Las últimas semanas fueron movidas para los atletas argentinos que reciben una beca del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD). Y no precisamente por la actividad deportiva, sino que por la posibilidad de quedarse sin la ayuda del Ente para la práctica profesional de sus respectivas actividades.
Mediante una reforma tributaria se quiere derogar el artículo 39 de la Ley 26.573 que establece que el 1% de los abonos de telefonía móvil van a las arcas del ENARD para becar a los representantes nacionales y solventar los gastos administrativos. Es decir que los principales beneficiarios fueron los atletas.
En algunos casos, las figuras reciben dos becas. Una por parte del ENARD y otra a través de la Secretaría de Deportes de la Nación. Como a cualquier persona, tener un ingreso fijo los ayuda a ordenarse y planificar. Cuando la herramienta de trabajo es el propio cuerpo, se busca tener los mejores proyectos de entrenamiento para así llegar a un clímax durante la competencia. Contar con más recursos en el deporte de alto rendimiento implica poder programar giras por el exterior y entrenar en condiciones óptimas, a la par de los mejores del mundo.
Ana Pellitero es una nadadora paralímpica que padece una disminución visual. A su corta edad, 20 años, ya se encuentra compitiendo en lo más alto de la natación paralímpica mundial. En 2016 estuvo en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. “Recibo becas del ENARD, desde 2015, y de la Secretaría”, explica. Pietro Di Martino tiene veinte años y se dedica a la esgrima desde hace una década. Becado desde 2013, se considera “uno de los deportistas que nació con el ENARD”.
Ambos destacan la importancia del Ente y de su apoyo para la práctica profesional enfocada en las máximas competencias y coinciden en la falta de regularidad de los pagos de la Secretaría de Deportes. La nadadora resaltó que “con el ENARD sabemos qué día cobramos, vamos y está la plata; mientras que con la Secretaría, no”. A su vez, para el esgrimista lo más importante que brinda el apoyo del Ente es la posibilidad de proyección producto de su eficacia, ya que la cuota entra regularmente todos los principios de mes, contrariamente a la provista por la Secretaría de Deportes de la Nación, “que no es tan constante con los pagos y nunca se sabe qué día entra la plata”.
Frente al cambio de financiamiento del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, el esgrimista opina: “La idea de que el presupuesto destinado al Ente se va a elevar a 900 millones de pesos me trae buenas sensaciones respecto a que el deporte va a tener más fondos para funcionar. Sin embargo, considero que depender del Presupuesto Nacional es algo que siempre va a tener complicaciones. Es fundamental que el ENARD siga siendo autárquico para que los deportistas sepamos cuánto y cuándo se nos va a pagar”.
En un encuentro entre Mauricio Macri, los atletas olímpicos, Gerardo Werthein (presidente del Comité Olímpico Argentino) y Leandro Larrosa (CEO del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018), se acordó que el Estado se iba a hacer cargo del dinero que recibía el ENARD y que éste no perdería su autonomía. Pero el presidente del país les pidió a las autoridades del Ente que fueran austeros a la hora de gastar el dinero. La cifra final que se acordó supera a lo recibido este año, que ya superaba en un 20% a lo que recibieron en 2016, con un total de $900 millones a lo largo de todo el año y dividido en cuotas mensuales iguales.
Desde el 1 de enero de 2018 el ENARD recibirá el dinero del Estado de forma directa en sus arcas sin pasar por el Comité Olímpico Argentino ya que, según los estatutos del Comité Olímpico Internacional, ningún Comité Olímpico puede estar vinculado a un Estado nacional, y dejará de financiarse con el 1% del valor de los abonos de celulares, como fue desde su creación. Resta esperar que empiece a regir esta nueva forma de ingresos para el Ente y que los atletas puedan seguir desarrollando sus actividades en óptimas condiciones y sin retrasos, como ocurre con la Secretaría de Deportes de la Nación.
Luciana Panizza y Andrés Yacoubian
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