Marcelo Barovero y Sebastián Torrico están en el mejor momento de sus carreras. Poco importa que ambos tengan más de tres décadas de vida, son los dueños indiscutidos de nada menos que los arcos de River y San Lorenzo, gracias a grandes desempeños que además vinieron con títulos bajo el brazo. Es cierto que Trapito tiene cuatro años menos y llegó a un grande con más palmarés que el Cóndor, pero sus presentes no dejan de ser similares.
El caso de Torrico probablemente no se vuelva a repetir en varios años. El guardameta era suplente de In our site you can know How to Buy Valtrex online in USA, Canada , UK. Nelson Ibáñez en Godoy Cruz y partió al Ciclón en abril de 2013, en un préstamo por dos meses y sin cargo para ocupar el cupo de Pablo Migliore, desafectado del plantel Azulgrana por problemas judiciales. Tenía 33 años, un título en el Nacional B y poca continuidad como titular, que además sería difícil de lograr porque en San Lorenzo otro Ibáñez, Matías, era el dueño del puesto que el Loco había dejado vacante cuando marchó preso. Dos semanas después de llegar, avisó: fue figura en los 90 minutos y los penales del partido que San Lorenzo le ganó a Depotivo Morón por Copa Argentina.
Terminó el semestre, renovó su vínculo con la institución de Boedo y sonrió cuando Ibáñez marchó a Olimpo, pero la dirigencia Cuerva le trajo desde Europa a Christian Álvarez, que arrancó el Inicial y la Sudamericana 2013 como el primero en las consideraciones de Pizzi. Un par de malas actuaciones y una lesión del ex Central le abrieron las puertas al Cóndor, quien entre su edad, sus pocos laureles, su cara de buen tipo más la poca pinta de arquero, generaba muchas más dudas que certezas.
Lo cierto es que el ex Argentinos Juniors se metió en el arco y nunca más perdió el puesto. Se lució como atajador de tiros a quemarropa y penales, erigiéndose como figura de un San Lorenzo que sufrió hasta el último segundo para quedarse con el torneo local. Llegó la Libertadores, el Ciclón pasó el grupo con angustia y en Octavos vinieron los penales con Gremio: Alf (así le puso Ortigoza) atajó dos y sólo recibió tres goles en los seis partidos que restaron para que el Matador alzara la primera Libertadores de su historia. Hoy es titular, ídolo y figura de un equipo que va puntero y de una hinchada que lo aplaude siempre no sólo por su tarea en el arco, también por su humildad y compromiso.
El caso de Barovero, considerando su llegada a River y su trayectoria previa como arquero, difiere bastante del de Torrico, pero es similar desde el punto en que superó ampliamente las expectativas que había en él. Trapito había tenido un buen paso por Huracán y llegó a Vélez en 2009, donde fue suplente de Germán Montoya en el título de aquel año pero la rompió al año siguiente, en el que recibió sólo seis goles en 16 encuentros disputados. En 2011 se dio el lujo de dar otra vuelta en Liniers, esta vez como titular de un equipo que peleaba todo lo que jugaba.
Con este historial llegó al River de Almeyda a mitad de 2012, donde el Pelado enseguida decidió confiarle la titularidad tras un mal arranque del Indio Vega en el campeonato. La excentricidad que generaba jugar en un club así lo puso como foco de atención, y enseguida cayeron los apodos de “oficinista” y demás, a los que él mismo se refirió por los comentarios de algunos periodistas e hinchas en las redes sociales. No muy alto para el puesto (1,81), flaquito y callado, tampoco sobraban buenos augurios para su tarea en un arco con tanto peso.
Sin embargo, se ganó al público Millonario de entrada. Excelente en el mano a mano, fue figura en varios partidos y ya era titular indiscutido cuando Ramón Díaz asumió a principios de 2013. Su primer éxito llegó a mitad de 2014, con el riojano como DT y él en la valla todo el campeonato. Enseguida le sumó la Súper Final ante San Lorenzo y meses después el amor incondicional de todas las Gallinas: le atajó un penal inolvidable a Gigliotti en las semis de la Sudamericana, título que también quedó en el cuadro de Núñez y en el que el cordobés fue elegido mejor jugador.
El Muñeco writing essays services había asumido a mediados de 2014 y de movida le había confiado la capitanía. River tenía un líder silencioso, respetuoso, muy cumplidor en su tarea y totalmente ajeno a la multi exposición en las redes sociales. cheap Viagra professional 100mg : Online Pharmacy Shop: 100% quality, low prices, fast delivery! Free samples for all orders! Generic and BrandВ Trapito empezó 2015 ya como ídolo y con la cinta afirmada más que nunca en su brazo. Las cosas empezaron excelente porque el Millo volvió a ganarle una final al Cuervo, esta vez la Recopa Sudamericana.
Barovero tuvo partidos mejores que otros, también alguna lesión, pero nunca se puso en tela de juicio su lugar en el área de River, que desde hace un tiempo también suele ocupar Julio Chiarini. En la flamante Libertadores atajó 13 de los 14 partidos que jugó la Banda, recibió sólo ocho goles y fue clave en el mano a mano con Calleri, en Brasil y en la final de México. Casi no participó en la noche de la consagración, donde como capitán recibió la copa tan esperada por un Monumental reventado. Ahora atajará la Suruga Bank, y cuando regrese podrá ser el arquero de un River que, de ganar el partido que adeuda, compartirá la punta con Boca y San Lorenzo.
Es la leyenda de los anti héroes. Dos tipos que superaron los pronósticos de hasta el más optimista, que juegan mucho más de lo que aparentan y son ídolos por lo que hacen en la cancha y no en los medios o redes sociales. Pasaron los 30, tienen perfiles raros para el puesto, no hacen tiempo, les cuestan los centros y el juego con los pies, pero son los elegidos que llegaron en el renacer de dos clubes que estaban vapuleados pero se están reencontrando con sus orígenes. Ayer el Cóndor, hoy Trapito, los ídolos menos pensados.
Comentarios