en lugar de su figura rodeada de camisetas rivales?
No es extraño imaginar que la nueva Selección intentará ser protagonista desde la posesión, con Messi más centrado que de costumbre para estar más cerca de todos sus compañeros e ir conectando con todos a la velocidad que crea conveniente, como lo ha hecho –o intentado- en Barcelona durante los últimos meses. Para eso, será importante que haya líneas de pase, movilidad y opciones que den amplitud al juego con la misión de que se abrir espacios en las defensas rivales.
Si se mira hacia atrás, algo es difícil de refutar: Messi prácticamente no ha tenido en la Selección laterales que pasen al ataque. Es sabido que el brasileño Dani Alves ha sido uno de sus mejores socios, porque sus constantes avances le permitían a Messi engañar con el pase hacia afuera, o efectivamente, utilizarlo para ir hacia el área y aparecer libre de marcas. En el último tiempo también han sido una constante sus pases milimétricos para la llegada de Jordi Alba –su asistente para el 3-2 ante Real Madrid-, pero en Argentina, los laterales no han sido jugadores que destaquen por sus aportes ofensivos: Pablo Zabaleta, Gabriel Mercado, Facundo Roncaglia, Hugo Campagnaro, Nicolás Otamendi; por izquierda, el habitual ha sido Marcos Rojo, de características más defensivas. Quien podía cumplir esa función, Emanuel Más, no tuvo buenas actuaciones y su venta al fútbol turco más la salida de Edgardo Bauza pueden complicarle su lugar en Ezeiza. Más atrás en el tiempo, otro marcador de punta izquierdo fue Gabriel Heinze, con escasa participación en ataque; también hubo intentos fallidos como lo fueron Emiliano Insúa, Fabián Monzón y Emiliano Papa. En definitiva, si se tiene en cuenta ambas bandas, apenas si puede considerarse a Javier Zanetti como la figura más parecida a un buen socio de Messi, pero el paso del ex capitán ocurrió en la Copa América 2011, cuando Sergio Batista quiso calcar al Barcelona con jugadores muy distintos y Lionel no estaba en banda derecha sino como “falso nueve”, al igual que en el club catalán.
No se trata de demonizar a jugadores como Zabaleta y Rojo, que han sabido rendir en instancias decisivas de un Mundial, sino de evaluar características e intentar determinar cuáles ayudan a que el mejor jugador de las últimas décadas pueda mostrar todo su potencial. ¿Habrá Sampaoli comenzado ya mismo la búsqueda –al menos en su cabeza- de laterales o carrileros con vocación ofensiva? De momento, Messi da señales de esperanza. Todavía le queda hilo en el carretel para bordas más páginas doradas. Estará en el nuevo cuerpo técnico proporcionarle, de una vez por todas, un colectivo que le facilite sus metas.
Por Alan Alberdi (@AlanAlberdi).
Foto de Goal.
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