Lev Yashin fue la figura elegida para ser el póster del Mundial de Rusia 2018. Su historia, como la de todos los que defienden un arco, es algo particular y empezó a jugar al fútbol por accidente, no por decisión propia. Defendió la valla de un solo club, Dinamo Moscú, y fue galardonado y reconocido a lo largo y ancho de todo el mundo.
Le gustaron los deportes desde que era chico y durante la Segunda Guerra Mundial representó al equipo de hockey sobre hielo de la fábrica en la que trabajaba. En 1946, a los 17 años, tuvo que improvisar y reemplazar al arquero del equipo de fútbol sin darse cuenta de que ese día era el comienzo de una gran historia en la que conquistó ocho títulos locales, los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956 y la Eurocopa de 1960.
“Cambió por completo y para siempre lo que significaba ser portero”, lo definió Vladimir Ponomaryov, compañero de Yashin en la Selección de la URSS en la década del 60. Se destacó tanto que probablemente fue el primer producto que el comunismo soviético le pudo mostrar al mundo. Durante la Guerra Fría, el arquero cruzó los límites impuestos por la Cortina de Hierro del comunismo para ser venerado en el fútbol occidental. Fue titular en los mundiales de 1958, 1962 y 1966, mientras que en 1970, a los 41 años, fue el tercer arquero.
“Lev Yashin tapaba el arco sin dejar ni un solo agujerito. Este gigante de largos brazos de araña, siempre vestido de negro, tenía un estilo despojado, una elegancia desnuda que desdeñaban la espectacularidad de los gestos que sobran”, lo definió Eduardo Galeano en El Fútbol a Sol y Sombra.
El arquero nacido en Rusia fue detallista y revolucionario. Interceptaba centros, no se quedaba parado debajo de los palos, fue uno de los primeros en salir jugando con los brazos (y no patear siempre), organizaba a la defensa desde el fondo de la cancha y también fue uno de los primeros en usar guantes para atajar en un partido oficial. A lo largo de sus 22 años de carrera, se vistió siempre de negro, no en señal de luto, si no para evitar darle referencias a los delanteros, ganando el apodo de “Araña Negra”.
En 1963 fue galardonado con un premio que en la actualidad está reservado casi exclusivamente para los delanteros que se cansan de romper las redes de los arcos. Recibió el Balón de Oro y hasta la actualidad es el único arquero que recibió dicho premio. También integra el Dream Team de la historia de los Mundiales por la FIFA, recibió la Orden de Lenin (condecoración nacional), la Orden Olímpica por el COI y fue elegido como el mejor arquero del Siglo XX por la FIFA y por la IFFHS. Razones suficientes para ser el máximo ídolo futbolístico del país anfitrión del próximo Mundial.
¿Cuál fue la clave del éxito de la “Araña Negra”? “Fumar un cigarrillo para calmar los nervios y después tomar un buen trago de licor para tonificar los músculos”, fueron sus palabras. Sus números asustan: de los 326 encuentros que disputó con el Dinamo Moscú, en 270 terminó con el arco en cero y en total atajó más de 150 penales. Cuenta la leyenda que Eusebio le pidió perdón por haberle convertido el gol de penal que le dio el tercer puesto a Portugal en el partido por el tercer puesto en el Mundial de Inglaterra 1966. Entre otras curiosidades, recibió el único gol olímpico en la historia de los mundiales. Se lo hizo Marcos Coll, de Colombia, en Chile 1962.
Por todos sus méritos como futbolista, fue elegido como el póster del Mundial de Rusia 2018. Allí se lo ve con su tradicional vestimenta negra, “volando” hacia su izquierda, atajando una pelota que simula ser el planeta. La estética de la gráfica, con líneas naranjas formando el ángulo del arco y su figura hacen referencia a los primeros pósters de los Mundiales, especialmente al de Uruguay 1930.
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