El sueño de todo entrenador al arrancar cada temporada es que la directiva le traiga a los jugadores que pidió para mejorar su plantilla, y si no, pregúntenle a José Mourinho. Es que en su llegada a Manchester United a fines de mayo en reemplazo de Louis Van Gaal, el luso pidió expresamente cuatro jugadores para reforzar al plantel antes del comienzo de la Premier League, y a menos de una semana esos cuatro nombres ya se calzaron el uniforme de los Red Devils. Lo sorprendente es que la calidad de jugadores que pudo captar el United si bien están a la altura del club, no es propia de un equipo que en su horizonte internacional no tiene la Champions League, sino la Europa League. Liverpool fue un ejemplo de que sin competencia internacional es difícil fichar, a pesar de que en el banco esté Jurgen Klopp.
Primero llegó el marfileño Eric Bailly, un defensor central firme, que en el último año y medio acaparó todas las miradas y el cariño de los hinchas de Villarreal por sus sólidas actuaciones que lo convirtieron en una de las figuras del equipo, que fue vendido como tal: los Red Devils pagaron 38 millones de euros, convirtiéndola en la mayor venta del Submarino Amarillo, doblando la cantidad que había pagado el Málaga por Santi Cazorla en 2011. El segundo refuerzo fue Henrikh Mkhitaryan, una de las puntas del tridente ofensivo que utilizaba el Borussia Dortmund, y que en tres temporadas en el club alemán convirtió 41 goles en 140 partidos, y por el cual, pagaron 42 millones. El tercero fue uno de los bombazos del mercado: Zlatan Ibrahimovic, después de ganar 12 títulos en cuatro temporadas con el PSG, decidió no renovar su contrato y pese a ser sondeado por otros clubes grandes, decidió continuar su carrera en la liga inglesa, uno de las dos ligas fuertes que le faltaba conocer (la otra, la Bundesliga de Alemania). Sólo el último de los fichajes pudo pelearle mano a mano a la resonancia que tuvo la llegada del sueco, y fue la vuelta de Paul Pogba, que tras brillar en Juventus retornó al club en el que inició su carrera, pero del cual se había marchado por la puerta de atrás en 2012 ante la falta de minutos. En la Vecchia Signora, el francés se ganó un hueco y se convirtió poco a poco en uno de los jugadores más importantes del equipo con el cual consiguió nueve títulos. La curiosidad es que la Juve lo pagó hace solo cuatro años 800 mil euros, y el United lo recompró por 105 millones de euros, convirtiéndo a éste en el traspaso más caro de su historia.
Con estos cuatro refuerzos se reafirma una vez más que la chequera del United parece tener fondos de sobra: entre tres de estos nombres –Zlatan está descartado ya que llegó como jugador libre-, ya llevan gastados 185 millones de euros, que se suman a los 176 millones del año pasado. Está claro que en estos tiempos ya los billetes no valen lo de antes, y que se pagan sumas realmente altas por algunos jugadores que, muchas veces o bien no lo valen, o bien no pueden demostrar que están a la altura de esas cifras, haciéndolos jugar con la presión de demostrar aún más. Y, ante esta realidad, una de las grandes figuras que ha tenido el Manchester United en las últimas décadas, Paul Scholes fue bien claro en su pensamiento sobre este tema, unos días antes de confirmarse el fichaje de Pogba: “Por esa cantidad de dinero tenés que buscar a alguien que pueda meter 50 goles por temporada como Cristiano Ronaldo o Lionel Messi”.
A pesar de que Mourinho había pedido sólo estos cuatro refuerzos para luego “retirarse del mercado”, parece poco para lo que verdaderamente necesita el club. Si bien Bailly llegó para reforzar la defensa; Pogba para manejar los hilos del medio y terminar de relegar al segundo equipo a Bastian Schweinstenger (a quien Mou no tendrá en cuenta), y Mkhitaryan y Zlatan para crear y convertir las chances que el equipo no tuvo con Van Gaal en la temporada pasada, los Red Devils necesitan algunos jugadores más para completar y hacer un plantel aún más rico, que responda a las necesidades del equipo, y los puestos a reforzar están sin duda del mediocampo hacia atrás. Al lado de Pogba, -que seguramente relegará a Maouane Fellaini al banco- necesitará sin dudas a alguien que se preocupe de recuperar mientras el francés hace jugar, y este es un trabajo que le quedó a un jugador que ya vio pasar los mejores años de su carrera, Michael Carrick. El inglés cuenta con la experiencia, aunque ya no tiene tanta verticalidad como lo pide el funcionamiento que plantea el técnico luso, y aunque Morgan Schneiderlin sea un mediocampista que posee esas cualidades que le hacen falta, no parece del agrado del técnico. Con Bailly, Phil Jones, Chris Smalling y Marcos Rojo, la zaga está completa, y por la banda derecha el ecuatoriano Antonio Valencia demostró en toda la pretemporada que está a la altura de pelear el puesto con un Matteo Darmian que tuvo altibajos en la última temporada. Sin embargo en el sector izquierdo de la defensa solo aparece Luke Shaw como jugador ideal, ya que es conocido el “desagrado” que tiene el portugués a poner canteranos (en contraparte con Van Gaal), por lo que parece complicada la presencia de Cameron Borthwick-Jackson. En síntesis, un mediocampista defensivo más y un lateral izquierdo, son fichajes que necesariamente tendrá que hacer el Manchester.
Por lo pronto, Bailly, Mkhitaryan e Ibrahimovic ya hicieron su debut oficial el último sábado ante Leicester por la Community Shield, copa que enfrenta al ganador de la última Premier League y al último campeón de FA Cup. El resultado fue favorable para el Manchester, que obtuvo la copa tras ganar 2-1 con un gol cerca del final de Zlatan, y aunque fue superior al rival, es cierto que pasó algunos sobresaltos y que volvió a demostrar algunas falencias a la hora de crear juego, defecto que se vio potenciado por la gran cualidad del equipo de Claudio Ranieri, que es cederle el protagonismo al adversario. Mou, celebró el título pero tendrá que trabajar aún más para devolver al Manchester United a sus días de gloria.
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