“Si discriminas, perdemos todos”, es la consigna y para todos quienes gusten de ir a la cancha los fines de semana, sabrán que estar de acuerdo con eso y llevarlo a la práctica son dos caminos diferentes. Aunque sea en una pequeña parte, la hinchada también refleja las falencias sociales, que impulsadas por la masividad y, si se quiere, el anonimato, hacen pasar como desapercibidas o hasta justificables ciertas agresiones que en otros terrenos serían condenables. Cuantos se reirán, por ejemplo, de Micky Vainilla entendiendo el sarcasmo y repudiando la discriminación real, y después, cuando le gritan camuflados entre miles a algún jugador contrario, ese “negro de mierda” o insulto random con contenido discriminatorio le parezca gracioso, pero esta vez sin el sarcasmo.
La AFA y el Inadi presentaron hace unos meses un Plan de Erradicación de la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo en el fútbol. La idea desde el vamos era capacitar a los jugadores, poner carteles en los estadios y, en conjunto, darle visibilidad a este tema que se vive mucho pero se habla poco. La naturalización de la violencia y la discriminación, aunque sea desde el discurso, es el primer paso a la violencia en términos concretos.
El artículo 88 del reglamento de la AFA dice que “se impondrán sanciones al club cuyo público, antes, durante o después del partido, exhiba pancartas o símbolos discriminatorios, o entone a coro estribillos o canciones con igual contenido“. El árbitro tiene el poder de parar el partido pero, aunque esto pase, el problema queda relegado a un simple tecnicismo: 2 minutos el partido parado, y la hinchada arranca a cantar otra cosa. Pero el próximo partido vuelve a pasar lo mismo, es decir, la costumbre sigue arraigada.
Ariel Dorfman es Coordinador de la Fundación Encontrarse en la Diversidad y docente de Cultura del Deporte y Diversidad, y estuvo hablando con Rock And Ball sobre el tema:
Rock And Ball:¿El anonimato de la hinchada da más lugar a la discriminación?
Ariel Dorfman: Sin dudas se da un fenómeno de masificación y anonimato que eso da una sensación de impunidad, pero también hay toda una perspectiva cultural que permite decir en la cancha cosas que afuera no se dirían. Hay un ejemplo bastante concreto: hasta en la escuela te enseñan a discriminar en la cancha. Porque por ahí hay una situación de bardo, quilombo, alguien cantando o saltando arriba de una mesa y la maestra dice: “Señor, que se piensa? Que está en la cancha?” Eso legitima la idea de que en la cancha si se puede hacer cualquier cosa. Yo creo que son varios factores, el primero que tiene que ver con el anonimato y otro tiene que ver con lo que la sociedad legitima. Muchas veces el silencio permite una complicidad o un miedo. En medio de la 12 o La Guardia Imperial o Los Borrachos del Tablon o quienes sean, no van a decir “che muchachos no cantemos esto que es homofóbico”, porque te cagan a palos.
RNB: ¿Desde qué lugar se justifica esto en términos de la hinchada y cierto folclore del fútbol?
A.D: Para mi la discriminación siempre es violencia, porque sino no es medible. No lo digo desde el lugar en el que me imagino un fútbol como el europeo, todos sentaditos. No va por ahí. Hay veces que cuando se labura con temas de fútbol la gran pregunta es : ¿Para qué te metes ahi? Si te metes para que no haya más en este lugar o si en ese lugar lo que se da es una perspectiva de la cultura popular donde vos lo que pones es a dirigir sentido. Entonces si ahí lo que se hace es tratar de reducirlo con políticas de “che, cada vez que puteen apagamos las luces y nos vamos todos” me parece que eso no va a ser positivo y va a generar resistencia. Lo que me parece es que hay que entender que el fútbol también es un lugar de la educación. Tenemos que desnaturalizar ciertos cánticos y se tiene que hacer por pasos. El 85% de las personas por ejemplo están a favor del matrimonio igualitario como una conquista, pero todavía seguimos cantando en la cancha que a estos putos les tenemos que ganar. Hay una contradicción en los discursos sociales que se están dando.
RNB: Cierta medida que se implementó es parar el partido, ¿sirve?
A.D: Como pasa muchas veces con las políticas públicas, no tiene continuidad. Esto estaba pensado como una serie de acciones que iban a ser parte de un todo, donde también se iban a sumar políticas culturales, laburo en las escuelas. Decir que son todos negros de Bolivia y Paraguay es discriminatorio. Al momento de llevarlo adelante nos pareció una buena manera de evidenciar que ahí estaba pasando algo.
RNB: ¿Cómo se cambia esto?
A.D: Hay que entender que tanto los jugadores como los hinchas también tienen una responsabilidad. Recién ahora se está empezando a dar que la barra canta algo y la gente no lo sigue, porque se dan cuenta que a veces es un discurso sólo a favor de ellos. El sentimiento por los clubes y el ser hincha es por una cuestión de amor. Por el abuelo, el tío, el viejo, por la vieja. No por el aguante. Lo que tiene de lindo el fútbol es que vos le das un abrazo a un tipo que tenés al lado y ni lo conoces. Y no importa si es flaco, gordo, vive en la 11-14 o en Las Cañitas, porque se está festejando un gol, y eso es lo importante.
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