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NBA: La maldición de los superhéroes

El 17 de junio de 1986, una camada con talento extraplanetario sellaba su pasaporte a la NBA, pero, para muchos de ellos, fue como embarcarse en el Titanic o protagonizar una secuela de Destino Final. Una historia tan increíble como real.

El Madison Square Garden se vistió de gala hace 30 años, la noche del 17 de junio de 1986. El Palacio de las Tres Mentiras abrigaba un nuevo draft de la NBA, esa suerte de sala de espera de la gloria y el lujo. Todos coincidían: esa camada era espectacular, algo pocas veces visto. No menos de doce parecían listos para provocar impacto en sus equipos. “Están condenados al éxito”, hubiera dicho un ex primer mandatario argentino. Estaban condenados…

EL CAPITAN AMÉRICA SE JUBILÓ TEMPRANO

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Brad Daugherty fue el Nº 1 de aquel sorteo. Había llevado a la final estatal a su equipo de High School y despertó el interés de los principales programas. Se lo quedó la prestigiosa North Carolina y se convirtió en uno de los mejores jugadores de la historia de la universidad. Aterrizó en el draft como miembro del equipo ideal, con promedios de 20 puntos y casi 10 rebotes. Era ágil, tenía carisma, los movimientos de espaldas al aro de la escuela Olajuwon y una condición de líder innata. Era el Capitán América jugando al básquet. En su temporada rookie en la NBA, descolló con promedios de 15 puntos y 8 rebotes y pronto firmaba 20 y 10, pero las lesiones empezaron a visitarlo cada vez más seguido.

Mantenía números estelares… pero no podía mantenerse en pie luego de jugar. Llegó a infiltrarse durante una temporada entera por dolores en la espalda, hasta que, a los 28 años, sí, apenas 28 años, un médico le aseguró que si no se retiraba no iba a poder caminar a los 50, ni cargar en brazos a sus hijos a los 30. Así se esfumaba la carrera de Brad (5 veces All Star) y el sueño de Cleveland de ser el rival directo de los Bulls de un tal Michael Jordan. Daugherty se apartó del básquet e incursionó en el automovilismo, primero como propietario de un equipo de NASCAR y después como comentarista. La sacó barata. Muy…

LA MUERTE DE SUPERMAN

 A Len Bias le decían “Frosty”. El apodo fue cortesía del Reverendo Gregory Edmond, quien lo definía como “alto, fresco, tranquilo y sin pretensiones”. Frosty era Clark Kent, porque Bias era Superman. La mezcla entre Michael Jordan y Larry Bird, como lo retrataban los especialistas. Para muchos, el alero más completo que había surgido del baloncesto universitario. Una topadora inteligente que incluso supo robarse el show ante MJ en un duelo entre Maryland y North Carolina. Si no fue el º1 de aquel draft, se debió exclusivamente a que en esos años el camino al éxito lo “garantizaban” los más grandotes.

–          Red, es nuestro hombre.len-bias

–          ¿Estás seguro?

–          ¡Es más de lo que necesitas! ¡Puede ser el mejor de todos!

El dialogo ocurrió entre John Thompson, ex jugador de Boston, y el legendario Red Auerbach, por entonces General Manager de la franquicia a la cual, como entrenador, transformó en la más ganadora de la historia de la liga. Los Celtics eran los campeones defensores y estaban ante una oportunidad única: consolidar una dinastía.

Bias era dueño de una potencia física sin precedentes para un jugador de su posición. Mostraba condiciones de líder, podía crear su propio tiro y jamás había tenido un acto de indisciplina.  Tenía voluntad y espíritu de equipo. Leía bien el juego. El combo premium. Fue All American y distinguido jugador del año de la ACC. Lo de Superman le quedaba perfecto…

“Es un chico ideal. ¿Has oído alguna vez la expresión ‘seguro de vida’? Pues Len es nuestro mejor seguro de vida”. Era el elegido. Hasta Reebok lo vio como la contrafigura de Nike y Jordan.

Al día siguiente de ser seleccionado en la segunda posición por los Celtics, Len firmaba dos contratos millonarios, uno con la franquicia y otro con la marca. Por la noche, decidió volver al campus para festejarlo con sus amigos ¿Sus amigos? Era el comienzo de su sueño. Y también de su pesadilla…

Menos de 48 horas pasaron entre que fue elegido por Boston y su último suspiro. Así como Jerry Siegel dibujó la primera muerte de Superman en 1961 a causa de la kryptonita, Bias dejaba el mundo en una cama del Hospital Leland Memorial tras consumir cocaína durante una noche entera. A diferencia del comic, donde todo fue un imaginario del autor, ésta era la más triste de las realidades. Un día después de su muerte, una pintada apareció en uno de los tableros de Rockville: “Len Bias Lives Forever”. La droga tenía una pureza superior al 98%.

El entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, habló por cadena nacional e impulsó reformas en los programas de prevención, lo cual se tradujo en una nueva ley que entró en vigencia en 1988: “La Ley de Len Bias”. Más de 10.000 personas presenciaron el funeral. Auerbach fue uno de los oradores y manifestó que no recordaba a Boston tan conmovida desde el asesinato de John F. Kennedy. El 30 de junio de 1986, los Celtics rindieron tributo a Bias y le regalaron a su madre la camiseta con el Nº 30. La camiseta que nunca llegó a utilizar.

En 1990, todos empezaron a hablar del talento de Jay Bias, el hermano menor de Len. En diciembre de ese año, fue asesinado en Maryland.

EL HOMBRE ELÁSTICO y LA ROCA, TODO EN UNO.

Chris Washburn era la pieza que le faltaba al rompecabezas de Golden State. Medía 2,11 metros y se destacaba por su fortaleza física y una agilidad sobrenatural para su contextura. Algunos lo comparaban con Karl Malone. Un modelo 2016 en 1986. El “Hombre Elástico” y “La Roca”, todo en uno.

Sin embargo, su carácter era un semáforo en rojo para algunos equipos, a pesar de un último año genial en North Carolina State. Lo habían acusado de no asistir a clases, de falsificar notas, de robarle un equipo de audio a un compañero… pero tenía tanto talento que era imposible que se cayera del Top 5.

Su vida en la NBA no arrancó para nada bien. “Me pasé toda la noche consumiendo drogas. Yo podría haber sido Len Bias”, comentó años después. Luego vinieron las lesiones: una tendinitis crónica en la rodilla y una infección en el riñón. Pasaba más tiempo en el hospital que en las canchas. En 1988, llegó a Atlanta luego de asistir a una clínica de rehabilitación. Los sponsors lo apuraron. No estaba curado. En 1989, con apenas 24 años, se convirtió en el primer jugador en ser expulsado de por vida al dar dóping positivo en tres controles.

Lo que siguió fue todavía peor. Acabado por su adicción, se convirtió en un “sin techo” y fue vagando en casas de consumidores de crack hasta caer en prisión. Fue condenado a 3 años en una causa por drogas. “Pasé de jugar en estadios con parqués pulidos, a estar sentado en la banca de una cárcel. Allí toqué fondo”.

En su acto más heroico, Washburn pudo salir de aquel mundo que lo rodeaba y ahora, luego de más de una década limpio, se dedica a dar charlas para ex jugadores y jóvenes universitarios, estirándose para salvar a otros de cometer los mismos errores que marcaron el fin de su ilusión.

A FLASH LE CORTARON LAS PIERNAS

Kenny Walker era como Flash. Veloz, espectacular, carismático. Capaz de ir de un lado al otro de la cancha en un pestañeo. Su capacidad atlética era comparada con la de Dominique Wilkins. Fue nombrado Mr. Basketball en 1982 y la rompió en la Universidad de Kentucky. En 1983, fue elegido el MVP del Mundo Basket que ganó Estados Unidos.

Aquella noche de 1986, recibió la mayor ovación: lo escogieron los Knicks. La gente deliraba. Pero… En cinco temporadas tuvo igual cantidad de entrenadores y ninguno sacó lo mejor de Kenny. New York era una ensalada de individualidades con sabor a nada. Las lesiones hicieron el resto. Se volvieron crónicas y le erosionaron su mayor atributo. Se fue de la liga 4 años después, apenas con la gratificación de haber ganado el concurso de volcadas de 1989 en honor a su padre, quien había fallecido 3 días antes. Fue su último gran esfuerzo. Intentó un regreso en 1993, pero la aventura duró tanto como un flash.

IRON MAN TERMINÓ PRESO

De William Bedford, seleccionado Nº 6 aquella noche por Phoenix, se decía que era indestructible, un Iron Man. Un 7 pies (2,13 mts) con 115 kilos de puro músculo, buena lectura de juego y excelente defensa. Una garantía. La rompió en la Universidad de Memphis, pero en la NBA apenas estuvo 5 temporadas con promedios de 4 puntos y 2 rebotes. La causa: drogas.

Dos años después de quedarse sin lugar en la liga, Bedford fue detenido por causas relacionadas con estupefacientes y en 2001 lo acusaron por tráfico de marihuana. En 2003, fue condenado a 10 años de prisión. Quedó en libertad en 2011 y al año siguiente comenzó a entrenar a un equipo en Memphis.

EL COLOSO QUE NO FUE

Roy Tarpley

El “Coloso” de la vida real, no el que Marvel inventó para acompañar a los X-Men. Roy Tarpley era una bestia que se podía desempeñar tanto de ala pivot como centro. La rompió en su temporada de novato y al año siguiente se quedó con el premio al “Mejor Sexto Hombre” con promedios de más de 13 puntos y 11 rebotes. Sí, un doble-doble saliendo desde el banco. Tarpley se candidateaba a ser el mejor de todos los de la Promoción 1986. Fue clave en las finales de conferencia que alcanzó Dallas, en las que cayeron en siete juegos frente a los Lakers de Magic y compañía. En aquellos playoffs, Tarpley elevó sus números a 18 unidades y 13 rebotes por partido.

Pero todo se derrumbó al año siguiente, como si fuera imposible escaparse de la maldición de aquella selección. Abrumado por la fama, en 1989 fue suspendido por consumir drogas y no solo eso, sino que también lo atraparon conduciendo en estado de ebriedad. El Coloso de Texas regresó, pero esta vez una rotura de rodilla hizo el trabajo de aniquilar sus sueños de grandeza. Promediaba 24 puntos y 11 rebotes. Un delirio. El 16 de octubre de 1991 fue expulsado por la NBA tras no superar otro de sus controles.

Mientras Tarpley estuvo afuera de la liga, emprendió una aventura en tierras griegas, donde la descosió para el Aris Salónica y el Olympiakos. Tras esa experiencia, y por su talento descomunal, la NBA decidió darle una nueva chance y en 1994 regresó a los Mavs, que le ofrecieron 20 millones de dólares por 6 años. Sin embargo, volvió a fracasar en un control antidopaje y fue expulsado definitivamente de la NBA.

“Si Roy hubiera estado sano, podría haber sido uno de los 50 mejores jugadores de la historia de la NBA. Podía hacerlo todo: lanzar, rebotear, pasar, defender“, dijo tiempo después su ex compañero Brad Davis.

Roy Tarpley falleció por un problema hepático el 9 de enero de 2015. Tenía apenas 50 años. Las drogas y el alcohol rompieron a aquel hombre de acero de la zona pintada.

EL REPARTO DE LA PRIMERA RONDA

Brad Sellers fue elegido en el puesto 9 por Chicago. Llegaba al draft luego de promediar 20 puntos y 12 rebotes para Ohio State. Michael Jordan no lo quería. Su Majestad prefería a Johnny Dawkins, base de Duke y amigo suyo. Sellers lo sabía. Nunca se integró al grupo y en 3 años y medio ya estaba afuera de la liga. Su Majestad acertó: Sellers no tenía la mentalidad para ser parte de los Bulls. Intentó regresar un par de veces y fracasó rotundamente.

A Johnny Dawkins, el que quería Jordan, se lo llevó San Antonio en el puesto 10. Llegó a ser el máximo anotador de Duke, récord que quebró J.J.Redick en 2006. En ese 1986, Dawkins fue elegido el jugador universitario del año. En la temporada 1989/90, fue traspasado a Philadelphia y alcanzó un nivel estelar, pero a la siguiente campaña sufrió una grave lesión y nunca más retomó esa versión. Fue distinguido como uno de los mejores 50 jugadores de la historia de la ACC.

John S. Williams era tapa de todas las revistas cuando tenía 18 años. Y a los 19 decidió presentarse al draft. Los especialistas coincidían en que, si hubiera esperado, en 1987 no se caía del Top 3. Alero, 2 metros, jugador completo, llevó a Louisiana State al Final Four. Washington lo atrapó con la duodécima selección y llegó a promediar 18 puntos y 7.6 rebotes. En 1990 estaba destinado al All Star Game, pero una lesión le puso fin a sus sueños. Nunca fue el mismo. A la temporada siguiente, disputó apenas 33 partidos, y a los 28 años ya estaba afuera de la liga. Tenía un talento descomunal, con un juego muy similar al de Scottie Pippen.

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Dwayne “The Pearl” Washington era un fuera de serie de los playgrounds de su Bronx natal. Medía apenas 1.88, pero volaba y tenía una visión de juego admirable. A los 8 años, ya lo comparaban con una leyenda: Earl “The Pearl” Monroe. Fue considerado el mejor prospecto de high school en 1983 en todo Estados Unidos y si no fue seleccionado en un puesto más alto de aquel draft se debió a que la calidad de los bases que habitaban la liga era extraordinaria. La dejó chiquita en Syracuse y los Nets lo eligieron en el puesto 13. Se peleó con sus entrenadores porque no lo dejaban jugar a su estilo y en 1988 pidió irse. Fue incluido en el draft de expansión y llegó a Miami. Le sucedió lo mismo y decidió ir a divertirse a la CBA. Falleció el 20 de abril de este año a causa de un tumor cerebral.

Walter Berry fue seleccionado por Portland en el puesto 14. Oriundo de New York, le decían “La Verdad”, como a Paul Pierce. Jugaba de alero y podía hacer cualquier cosa, especialmente anotar. El problema era su forma de ser. Para varios scouts, Berry era tan bueno como Bias y merecía ser Top 3. Ese año había ganado el John Wooden Award y el Big East Player of the Year, gracias a promedios de 23 puntos y 11 rebotes. El año anterior había llevado a St. John’s al Final Four ¿Y qué pasó? Se encaprichó y dijo que no quería jugar en Portland, que tuvo que traspasarlo a San Antonio a cambio de Kevin Duckworth. En Texas, se peleó con Larry Brown y en menos de un año pasó por los Nets y Houston: cuatro equipos en apenas dos temporadas. Tan bueno era que, aún así, promedió casi 15 puntos y 5 rebotes. En 1989, decidió irse a Europa y se convirtió en uno de los jugadores más reconocidos del continente, pero, esta vez, gracias a su talento. Aún hoy, es dueño de varios records de la liga española.

Maurice Martín fue elegido por Denver en el puesto 16. Era un escolta completo y fue distinguido como el mejor jugador del Atlantic Ten. Duró apenas dos temporadas en la NBA. Nadie supo las razones. Se retiró a los 25 años.

Harold Pressley fue escogido por Sacramento en el puesto 17. Era el mejor defensor de la camada y fue el primer jugador en la historia del Big East en conseguir un triple doble: 19 puntos, 15 rebotes y 10 tapones para Villanova, ante Providence. Su capacidad de salto era impresionante. Sus números, cada vez mejores. Se había convertido en un especialista en triples y al terminar la temporada 1989/90 lo querían los equipos top: Lakers y Pistons. La economía estadounidense no pasaba por su mejor momento y se fue a juntar billetes a Europa.

Mark Alarie fue seleccionado por Denver en el puesto 18. Le sobraba talento. Le sobraban problemas en las rodillas. Justo cuando comenzaba a descollar, ya en Washington, sufrió una gravísima lesión que lo obligó a retirarse cuando tenía apenas 27 años.

Billy Thompson es uno de solamente 4 jugadores en la historia en ganar consecutivamente el torneo de la NCAA y el de la NBA. Comparte el honor con Henry Bibby, el padre de Mike, y unos tales Bill Russell y Magic Johnson. No tenía el talento de ellos, claro, pero llegaba a la liga luego de haber sido incluido en el equipo ideal. Su problema fue que la noche del draft lo traspasaron a los Lakers. Le resultó imposible encontrar minutos en semejante constelación de estrellas y encima se lesionó gravemente en la segunda campaña, cuando disputó apenas 9 partidos. Comenzó a abusar de las drogas y para 1991 ya estaba afuera de la NBA. Jugó en nuestra Liga Nacional.

Buck Johnson fue elegido en el puesto 20 por Houston. Apenas 6 temporadas después, ya no pertenecía a la NBA. Algo similar le sucedió a Anthony Jones, con 4 equipos en igual cantidad de temporadas. Ken Barlow ni siquiera jugó un minuto. Prefirió irse a Europa, donde además le pagaban mejor.

Veinticuatro jugadores fueron elegidos en primera ronda. Y el último en ser seleccionado fue el gigante lituano Arvydas Sabonis, uno de los centros más talentosos de la historia. Ese año, se rompió el Tendón de Aquiles. Portland no pudo disfrutarlo hasta 1995, a causa de las diferencias entre Estados Unidos y la ex URSS. El físico ya le había pasado factura, pero igual desplegó su talento. Ganó seis veces el premio al Mejor Jugador Europeo. De no haber sido por la lesión y los problemas políticos, hubiera hecho historia en la NBA. Su hijo Domantas será seleccionado en la primera ronda del draft de este año.

EL BATMAN CROATA

No necesitaba volar, ni una fuerza devastadora o un atletismo inigualable. Él no era Superman, ni Coloso, ni el Increíble Hulk. Lo de Drazen Petrovic era digno de Batman: una técnica de tiro implacable, una inteligencia única y la constante superación. El escolta croata no solo se quedaba con su talento natural, sino que siempre fue un perfeccionista, un enfermo del entrenamiento. “Se levantaba antes de ir al colegio y tiraba 500 tiros al aro”, contó su primer entrenador.

En 1984, en su primera temporada con el Cibona, consiguió una actuación inolvidable para el mundo entero: anotó 112 puntos frente al Olimpija de Ljubljana, que había puesto en cancha un equipo de juveniles por un error administrativo de su presidente. Odiaba el tabaco y el alcohol. “Hace mal a los músculos”, decía. Su rendimiento en los Balcanes comenzó a llamar la atención de la NBA y en 1986 fue elegido por Portland en el puesto 60. Recién debutó en la liga en 1989. Durante esos años, el hombre que no necesitaba volar para ser superhéroe, era ídolo, genio y figura en Real Madrid.

Petrovic

Las primeras temporadas no fueron lo esperado. “Soy el jugador mejor pagado de la NBA. Estoy ganando millones de dólares por jugar cinco minutos por partido”, aseguraba enojado por su situación con los Blazers. Pero, en 1991, todo se modificó cuando llegó a New Jersey. Cambió su dorsal del 44 al 3. “Una de las razones por las cuales Drazen varió su número en los Nets fue para demostrar que él era el mejor tirador de triples”, afirmó con el tiempo su madre. Y vaya si lo consiguió.

Los números de Petrovic en los New Jersey crecieron exponencialmente, promediando más de 20 puntos por partido y casi un 45 % de efectividad en triples. Sin duda, el escolta estaba preparado para hacer historia en la NBA. Pero la vida se disfrazó de Guasón y le tendió la peor de las bromas.

Croacia había finalizado un partido del Preeuropeo en Polonia. Petrovic no lo jugó por una lesión en el tobillo. A la vuelta, en lugar de regresar con el plantel, decidió ir a visitar a un amigo en Frankfurt. Aquella pequeña elección cambió su destino y el de los Nets. Drazen viajó en el auto de su novia, junto con una amiga. El Golf GTI entró fuerte en una curva y con el combo fatal de la lluvia chocó contra un camión. Petrovic perdió la vida inmediatamente. Fue el 7 de junio de 1993. Lo esperaba el mejor contrato para un escolta después del de Michael Jordan. “Fue devastador. El futuro habría sido diferente con él. No hay duda. Era esa clase de jugadores que cambia el destino”, sostuvo tiempo después Willis Reed, manager de New Jersey. “No había en toda la NBA un tirador con su calidad. Hubiese sido uno de los grandes”, comentó un triste Chuck Daly, su entrenador.

Fue el final de uno de los mejores jugadores que nos regaló el Viejo Continente. Otro de los que no pudo escapar de aquella maldición. Miles de personas se juntaron a despedirlo. Una Croacia devastada por la guerra se levantó como Ciudad Gótica para despedir al Batman de la pelota naranja, ese que los hizo olvidarse de los problemas por un rato. En 2002, la NBA lo incluyó en el Salón de la Fama.

LOS QUE ZAFARON

Chuck Person: seleccionado en el puesto 4 por Indiana, ganó el premio al Rookie del Año con promedios de 18,8 puntos y 8,3 rebotes. Es uno de los 50 máximos tripleros de la historia de la NBA.

Ron Harper: elegido en el puesto 9 por Cleveland. En su primera temporada, promedió casi 23 puntos por partido. Era un crack sin anillo, hasta que se unió a los Bulls de Jordan. Ganó 3 títulos con Chicago y 2 con los Lakers de Kobe y Shaq.

John Salley: El Hombre Araña. Fue seleccionado en el puesto 11 por los Pistons. Se convirtió en el primer jugador en la historia de la NBA en ganar títulos con 3 equipos diferentes: Detroit, Chicago y Lakers.

Dell Curry: el papá de Stephen fue elegido por Utah en el puesto 15. Extraordinario tirador. Fue el Mejor Sexto Hombre en 1994. Es uno de los 50 máximos tripleros de la historia de la liga.

Scott Skiles: fue seleccionado por Milwaukee en el puesto 22. Jugando para Orlando, consiguió el récord de asistencias en un partido en la historia de la NBA: 30.

LAS JOYAS DE LA SEGUNDA RONDA

Mark Price: elegido en el puesto 25 por Dallas. Los Mavericks lo traspasaron a Cleveland en la noche del draft. Fue durante una década uno de los mejores bases de la liga, 5 veces All Star y un enorme tirador. Las lesiones limitaron su carrera.

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Dennis Rodman con su primer título en los Bulls

Dennis Rodman: seleccionado en el puesto 27 por Detroit. Miembro del Salón de la Fama. Pentacampeón de la NBA (2 anillos con los Pistons y 3 con Chicago). Máximo rebotero en 7 temporadas y 2 veces Defensor del Año.

Kevin Duckworth: elegido en el puesto 33 por San Antonio. Dos veces all star. Falleció en 2008.

Jeff Hornacek: seleccionado en el puesto 46 por Phoenix. Parte del Utah de Stockton y Malone. Excelente tirador. All Star en 1992.

 

Por Matias Muzio y Gian Carlo Galasso